En el homenaje organizado por la Municipalidad de San Borja el 05 de junio 2015, la viuda de Antonio, Cecilia Mendiola, viuda de Brack Egg, improvisó unas sentidas palabras sobre la vida de su esposo.
«Nació en lo profundo de la selva amazónica en un momento donde no llegaba la carretera, no había hospital, ni policía. La escuela era unidocente; sin embargo, Antonio decía que para él fue un privilegio haber nacido en la Amazonia.
Su vida estuvo marcada por los encuentros y los desafíos. Su propia existencia fue un desafío. Su madre lo bautizó pensando que no sobreviviría para luego bautizarlo en la capilla del pueblo, a los dos meses, capilla que había sido construida gracias al trabajo de don Juan, su padre.
Y ese es el primer encuentro que marca su carácter y personalidad. Juan le dio esa voluntad de hierro y fortaleza para vencer las adversidades y Cristina, la alegría de vivir, la ternura, la paciencia infinita y la generosidad.
Don Juan, a pesar de sólo tener primaria como su esposa Cristina, tan pronto como pudo, se suscribió al diario El Comercio de Lima que recibía gracias al correo, a lomo de mula, que pasaba por la chacra cada mes o cada dos meses para dejar la correspondencia. Ese diario fue dónde ejercitaba su lectura bajo la mirada atenta y disciplinada de su padre.
En su casa nunca faltó comida y de la buena. Don Juan se encargó de desarrollar una pequeña ganadería con el préstamo de una pareja de vacunos, otra de patos, gallinas, cuyes, un vez que se reprodujeron pudo devolver. Cristina, estaba a cargo de la huerta con los hijos, ahí se producía todo lo necesario.
La vida en familia y la educación que recibió de niño lo marcó poderosamente. Por eso Antonio siempre decía que la educación era fundamental para progresar.
Otro encuentro que marcó su vida fue compartir sus aventuras de niño rural explorando la selva cercana a la chacra con niños yaneshas que le enseñaron a leer los mensajes de la naturaleza, como qué animales son peligrosos y cuáles no, a trepar árboles para recolectar paltas y pacaes, y cazar para comer.
Y ahí descubre a Narcisa, una curandera yanesha que ayudó a su madre a curar a toda la familia de las fiebres, las picaduras de insectos, los dolores de cabeza y de barriga. Narcisa marcó poderosamente su vida pues de ella, la familia aprendió a conocer las propiedades de las plantas que habitaban su mundo de entonces.
Por esa razón Antonio dedica su monumental obra “El Diccionario de las Plantas Útiles del Perú” a Narcisa, “de quién mi madre aprendió el uso de las plantas para curar a sus hijos” y al padre Soukup que conocería más adelante.
Los primeros estudios los hace en casa con su padre y madre pues la escuela quedaba a 3 kilómetros de su casa atravesando parajes de selva tupida y poco intervenida. Recién a los 6 años va a la escuela unidocente en el pueblo de Villa Rica. Caminaba largas horas de ida y vuelta, sin embargo, para los niños Brack, Hans, Willy y Antonio eran horas de descubrir su entorno y hacer mil travesuras en esas largas jornadas de ida y retorno de la escuela.
Por esos años don Juan había pasado de cultivar tabaco a cultivar café en su chacra que tenía laderas de gran pendiente. Su ingenio le ayudó a diseñar un sistema agroforestal de café con sombra de pacae y otros árboles de la zona, logrando crecientes rendimientos en su producción. La economía mejoró y los niños mayores fueron enviados a estudiar a Huancayo en 1951.
Antonio cuenta que fue un verdadero martirio usar zapatos, sufrir el frío de la sierra y cambiar de dieta. Acostumbrado a los deliciosos platos pozucinos que preparaba su madre, la col agria con carne de cerdo; la mantequilla, queso y mermelada hecha en casa, la comida del colegio le cayó mal.
Sin embargo, su vida empieza a tomar su rumbo definitivo. Su profesor, el cura salesiano Michalski de origen polaco, era un estudioso de las ciencias naturales y un gran investigador.
Advirtiendo que este niño largirucho era de la selva y mostraba un gran interés y curiosidad, le da a leer el libro “El Perú” de Antonio Raimondi. Cuenta Antonio que se quedó absolutamente fascinado por su lectura y por el personaje.
A partir de esta lectura se inicia su gran ímpetu por conocer su país, de recorrerlo y desentrañar todos sus misterios y tesoros.
De esta época datan las colectas de plantas y animales que los hermanos Brack, hacen para el museo del Colegio Salesiano, en las vacaciones, y que aún podemos verlas.
Varios de sus maestros visitan su chacra y hacen recorridos por la selva central, que aún estaba bastante desconectada de las grandes ciudades.
En 1954 es enviado a Lima para continuar sus estudios. Aquí se produce otro encuentro que marcará su proyecto de vida. Jaroslav Soukup, un cura checo, investigador y estudioso de la flora peruana, publicaba la revista Biota.
