De 1995 a 1999 se produjo una severa crisis en el negocio de la cocaína en el país. En esos cuatro años se redujo el espacio cocalero de 110 mil a tan solo 38 mil hectáreas. ¿Cómo?
Para algunos analistas y un sector de las Fuerzas Armadas, este repliegue del narcotráfico fue por la interdicción aérea que se implementó en esos años. Pienso que esta versión tiene más de mito que de realidad.
Veamos. Las operaciones aéreas contra las narcoavionetas comenzaron en 1991 y llegaron a su pico más alto en 1995. Es cierto que la interdicción se prolongó hasta el 2001, pero -según los registros oficiales- estas operaciones eran cada vez más esporádicas. Y es lógico que así haya sido porque el narcotráfico casi había desaparecido en el segundo quinquenio de la década de 1990.
Ahora bien, si revisamos los informes de monitoreo de coca de las Naciones Unidas, veremos que el ciclo de la caída libre comenzó en 1995, justo cuando la interdicción aérea había bajado significativamente en intensidad.
Entonces, ¿qué ocasionó la crisis de la coca? En nuestra lectura fueron dos factores exógenos: 1) La muerte de Pablo Escobar y el duro golpe que recibió su cártel de Medellín (1993), 2) La captura y extradición a Estados Unidos de los hermanos Rodríguez, quienes manejaban el cártel de Cali (1995). Ambas organizaciones tenían en el Perú un mercado literalmente cautivo de la pasta básica de cocaína.
La ausencia de compradores hizo que el precio de la coca baje de 2,5 a 0,4 centavos de dólar el kilo, muy por debajo de sus costos de producción. Esto y no los aviones ocasionaron el abandono masivo de los cultivos de coca.
La interdicción aérea, obviamente, sirvió para colocar una valla más alta al negocio. La misma utilidad podría tener también ahora, y si formara parte de una estrategia integral podría ser un arma muy potente. Pero por sí sola, igual que la erradicación, no sirve de mucho.
En el Vraem el gobierno perdió completamente la brújula en lo que a enfrentar al narcotráfico se refiere. Precisamente por ello se comienza a invocar a la interdicción aérea como la panacea que nos podría volver a dar un segundo milagro. Para no ser aguafiestas, pongámonos en el escenario de que se derriben todos los aviones que se atrevieron a cruzar nuestras fronteras. ¿Eso traería como consecuencia la retirada del narcotráfico? No. Recordemos que hasta el 2008 la ruta de la cocaína era la terrestre y la fluvial. Si cortáramos el puente aéreo, ¿qué les impediría volver a sus antiguas rutas?
El problema del Vraem respecto a la lucha antidrogas es que no hay un responsable. Entre el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, la Policía Antidrogas, el Ministerio de Agricultura y Riego y el gran comisionado para la Paz y el Desarrollo están jugando al gran bonetón. Todos están allí con presupuestos especiales. Todos se llenan la boca condenando firmemente al narcotráfico, pero nadie se hace responsable de las 200 toneladas de cocaína que salen anualmente de ese valle. Mientras tanto, la narcocorrupción vive muy agradecida con todos ellos.
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