Fichados. Desde el año pasado Adeuzo Mapes y su hijo Eurico Mapes estaban en conflicto con los indígenas que los rechazaban porque fueron sorprendidos cuando se dedicaban a la tala ilegal en los terrenos de la comunidad. Eurico incluso amenazó de muerte a los líderes porque no les permitieron movilizar la madera que habían obtenido ilícitamente.
Los taladores ilegales Adeuzo Mapes Rodríguez y su hijo Eurico Mapes Gomes fueron identificados como las personas que estaban en conflicto con el líder asháninka de la comunidad nativa de Saweto, Edwin Chota Valera.
El pasado 31 de agosto, Chota y otros dirigentes asháninkas, Jorge Ríos Pérez, Leoncio Quintísima Meléndez y Francisco Pinedo Ramírez, partieron hacia el poblado Apiuwtxa, en Brasil, donde participarían en una reunión con los lugareños. Pero no llegaron.
El 1° de setiembre fueron encontrados los restos de Edwin Chota y sus compañeros. La comunidad nativa de Saweto responsabiliza del espantoso cuádruple homicidio a los traficantes de madera que pululan en la zona.
Desde el 2013, el dirigente Edwin Chota dijo que Adeuzo Mapes Rodríguez y su hijo Eurico Mapes Gomes lo amenazaron de muerte por haberlos acusado de depredar árboles maderables en el territorio de su comunidad, en el distrito de Masisea, provincia de Coronel Portillo, en la región Ucayali. La comunidad de Saweto está cerca de la frontera con Brasil.
El 5 abril del año pasado, Edwin Chota y Jorge Ríos se enfrentaron a Eurico Mapes, quien los amenazó de muerte por impedir la movilización de madera extraída ilegalmente. Eurico Mapes y su padre Adeuzo Mapes son conocidos como proveedores de Hugo Osorio Flores, conocido acopiador de madera talada ilegalmente.
En su defensa, Eurico Mapes afirma que ni él ni su padre ingresan a territorio asháninka y que trabajan en un terreno entregado en concesión a José Estrada Huayta.
SON CARAS CONOCIDAS
Lo cierto es que en el 2005 la comunidad brasileña Apiuwtxa –vecina de Saweto– denunció a Adeuzo Mapes Rodríguez por el robo de dos motores de peque-peque en represalia porque lo denunciaron ante las autoridades por talar madera ilegalmente.
El caso no tuvo efectos sobre los depredadores. Es más, Chota los acusó una vez más al año siguiente.
Adeuzo Mapes y Eurico Mapes fueron fotografiados por los comuneros asháninkas en febrero de este año en la quebrada Coto, ubicada en el territorio indígena. Los descubrieron cuando talaban sin autorización de los asháninkas árboles de ishpingo, copaiba y lupuna, entre otros.
Las fotografías son evidencias fundamentales para la investigación policial que busca identificar a los autores de la masacre.
El 23 de abril de este año, el mismo dirigente asháninka Edwin Chota Valera denunció a Adeuzo Mapes y Eurico Mapes ante la Segunda Fiscalía Especializada en Materia Ambiental, a cargo de Patricia Lucano Gómez, con oficinas en Pucallpa.
El líder indígena reclamaba a la autoridad que la madera extraída fuera decomisada e impedir que llegara a Pucallpa para su comercialización.
No hay información de lo que sucedió con la demanda de Chota. Pero el caso estaba en curso cuando asesinaron a Edwin Chota.
EL CONFLICTO DE SIEMPRE
Los primeros restos fueron encontrados el 11 de setiembre. Se trataba de dos cuerpos. Y ayer 16 se encontró un tórax. Para proceder a la identificación, las autoridades obtuvieron muestras de cabello y sangre de los hijos de las víctimas. No hay certeza de que alguno de los cuerpos corresponde a Edwin Chota.
El resultado de la prueba de ADN se conocerá en un mes. Los familiares están aterrorizados porque creen que los asesinos volverán por ellos para impedir que protesten por los crímenes.
Cuarenta efectivos de la Policía Nacional han sido desplegados en la zona de Saweto: diez son de la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri) y otros 30 se han establecido en dos campamentos para prestar seguridad.
Saweto es una comunidad compuesta por 30 familias nativas. Es una de las cinco que están establecidas en la cuenca del río Alto Tamaya.
En el 2003 Saweto fue reconocida como comunidad asháninka por el Estado. Pero en ese mismo año, el Gobierno Regional de Ucayali entregó por concurso público concesiones permanentes forestales. Cuando la comunidad quiso titular sus tierras, se dio con la sorpresa de que estas habían sido entregadas para explotación forestal.
«Aquí hay que hacer una contraposición de derechos porque cuando se entregó la concesión forestal no se consideró que en ese lugar había una comunidad nativa habitándola», explicó la viceministra de Interculturalidad, Patricia Balbuena Palacios.
«Esa es la pelea que tenían el dirigente Edwin Chota y las comunidades de esa cuenca en relación al tema de los títulos. Ellos necesitan los títulos para anteponer sus derechos frente a un tercero. Pero cuando el gobierno regional de Ucayali entregó la concesión forestal, lo hizo sin considerar a esas comunidades. Y cuando las comunidades quieren titularse no pueden porque está el derecho de un tercero. Ese es el gran problema», explicó Balbuena, quien viajó a Pucallpa para asistir a los familiares de las víctimas.
«Los familiares nos han alcanzado un acta con una serie de demandas que estamos trabajando con los diferentes sectores y estamos esperando que se terminen las diligencias que les corresponden al Ministerio de Interculturidad y la policía para que entre una delegación de la Presidencia del Consejo de Ministros y poder ver los problemas de la zona», informó la viceministra.
Chota mismo había advertido cinco meses antes de su asesinato de que había sido amenazado de muerte por las organizaciones criminales que acechaban a su comunidad.
«En represalia (a las denuncia contra los depredadores de los bosques), las amenazas de muerte y denuncias sin fundamento hacia mi persona y comuneros de Saweto (han aumentado) con mayor fuerza. Por eso pido la prevención de cualquier atentado contra nuestras vidas», señaló Edwin Chota en un oficio dirigido a la Segunda Fiscalía Especializada en Materia Ambiental, a la Dirección Ejecutiva Forestal y de Fauna Silvestre de Ucayali y a la Dirección de Turismo y Protección del Ambiente.
La demanda del líder indígena no fue escuchada y cayó víctima de los que lo amenazaban (María Elena Hidalgo).