En los últimos tres años la industria de palma aceitera en la Amazonía peruana se ha desarrollado considerablemente. Sin embargo, en vez de realizar los cultivos en zonas degradadas y separadas entre sí, las empresas prefieren talar extensas áreas de bosques vírgenes para tener un mejor suelo en un solo espacio y así generar más ganancias, deteriorando y deforestando seriamente estos espacios, según denuncian sectores ambientalistas.
TESTIMONIO
Cuando Julia Urrunaga llegó en el 2013 a los lotes asignados a las empresas del Grupo Melka para el cultivo de palma aceitera en Tamshiyacu (Iquitos) se encontró con una imagen desoladora.
Lo que antes había sido un manto de bosques vírgenes, con algunas zonas limitadas utilizadas para cultivos agrarios, se había convertido en grandes hectáreas destruidas con el fin de cultivar palma aceitera.
“Era una imagen dramática. Estabas caminando en medio de la Amazonía y de pronto te encontrabas con hectáreas de árboles tumbados. Donde había habido riachuelos ahora solo había lodo. Incluso se veía humo saliendo a lo lejos, era una zona de guerra”, cuenta la investigadora de la Enviromental Investigation Agency (EIA).
En ese momento, la deforestación por palma aceitera recién comenzaba en Iquitos. Ahora, el Grupo Romero y las empresas del conglomerado Grupo Melka aproximadamente 29 500 hectáreas entre los dos para cultivar la palma aceitera, según las estimaciones de la EIA.
Los grandes cultivos de palma aceitera en bosques vírgenes de la Amazonía están contaminando los suelos y el agua, y ha ahuyentado a los animales del lugar, por lo que las comunidades nativas que viven en la zona tienen problemas para cazar.
Extensas áreas de árboles que tomaron décadas en crecer han sido taladas en Iquitos, San Martín y Ucayali. Y la industria recién empieza en el país.
¿AMENAZA?
Lamentablemente, el Perú está comenzando a ser un espacio atractivo para las plantaciones industriales de palma aceitera. La elaeis oleifera, o palma aceitera amazónica es un tipo de palma que produce un aceite el cual, al ser procesado, es utilizado para diversos mercados, tales como cosméticos, jabones, detergentes, y aceites para cocinar.
Para cultivar palma aceitera, empresarios inescrupulosos han deforestado amplias zonas tropicales del sudeste asiático, principalmente en Malasia. Sucede que estos suelos se están acabando; en este contexto la Amazonía peruana aparece como un espacio ideal para desarrollar los cultivos de palma aceitera.
Amplias zonas de bosques vírgenes, poca capacidad de control por parte del Estado, comunidades indígenas atrapadas en la burocracia para titular sus predios y buena disposición de las autoridades centrales para la inversión extranjera con pocas exigencias medioambientales, son algunas de las características apreciadas para desarrollar la industria en un país como Perú.
LA EIA
Durante los últimos tres años la Enviromental Investigation Agency ha investigado este reciente fenómeno en la Amazonía peruana.
Julia Urrunaga, investigadora de la ONG, explica principalmente el caso de las 25 empresas en el Perú que maneja el Grupo Melka, reunidos bajo la figura de un empresario norteamericano (que ahora se presenta con un pasaporte checo) llamado Dennis Melka.
“En dos de los casos relacionados con empresas del Grupo Melka, ellos han deforestado ilegalmente más de dos mil hectáreas en Tamshiyacu y cerca de cinco mil hectáreas en Nueva Requena. Estos casos se han venido investigando por el gobierno regional, por la fiscalía, incluso por las autoridades de la Dirección de Asuntos Ambientales Agrarios del Ministerio de Agricultura. Ellos han emitido opiniones exhortando la suspensión de los proyectos por deforestación ilegal y por los impactos ambientales en la zona, y sin embargo estos proyectos continúan”, señala Urrunaga.
Asimismo explica que el problema radica en que los gobiernos regionales carecen de medios y de infraestructura para hacer cumplir la ley y los mandatos que las instituciones del Gobierno central ya han dispuesto con respecto a los cultivos en Tamshiyacu, los cuales ya han sido denunciados como ilegales.
Sin embargo, la primera pregunta que queda sin respuesta es ¿cómo las empresas consiguen operar en bosques vírgenes?
PERMISOS
El estudio de la EIA “Deforestación por Definición” explica que las empresas apelan a una definición técnica llamada “Capacidad de Uso Mayor de tierras (CUM)”. Esta figura solamente considera características de los suelos y el clima e ignora la presencia de árboles en pie para clasificar a un terreno como apto para otros usos, tales como la agricultura.
Son las mismas empresas interesadas las que contratan especialistas para definir si los suelos sobre los que planean establecer sus cultivos son aptos para otros usos. Ellos, utilizando esta figura examinan los suelos y el clima, y determinan que las tierras son aptas para usos agrícolas, pero no tienen en cuenta que sobre estos suelos hay árboles que necesariamente serán talados para desarrollar cultivos.
Todo esto sucede mientras el Estado peruano firma convenios de deforestación cero con organismos internacionales y otros países.
Vea la versión digital en:
https://www.inforegion.com.pe/wp-content/uploads/2015/05/limarevista14mayo2015.pdf