Antonio encuentra fascinante su trabajo y le acompaña en sus exploraciones e investigaciones.
Terminados los estudios secundarios, Antonio pasa a la Normal Salesiana de Chosica para seguir estudios para profesor en biología y química.
Fue una etapa dura pero que convirtió en productiva. Se dedicó a estudiar, escribir y hacer experimentos de todo tipo.
Los fines de semana solía formar un grupo para hacer recorridos por la cuenca del Rímac y recoger información sobre flora y fauna.
Una de las visitas más esperadas los fines de semana era al Padre Soukup con el que compartía su afán de investigación y de lectura, además de los paseos que hacían a diversos lugares de Lima para conocer y hacer colectas de plantas.
A los 21 años publica su primer artículo científico en la revista Biota sobre el Oso de Anteojos y a los 25 su primer libro sobre ciencias naturales, le sigue el de Anatomía y otros, publicados por la editorial salesiana para educación secundaria.
En el año 1966 viaja a Italia a estudiar filosofía donde se convierte en un gran jugador de basketball. En el 68 marcha a Alemania, donde vivía un hermano de su papá, para hacer su doctorado.
Ingresa a la Universidad pública Julius Maximiliam Würtburg, una de las más prestigiosas del país. Antonio trabaja como repartidor de periódicos, barbero, en la construcción y en la limpieza de los laboratorios de la Universidad para costear sus estudios.
Finalmente, por sus altas calificaciones la universidad le otorga una beca. Por ese tiempo su afán de escribir y publicar no cesó. De esta época es el primer catálogo de aves del Perú que publica en la Revista Biota, en 13 separatas.
Terminados su doctora decide retornar al Perú en 1973 donde fue difícil encontrar trabajo.
Viaja a Villa Rica para despedirse de sus padres y de retorno a Lima cae en sus manos un documento sobre el zambullidor de Junín, escrito por Marc Dourojeanni que para entonces era funcionario del Ministerio de Agricultura en la Dirección Forestal y de Fauna Silvestre.
Decide hacer un último intento y lo busca. Marc, que había leído los artículos científicos de Antonio, pensó que recibiría a un viejo científico.
Cuando lo ve, se sorprende. Ese joven de barba y pelo revuelto era el autor de aquellas investigaciones que él había leído. La conexión fue inmediata y desde entonces su amistad fue entrañable.
Antonio ingresa al Ministerio de agricultura y se dedica a la delimitación de áreas protegidas, habiendo recorrido, levantado información y trabajado expedientes para siete áreas protegidas.
En 1977 publica “El Ambiente en que Vivimos” libro escolar que batió records de venta. En esta época ya se va perfilando su propuesta de las ecorregiones del Perú. Cuenta que lo escribió en un mes de vacaciones.
Posteriormente Antonio recibe el reto de salvar a la vicuña de la extinción. Las vicuñas estaban en tierras de comunidades indígenas pero eran propiedad del Estado y la sequía que se presentó estaba diezmando el ganado de los comuneros y la vicuña moría de inanición.
Era un problema ecológico y un problema social. Había que salvar a las vicuñas y apoyar a las comunidades para que no perdieran su ganado y sus pastizales.
En 1973 quedaban sólo 5,000 ejemplares que ponía a esta especie en peligro grave de extinción.
Cuando terminó el programa Vicuña, Antonio dejó 75,000 ejemplares.
Gracias a su tesón y lucha pudo, con un grupo de técnicos peruanos, salvar de la extinción a la especie, y, sobre todo, que las comunidades andinas, las más pobres, se beneficien de su manejo y puedan mejorar su calidad de vida.
Para esto se involucró en mejorar la legislación peruana para el manejo de la vicuña y lideró las reuniones entre los países con poblaciones de vicuña (Chile, Bolivia, Argentina y Perú) para la firma de un Convenio Internacional para la Conservación y Utilización Racional de la Vicuña 1979.
Antonio logró contribuir decididamente al éxito mundial en el manejo y recuperación de la vicuña y éstas, que antes eran propiedad del Estado pasan a las comunidades altoandinas.
En vez de premios recibió denuncias y juicios penales que duraron más de 10 años, juicios sin sentido y que finalmente lo declararon inocente.
En 1980 va a Oxapampa a dirigir un programa desarrollo y decide instalarse ahí.
En su búsqueda de proteger los ecosistemas más valiosos del Perú, propone tres áreas protegidas: el Parque Nacional Yanachaga-Chemillen, el Bosque de Protección San Matías San Carlos, la Reserva Comunal Yanesha y la Reserva Comunal del Sira.
Frente a una invasión organizada por el municipio local, organizamos una campaña de defensa del Parque Nacional junto con Bárbara de A’chille, a través de la página “Ecología” que ella tenía en el diario El Comercio.
