Un boom amenazado

El cacao peruano ya se consolidaba como referente internacional y alternativa real a la producción de hoja de coca en algunas regiones del país. No solo es sinónimo de alta calidad a nivel mundial: el sabor de su grano y la intensidad de su aroma, además de atraer a chocolateros de distintos rincones del planeta, ha tenido impacto a nivel social.

En regiones como San Martín se ha convertido en menos de quince años en un verdadero camino alternativo a la hoja de coca y su producción nacional. Todo gracias al empuje de los agricultores, quienes han logrado un crecimiento anual de entre 10% y 20% en la producción. El boom del cacao parece ir viento en popa.

Sin embargo, no todo es como se pinta. La consolidación del producto de bandera se da, según Rolando Herrera, expresidente de la Asociación Peruana de Productores de Cacao y Chocolate (APPCacao), sin que haya una campaña de apoyo de parte del Gobierno, que hoy se hace muy necesaria pues han recrudecido las enfermedades y plagas como la fitoftora, la moniliasis y a gran escala, la escoba de bruja.

”Aún no ha dado nada el Gobierno. Que yo sepa (el gasto) está corriendo por cuenta de las propias organizaciones. El Minagri apoya de manera esporádica, pero no existe una política realmente que diga que va plantear control de plagas y enfermedades”, explicó.

Pero la falta de apoyo en la lucha contra las plagas no es la única muestra de desinterés. Las 140 mil hectáreas que en 2013 reportó el Censo Agrario (Cenagro) no son, según observó Herrera, un dato concluyente: “No sé si sea tan real porque si bien es cierto que se ajusta en parte a la realidad, no se ajusta a la producción (…). Según la última información que acaba de dar el Gobierno estamos entre 46 y 70 mil toneladas anuales”, refiere. Es decir, una producción equivalente a casi la mitad de las áreas cultivadas.

Otro punto débil es el estancamiento de la demanda interna, afectada por la competencia de las empresas más grandes y la ausencia de reglamentos claros.

“El consumo interno se ha estancado y no tiene tendencia a subir porque generalmente las transnacionales están alienándolo con productos sucédanos que tienen sabor a chocolate. La norma peruana dice que para que un producto se llame chocolate debe tener por lo menos 35% de cacao, pero estas golosinas no tienen ni siquiera el 5%. No se cumple porque no está reglamentada”, manifestó Herrera.

DOS EJEMPLOS OPUESTOS

Si se tuviera que buscar un ejemplo del deterioro del boom del cacao y la falta de compromiso de las autoridades, la región de Quillabamba (La Convención, Cusco) lo ilustraría bien.

Hasta hace pocos años, como recuerda Herrera, “Quillabamba era referente por ser una de las zonas más productoras de cacao en el Perú, incluso ostentaba la variante chuncho, una de las más finas del mundo que está en aras de extinción. Eso no se debe permitir. Por eso es que nosotros cuando desarrollamos un proyecto para La Convención estamos rescatando esos cacaos que se habían perdido”.

De la mano de los productores cocaleros y de los agricultores que no han recibido la capacitación necesaria para aprovechar el cacao, no olvidemos que su cosecha tarda hasta tres años. Las hectáreas destinadas a su producción están retrocediendo en La Convención. El estimado de hace dos años era que habían 10 mil hectáreas, pero Herrera cree que la cifra es menor.

En donde sí se ha logrado exitosamente volver al cacao una alternativa real a la hoja de coca es en San Martín. La base de este caso paradigmático, como dice Herrera, está en el compromiso de productores y autoridades, en un uso eficiente y proporcional de los fondos provenientes de USAID, así como de un plan estratégico de zonificación económica y ecológica, con lo que se pudo aprovechar de manera más eficiente el suelo de cada productor.

“Nosotros encabezados por nuestras autoridades hicimos un trabajo de socialización, de edición y transformación de mente de nuestros propios productores. Eso es ahora lo que está haciendo falta en La Convención, en el Monzón (…) Hemos ido de la mano todos y creo que es fundamental para que en las regiones que no están teniendo éxito se trabaje la socialización”, concluyó.

A pesar de todo, los caminos para que el boom del cacao siga su curso y se consolide no están velados, ya que, según observó Herrera, este “va a ser uno de los años más relevantes del cacao peruano”, pues al contrario de lo que ocurre en Perú, la producción mundial empezará a experimentar una caída, que en regiones como África será la consecuencia de fuertes sequías y problemas sociales, lo que le da al país una enorme oportunidad.

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