El Hermano Lobito, por Ricardo Uceda

Con la identificación por el Ministerio del Interior del grupo de policías que habría eliminado a supuestos delincuentes , el proceso pasa a otro nivel: el de la fiscalía. Ya estaba allí desde comienzos del 2015 pero estancado, como había ocurrido en los fueros de la inspectoría policial. Ahora se aprecia una decisión de investigar. Ese es el cambio. Se inicia un camino largo y tortuoso, como lo fueron todos los casos de este tipo en los últimos treinta años.

Hasta el momento, hay un general, un comandante y siete suboficiales implicados en la creación de falsos escenarios. La pregunta de si actuaron solos o bajo autoridad o beneplácito de estamentos superiores no ha podido ser respondida. Todavía no se conocen los resultados de una investigación de Inspectoría del MININTER, que individualizará responsabilidades y recomendará sanciones. El Ministerio Público, bajo sus propios cánones, está actuando silenciosamente.

En esta nueva fase cobra actualidad una jugosa nota publicada en la edición deCaretas del 12 de diciembre del 2013. Lleva el título “Chiclayo o Chicago”. Está firmada por Américo Zambrano, actualmente en Hildebrandt en sus trece. Describe el operativo en el que murieron seis presuntos delincuentes en Lambayeque —el quinto de la serie que originó la investigación—, que se había producido a comienzos de mes. Según Caretas, quien lo dirigió era nada menos que Iván Vega, ex viceministro del Interior, quien a la sazón ocupaba el mismo cargo en Defensa. A Vega, siempre dispuesto a la acción, ya se le conocía como “Rambito”. Era, todo el mundo lo sabe, un hombre de confianza de Ollanta Humala y Nadine Heredia.

Lobos feroces

El ministro del Interior por entonces era Walter Albán, quien asumió el 13 de noviembre. Su predecesor, Alfredo Pedraza, había renunciado a raíz de la crisis producida por el descubrimiento de la desmesurada protección policial de que gozaba Oscar López Meneses. Vega, no obstante ser allegado al presidente, tuvo que dejar el viceministerio porque Albán quiso nombrar a otra persona en el cargo. La nota de Caretas hace hincapié en el hecho de que Rambito dirigiera el operativo de Chiclayo cuando ya era viceministro de Defensa.

—Es posible que él lo dirigiera—dijo el ex ministro Albán—, pero no lo supe. Asumí que era una acción de la policía.

Siempre según Caretas, el presidente Humala decidió combatir el crimen organizado con la estrategia que estaba funcionando en el VRAEM, donde actuaba la Brigada Lobo, un grupo de élite policial, asociado con militares. Estos policías, haciendo inteligencia, identificaban objetivos prioritarios, tras lo cual intervenían las Fuerzas Armadas. En agosto del 2013 habían sido abatidos en el VRAEM Alfredo Borda Casafranca y Martín Quispe Palomino, conocidos como “Alipio” y “Gabriel”, respectivamente. Humala reconoció públicamente la importancia de la Brigada Lobo en este evento, aunque por entonces llamó la atención que su existencia fuera negada por el mismísimo jefe del Comando Conjunto, el vicealmirante AP José Cueto. “Remontándonos al pasado —dijo Cueto— nunca es bueno que existan esos famosos grupos o brigadas especiales”.

El brazo derecho

El hecho es que, sin estar en el organigrama, la Brigada Lobo existía, y su jefe real era Iván Vega, reportando a Humala. La labor de Vega y de la Brigada Lobo ha sido ponderada por diversos analistas. Hasta aquí todo bien. Pero la novedad que trajoCaretas era que el presidente le ordenó a Rambito crear un equipo especial para actuar contra la delincuencia común: “Humala le encargó seguir al frente de Lobo y de su satélite, el Grupo Especial de Inteligencia Contra el Crimen Organizado(GEICCO).”

Esto adquiere relevancia porque el informe del Grupo de Trabajo del Ministerio del Interior divulgado el lunes señala que identificó a una agrupación responsable de los presuntos asesinatos llamada, precisamente, GEICCO. Su jefe operativo, un comandante, fue nombrado como tal por un coronel que era director y promotor del grupo. El informe del MININTER no identifica a los personajes, pero son reconocibles el comandante Enrique Prado y el general Vicente Álvarez, que entonces dirigía la DIRCOTE. Existen documentos que comprueban el hallazgo. El caso es que Álvarez era el brazo derecho de Rambito en la Brigada Lobo. Prado, a su vez, era un insustituible oficial operativo.

«Leerlo el jueves»

De lo dicho cabe preguntarse si la presunta actuación criminal de Álvarez era conocida por Iván Vega. Si lo que dijo Caretas es cierto, Álvarez y Prado actuaban bajo órdenes de Vega. Pero pudiera ser que todo hubiera sido hecho a sus espaldas.El Grupo de Trabajo del MININTER declaró expresamente que no puede afirmar ni negar que Rambito estuviera al tanto.

Pregunté ayer a Marco Zileri, director de Caretas, sobre la veracidad que le atribuye ahora a la información publicada por su revista hace casi tres años. Después de pensarlo un poco dijo:

—Deberás leerlo el jueves.

Caretas aparecerá mañana. Pero Américo Zambrano, el periodista que escribió la información, se ratificó en todos los términos de su nota. Dijo que eran de fuentes directas, aunque no identificadas. Añadió que esta reserva, que era válida en el 2013, también lo es en el 2016. El viceministro Vega no rectificó el artículo.

Aún es posible citar otra referencia, de alguien que habló con Vega varias veces pero que no desea ser identificado. Ratificó que Vega le habló de un grupo de inteligencia a su cargo que actuaría contra el crimen organizado. Lo explicó así:

—Es el hermano menor de la Brigada Lobo. El Hermano Lobito.

El fiscal lobo

El esclarecimiento final está en manos del fiscal Álvaro Rodas, del área de Criminalidad Organizada. Es posible establecer el nivel de comunicación entre Álvarez y niveles superiores gubernamentales, mediante el levantamiento del secreto de las comunicaciones y otras técnicas. Nuestro Rambito periodístico, Gustavo Gorriti, dice que Vega podría ser el objetivo principal de una campaña de demolición creada a partir de un pleito entre comandantes y de los desmanes de periodistas que no saben investigar. Pero la teoría de una conspiración contra buenos policías no tiene de dónde asirse. Tampoco hay elementos para sostener que esta es una campaña inspirada por quienes desean destruir a Ollanta Humala.

El propio Iván Vega tiene la ocasión de esclarecer, ya mismo, las legítimas dudas que existen sobre su vinculación con el grupo que nació el año 2013 en la DINCOTE. ¿ Autorizó el nacimiento de GIECCO? ¿Supo del operativo en Lambayeque? ¿Dirigió antes, como dijo Caretas, un operativo en Puno en el que murieron tres delincuentes? Quizá solo se haya ido de boca al hablarles a periodistas o allegados acerca de sus hazañas, pero eso es ningún delito.

Fuente: La República