Esto sirvió para que esa autoridad nos pusiera un juicio penal. El Parque se salvó de la invasión y todos fuimos declarados inocentes 10 años después.
Decide quedarse en Oxapampa donde recibía a científicos de diversas partes del mundo para que estudiaran la zona por su magnífica biodiversidad, eran usuales los viajes de investigación y colecta.
Logra acceder a una Beca Guggenheim gracias a la cual se dedica enteramente a escribir e investigar.
En 1985 publica dos tomos (Fauna y Ecología) de la obra la Gran Geografía del Perú de las editoriales Mejía Baca (Lima) y Manfer (Barcelona).
El tomo de Ecología presenta el mayor aporte científico de Antonio para la comprensión de la ecología del Perú y se trata del concepto de las once ecorregiones que desarrolla gracias a los extensos viajes a lo largo y ancho del Perú.
Este concepto está incorporado oficialmente al currículo escolar y a la cartografía nacional a través del Atlas Geográfico del Perú del Instituto Geográfico Nacional.
Por su contribución al conocimiento de los ecosistemas es considerado en padre de la ecología en el Perú.
Conformamos una asociación con su hermano Willy para capacitar a profesores y agricultores locales.
Querían demostrarles que con cuatro o seis hectáreas de terreno con pendiente se podía alimentar bien a la familia y lograr un cultivo que produjera renta, le llamaron la Chacra Integral Familiar.
Nuestra casa en un terreno de 4 hectáreas, con tres hectáreas en ladera, se convirtió en un centro demostrativo de la propuesta.
Acudían profesores, alumnos, universitarios, y agricultores de la zona. Siete años de maravilloso trabajo fueron interrumpidos en 1988, cuando debemos dejar Oxapampa y el gran proyecto de vida y trabajo se trunca.
Sendero se apodera de la zona, matan a varios parientes cercanos, sus padres y hermanos tienen que abandonar la zona después que la chacra de sus padres es asaltada por la subversión. Somos amenazados de muerte.
En Lima, en la casa de sus suegros hace algunas consultorías y finalmente es contratado por el PNUD para trabajar con un equipo para redactar un documento que se tituló Amazonia sin Mitos.
Hace algunas consultorías para la GTZ y finalmente el Tratado de Cooperación Amazónica lo contrata para dirigir un proyecto de Biodiversidad en todos los países de la cuenca. Nos trasladamos a Quito por seis años.
De retorno al Perú con el Tratado de Cooperación Amazónica, decide instalarse en Lima y no seguir en el TCA que pasa posteriormente a Caracas.
En el 2002 se produce otro gran encuentro y desafío. Antonio conoce a Hugo Shinki después que el canal 7 le hiciera un Retrato de su vida. Juntos se proponen hacer un programa que permita dar a conocer las experiencias exitosas en desarrollo sustentable en el Perú.
Antonio lo definía así: “gente inteligente, haciendo cosas inteligentes”. Lo llamó La Buena Tierra y se transmitió a través del canal 7. Se emitieron más de 80 programas que ahora las universidades lo utilizan como material didáctico para la comprensión de las potencialidades del Perú.
En el año 2011 se presenta un nuevo desafío.
El Presidente García le pide organizar el Ministerio del Ambiente. Forma un equipo de especialistas que en tiempo record hace la propuesta y es aprobada.
Era un Ministerio que nacía uniendo diferentes instituciones lo que resultó tremendamente difícil, pero se logró. Lo definió como un Ministerio con besos y con dientes decía.
Terminado su mandato, decidió dedicarse por entero a la educación. Trabajó en cuatro universidades.
Creo cátedras como econegocios y ecoenonomía. El rector de una de esas universidades decía que nunca había conocido a alguien que pudiera mantener quietos y atentos a 1,000 estudiantes durante una conferencia que duró tres horas.
Ese era Antonio, un conferencista que fascinaba a su público. Tenía el don de la palabra y muchas veces tenían que sacarlo con la seguridad porque los chicos querían tomarse fotos con él, querían autógrafos, querían hablar con él.
En sus últimos años su gran preocupación fueron los jóvenes que, en su trabajo universitario, mostraban poco conocimiento sobre el Perú, sus potencialidades y su gran biodiversidad con la que se puede salir de la pobreza.
Decía que en vez de hacer mapas de pobreza debería hacerse mapas de las potencialidades de cada región del Perú.
Una frase que resume su filosofía de vida y que siempre repetía es: “para vivir se necesita poco y para ser feliz menos”.
Parafraseando a Basadre Antonio decía: El Perú es problema y posibilidad, el asunto es que los peruanos nos revolcamos en los problemas y nos olvidamos de las posibilidades. El apostó por mostrar las posibilidades sobre todo a los jóvenes.
Antonio fue un apasionado por su país que amó de manera auténtica y profunda, amor que se traduce en su vida productiva, generosa y brillante.
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