A 20 metros de altura la selva se ve diferente. Subidos en una palmera de aguaje podemos ver insectos, aves y unos frutos maravillosos. De las hojas se obtienen fibras, del pecíolo se obtiene pulpa para papel, el tallo se utiliza como puente, de la médula del tronco se obtiene harina comestible, en las palmas caídas o tumbadas y en putrefacción proliferan los gusanos «suri» que se consumen crudos, asados o cocinados.
Sin embargo, su fruto es la parte que consumimos directamente. Con la pulpa de fruta fresca elaboramos refrescos, helados, dulces o bebidas alcohólicas.
Esa riqueza ha hecho que la reciente aprobación de los Términos de Referencia (TdR) para la elaboración de los planes de manejo forestal que promueven y controlan el aprovechamiento de las palmeras en el Perú, sea festejado por todos.
Lo mismo sucede con el ungurahui, un fruto nutritivo que contiene proteínas con balance de aminoácidos comparables a la proteína animal y considerablemente superior a la proteína vegetal.
“Estamos muy satisfechos con estos TdR porque así podremos aprovechar el ungurahui, el aguaje y otros productos, y nuestras familias serán las más beneficiadas”, señala Miguel Payaba Cachique, presidente del Comité de Ungurahui de la comunidad nativa Tres Islas (distrito y provincia de Tambopata, Madre de Dios).
Miguel vive en esta comunidad que es una de las siete que integran la Asociación Forestal Indígena de Madre de Dios y que, junto a la comunidad nativa Boca Pariamanu, ha sido beneficiada con el proyecto Desarrollo de la Cadena Productiva del Aceite de Ungurahui, que ejecuta desde el 2012 la organización Candela Perú, con el apoyo del Fondo de las Américas, con un financiamiento de $100 mil.
Ana María Mansilla, sub gerente del área de Proyectos, Certificaciones y Relaciones Comunitarias de Candela Perú, comenta que este proyecto consistió en la construcción de una planta de aceite de ungurahui para industrializar el producto y contribuir a mejorar la calidad de vida de las familias nativas, de una manera amigable con el ambiente.
Como parte de esta apuesta y con el apoyo de Rainforest Alliance, se han podido inventariar seis mil palmeras de ungurahui en estos territorios.
Payaba Cachique manifiesta que las decenas de familias de las comunidades están a la expectativa de la puesta en marcha de esta planta aceitera, programada para los próximos meses, pues la mayoría de ellas se dedica a la actividad castañera, la cual solo es posible entre enero y abril de cada año, dejando en la incertidumbre laboral y económica a las familias durante los ocho meses restantes.
Ahora, gracias a este proyecto de aprovechamiento e industrialización de las palmeras, a cargo de Rainforest Alliance y la Iniciativa para la Conservación de la Amazonía Andina, las familias de Tres Islas, Boca Pariamanu, Sonene y Palma Real, podrán trabajar libre y responsablemente en las áreas concesionadas haciendo uso de esta planta y explotando al máximo el achocolatado fruto; produciendo ungurahuina e incluso el refrescante helado de ungurahui; además de dar valor agregado a otros frutos como la castaña y el aguaje. Se están ultimando detalles como la electricidad o el abastecimiento de agua para iniciar el funcionamiento total de la planta de aceite.
Estos TdR, que consisten en unas fichas técnicas muy sencillas para que los solicitantes puedan presentarlas a la autoridad forestal, estipulan el modo en que se puede aprovechar toda la palmera, sus frutos, tallos, raíz y hojas, no desperdiciando nada y dándole valor agregado a todo. Y eso, es ver la selva de una manera diferente.