El Instituto de Investigaciones de la Amazonía (IIAP) demostró que con un tipo de biofertilizantes (abono natural), se reduce el tiempo de crecimiento y fructificación de las plantas de sacha inchi, lo cual lograría mejorar los cultivos y la economía de los productores.
El estudio fue realizado por los investigadores de la sede del IIAP en la región San Martín, Percy Días, Cheryl Tello y Luis Arévalo; quienes evaluaron cinco tipos de biofertilizantes en suelos de baja fertilidad. Además se logró mejorar la productividad de las plantas.
El sacha inchi es una planta que crece en las regiones de San Martín, Ucayali, Loreto, Cusco y Madre de Dios, y es conocido como el “maní de los incas”. Tiene un gran potencial industrial por la cantidad de proteínas que contiene y por sus aceites Omega 3, Omega 6 y Omega 9, muy beneficiosos para la salud.
Este tipo de producción de Sacha Inchi da como resultado un producto orgánico que tiene preferencia en el mercado y promueve el no uso de fertilizantes químicos.
Actualmente, se presenta en el mundo una tendencia a la producción y consumo de alimentos obtenidos de manera limpia, es decir, sin uso de pesticidas y fertilizantes. La tendencia a la producción orgánica de alimentos es una alternativa que beneficia tanto a productores como a consumidores.
El sacha inchi se adapta a diferentes tipos de suelos, lo que lo convierte en una alternativa muy viable para los productores de la Amazonía Peruana. El tipo de fertilizante que se está utilizando es el denominado “Biol”, el cual es una alternativa de abono orgánico rico en micronutrientes.
Luis Arévalo, investigador del IIAP en San Martín, afirma que el primer impacto en la utilización de los fertilizantes “bioles”, es bajar los costos de producción, al no utilizar abonos que vienen de las industrias.
“La producción de “bioles” es mucho más barata porque se utilizan los insumos de las chacras, que son muchas veces los residuos orgánicos de diferentes cultivos”, explicó a INFOREGIÓN.
Agregó que los “bioles” también tienen la ventaja de ser completamente orgánicos, a diferencia de los fertilizantes químicos que pueden producir contaminación en las aguas de consumo humano.
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