La lucha por las dirigencias cocaleras

Recientemente se realizó, en Trujillo, el llamado Sexto Congreso Cocalero de la Confederación Nacional de Productores Agropecuarios de las Cuencas Cocaleras del Perú (CONPACCP). Normalmente, este tipo de eventos sirve para fortalecer y renovar los compromisos con la institución. Sin embargo, en el caso de los cocaleros, como para no perder la costumbre, se dividieron en dos facciones antagónicas (Diario El Comercio).


 


Por el dinero invertido en el traslado de varias delegaciones, rápidamente tomó fuerza el bloque manejado por una parlamentaria andina que finge de operadora política del Partido Nacionalista Peruano, y la lista que patrocinó fue elegida como la nueva responsable de los destinos de la CONPACCP.


 


El denominador común de los flamantes dirigentes es que son colaboradores o militantes activos del nacionalismo. La pelea dada para tomar el poder de la máxima organización cocalera nos indicaría que ya comenzó a armarse la maquinaria para las elecciones del 2011 o simplemente para tener el control de un sector social adicto a las huelgas y bloqueos de carreteras, que resultaría muy útil para hacer oposición callejera.


 


Obviamente, quien pierde con la instrumentalización de esta organización son los propios campesinos cocaleros, que siempre han sido manejados con la desinformación y la falsa promesa de legalizar y defender toda su producción de coca ilegal (¡coca o muerte!).


 


Los condujeron a enfrentamientos y a situaciones que violaron la ley, muchos de los cuales aún tienen procesos penales en curso, y lo único concreto que consiguieron es satisfacer el apetito político de ciertos personajes que ahora gozan de una posición privilegiada y de inmunidad.


 


Es posible que esta CONPACC , en su intento de convertirse en actor político de oposición al Gobierno, forme alianzas con algunos frentes regionales, con el magisterio vinculado a la izquierda maoísta y otros sectores violentistas. En este escenario, las huelgas cocaleras, bajo cualquier pretexto, podrían ser pan de todos los días.


 


Como para no perder el tiempo, esta facción de cocaleros empezó a promover en el Alto Huallaga el llamado Operativo Milagro (es el ALBA con distinto nombre), para ello tienen planeado abrir oficinas en Tingo María, Aucayacu y Aguaytía con la finalidad de dar supuestamente ayuda médica en Cuba a enfermos de la vista y a pacientes con cáncer. También reclutarían a los hijos de los cocaleros para darles becas de estudio. En una zona abandonada por el Estado y con poblaciones necesitadas de estos servicios, es fácil imaginarse los seguidores y el apoyo que conseguirían los nacionalistas digitados desde el extranjero.


 


Mientras que estos personajes tienen claramente definida su estrategia y se escuchan cada vez con más fuerza los tambores de guerra en la selva alta (hay varias convocatorias a huelgas cocaleras indefinidas), los responsables de hacer frente a los conflictos sociales y el orden público, es decir, la Presidencia del Consejo de Ministros y el Ministerio del Interior, siguen sin superar sus problemas y líos partidarios, la comunicación entre ambos sectores aún está rota y no es por culpa del terremoto de agosto. Para ponerle más ají a este caldo, la policía ha señalado que se le están acabando los gases lacrimógenos utilizados para el control de disturbios.