Para hablar de los trovadores bien vale remontarse al mester de juglaría, escuela poética medieval española de carácter popular y de tradición oral cuyas poesías recitaban los juglares. Se desarrolló en los siglos XII y XIII y se encargaba de narrar historias de amor o hazañas militares.
Hoy por hoy, sin embargo, al hablar de trova se nos viene a la mente la figura de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. Y es que este par de cubanos son, tal vez, los principales difusores de la nueva trova.
“La primera vez que yo escuché la palabra trova inmediatamente estaba asociada a las canciones que hacían Pablo y Silvio como parte de la canción nueva dentro del proceso revolucionario cubano”, afirma Daniel Escobar, cantautor peruano conocido como “el Kiri”.
Recuerda que cuando con Chabuca Granda escucharon sus canciones,ella dijo “para mí ese es un cantar de juglaría, pero caribeño”.
Mucho más que una voz y una guitarra
Quizás sea por la imagen de Milanés cantando “Yo pisaré las calles nuevamente” o lade Rodríguez entonando “Playa Girón” que uno automáticamente representa a un trovador como un solista con una guitarra interpretando música con contenido social.
Jorge Millones tiene 44 años y estudió filosofía en la Universidad Mayor de San Marcos, pero prefiere definirse como trovador cuando le consultan sobre su oficio.
Él aclara que la trova no es un género musical, si no que es el oficio de contar historias recogiendo el momento político de una sociedad.
Según Jorge, un cantante de salsa o de hip hop puede ser un trovador. “Ruben Blades o Calle 13 son un ejemplo. La trova es un enfoque, tiene una aspiración poética y lírica, he ahí la diferencia”, enfatiza.
En abril del año pasado, en un noticiero matutino, el economista Miguel Santillana lo tildó de brichero, es decir, persona que busca entablar relaciones sentimentales con turistas europeas o norteamericanas con el fin de conseguir un visado, según la lingüista Martha Hildebrant.
“Más bricheros son los intereses que él representa”, ironiza Millones tras recordar aquel episodio donde Santillana pretendió vincular directamente con el Movadef y el MRTA a su esposa, Verónika Mendoza, la aún congresista y candidata presidencial por el Frente Amplio que quedó tercera en la última contienda electoral.
Tanto “el Kiri” como Millones explican que parte de la riqueza de la trova se nutre de la nueva canción, ese movimiento musical latinoamericano que tuvo como principales exponentes a los grupos chilenos Inti Illimani y Quilapayún, a la argentina Mercedes Sosa, al venezolano Alí Primera, entre otros.
Precisamente, en el apogeo de la izquierda peruana cada partido promovía su respectivo grupo musical. Así, el Partido Comunista tenía a Vientos del Pueblo, Vanguardia Revolucionaria a Tiempo Nuevo y el Partido Comunista Revolucionario al grupo Amaru.
Sin embargo, por el contenido social de sus composiciones, Jorge Millones considera a Felipe Pinglo Alva, Manuel Acosta Ojeda y a Ernesto Samuel Sánchez Fajardo, conocido como el Jilguero del Huascarán, como precursores de la trova en el Perú. “También Chabuca Granda”, agrega “el Kiri”.
Escobar considera que artistas como Manuelcha Prado, Margot Palomino, Julio Humala, Martina Portocarrero, Piero Bustos y Daniel F son trovadores actuales. “Son géneros musicales distintos, pero cumplen con las características de un trovador”, puntualiza.
La oveja negra de la familia
Yuri Boluarte es un abogado cusqueño de 47 años que por estos días se encuentra en Lima.
Yuri precisa que un trovador no necesariamente tiene que ser un solista. “El problema es que a veces es difícil que encuentres músicos que compartan entre todos la misma posición política”, afirma.
Enseguida, aclara que un trovador no necesariamente tiene una militancia política pero sí una conciencia política. “Nadie hace trova para no tener una posición claramente definida sobre diversos temas”, enfatiza.
Él considera que la elección de dedicarse a ser un trovador siempre trae problemas con el entorno familiar, más aún cuando te tildan “comunista” en un país donde se sataniza el ser de izquierda.
“Mi familia es aprista, pero en su oportunidad ayudaron al Che”, dice orgulloso en alusión a su tíaZoraida Boluarte, quien hospedó a Ernesto Guevara y Alberto Granados durante su viaje por Sudamérica. Con los familiares del último mantiene aún una relación amical.
No solo la posición política es un aspecto de discordia, el hecho de dedicarse a la música significa socialmente ya un cuestionamiento, muchas veces cargado de prejuicios.
“Eso no te va a dar de comer”, es un argumento esgrimido por muchos padres de familia cada vez que su hijo o hija les anuncia que desearían estudiar música.
Yuri se presenta habitualmente en La Oveja Negra, un centro cultural ubicado en la ciudad del Cusco, al que, asevera, asiste cada vez mayor cantidad de jóvenes comprometidos con la búsqueda de un cambio social.
Sin embargo, el arte del trovador no se limita a locales culturales. Está, por el contrario, más presente en los sindicatos, mítines, marchas y huelgas.
Entonces, consulto si es posible que haya un trovador de derecha. Él y Jorge, tras pensarlo un momento, aseguran que es algo bien difícil.
“El Kiri” suelta un nombre: Ricardo Arjona.
“Es un cantautor, pero no plantea ningún cambio. Ni filosófico, ni ético, ni estético”, sentencia.
El amor en los tiempos del reggaetón
José Carlos Mariátegui, fundador del Partido Socialista Peruano, afirmaba que “la burguesía quiere del artista un arte que corteje y adule su gusto mediocre”. Para Millones y Boluarte, el sistema capitalista es el responsable de la cosificación de la mujer y que se le vea como un objeto.
Valgan verdades, no hay que hacer mucho esfuerzo para darse cuenta que en efecto la sociedad y los medios de comunicación han convertido a la mujer en un elemento más del marketing, que en aspectos musicales se traduce en videos repletos de mujeres con poca ropa.
En tal sentido, sostienen, que la música comercial restringe el amor al amor de pareja que además es disminuido solo a la fornicación.
“Cuando un trovador -dice Millones- le canta a la mujer le canta no solo a su pareja si no que hace una metáfora a la patria, a la utopía, al sueño colectivo”.
Por su parte, “el Kiri” Escobar señala que el trovador no puede limitar su arte a la propaganda si no que debe cantarle a distintos aspectos de la vida.
“Lo panfletario está bien, pero no puede ser el único elemento. Me parece correcto que se involucren los sentimientos, la pareja, la amistad; es necesario que la temática del trovador aborde 360 grados de lo que nos pasa diariamente”, indica.
Los tres cantautores consideran que sin renunciar al compromiso social y político es necesario abrir la cancha. Hay múltiples maneras de transmitir un mensaje, esa es la premisa.
Los comentarios están cerrados.