Mucho se ha dicho y desembolsado en el nombre del Vraem (valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro) en los dos últimos gobiernos: S/.6.500 millones en total, repartidos en S/.1.500 millones hasta el 2010, durante el gobierno de Alan García, y, por lo menos, S/.5.000 millones en la gestión del presidente Ollanta Humala. Pese a ello, sigue siendo la principal zona productora de cocaína del país y escondite de al menos 200 huestes de Sendero Luminoso.
Mientras en el país se sigue hablando del ‘boom’ inmobiliario, de la llegada de importantes firmas extranjeras y de alentadoras cifras económicas, en nuestro Vraem aún existen centros poblados enteros que ‘trabajan’ para el narcotráfico, ya sea cultivando hoja de coca, alquilando sus pozas de maceración, cargando la droga o habilitando pistas clandestinas para la salida de narcoavionetas hacia Bolivia o Brasil. Las autoridades estiman que de aquí salen 300 toneladas de droga al mes.
«Aquí el 95% son cultivos de hoja de coca. A todos los han corroído, usan a esta gente pobre y les pagan por adelantado […]», empieza su relato el jefe del Frente Policial Vraem, general Máximo Sánchez Padilla.
«El traficante encarga al poblado hacer la pista clandestina y darle protección. Si la policía o el Ejército destruyen estas pistas ellos tienen que volver a habilitarlas por 15 dólares diarios. También tienen que apedrear los patrulleros y rescatar la droga incautada», continúa.
Otros ocupantes del Vraem son los terroristas, quienes, bajo las órdenes de los Quispe Palomino, ‘José’ y ‘Raúl’, siguen siendo el brazo armado del narcotráfico. Para las autoridades, ellos seguirán allí porque en ninguna otra parte les pagarán lo que reciben por custodiar la ruta de la droga.
En el Vraem es la policía la responsable de la lucha contra el narcotráfico, mientras que las Fuerzas Armadas se encargan de combatir el terrorismo. Sánchez afirma que la inteligencia será siempre la mejor estrategia para el éxito contra el narcoterrorismo, porque “ellos conocen bien la zona y sabemos que nos están esperando».
Informe de Rocío La Rosa Vásquez, periodista @chiolaro, publicado en El Comercio.