Rospigliosi: «Briceño fue pieza clave para diseñar reestructuración de la PNP»

El exministro del Interior, Fernando Rospigliosi, ha recordado al coronel Juan Briceño como una ´rara avis´ dentro de la Policía Nacional. Por un lado, el conocimiento que le dieron sus años al mando del Escuadrón Verde combatiendo el narcotráfico; por otro, una formación académica que lo llevó a ocupar los primeros lugares de la prestigiosa Universidad Complutense de Madrid.

Briceño, perseguido por sus convicciones democráticas tras el autogolpe de Fujimori en 1992, sigue haciendo falta en un país donde la inseguridad es palabra de todos los días. Rospigliosi habló con INFOREGIÓN sobre el recordado policía.

¿Por qué motivos fue dado de baja Juan Briceño? ¿Recuerda algo que le haya comentado de su persecución?

Él mandó una carta de siete páginas al comando policial, protestando por el respaldo que le habían dado al golpe del 5 de abril de Alberto Fujimori. Por supuesto, inmediatamente, le dieron de baja, lo enjuiciaron y le inventaron toda una serie de delitos.

Briceño es un policía extraño para la ciudadanía, en el sentido de que era, también, un académico con un paso importante en una de las mejores universidades de España. ¿Cómo era su trato en los distintos aspectos en los que se desempeñó?

Tenía cualidades que muy pocos poseen, porque, por un lado, era un policía operativo, que sabía trabajar en la calle, donde creó y dirigió el Escuadrón Verde durante varios años; y de otro lado, era un intelectual policía, que siguió cursos en universidades de España, ESAN y varios lugares, que publicó libros y participó en la reforma policial. Una persona muy preparada desde ese punto de vista.

¿Hay policías así actualmente?

Desgraciadamente muy pocos. No hay muchos policías como Juan Briceño.

¿Cuál fue su rol en la Comisión Especial de Reestructuración de la Policía Nacional ?

Él fue el Secretario Técnico de la Comisión, pero no solamente era un secretario, sino una persona que aportaba mucho con el conocimiento y la experiencia que tenía respecto a la actividad diaria y real de la policía. Él sabía mucho de eso. Fue una pieza fundamental en diseñar la reestructuración de la policía y llevar adelante las cosas que se hicieron. Desgraciadamente, no se pudo concretar mucho de lo que se había planeado.

¿Hasta qué punto luchó Briceño, junto a la gente involucrada en la reforma, para que no se cayera?

Cuando el equipo que había trabajado en la reforma salió, en 2004, él continuó trabajando en el Ministerio y ayudando a mantener algunos temas que ya habían empezado a funcionar y a desarrollar otros. Luego él pidió su baja por todas las cosas que ocurrían.

¿De qué cosas estamos hablando?

De que se perdió la continuidad de la reestructuración, de la creciente corrupción policial y que no veía ya perspectivas de cambio ni de mejora.

¿Cuáles, quién o qué fue la mayor traba para que esta reestructuración no se llegue a concretar?

Por un lado, el desinterés de los gobernantes, de los sucesivos presidentes de la República y los ministros del Interior, a los que no les interesa un cambio en la Policía… ni entienden, ni les interesa. Por otro lado, la resistencia de policías conservadores o corruptos, que, por supuesto, no están interesados en el cambio. Eso llevó a que los cambios no lleguen a buen término.

Durante su gestión logró el ascenso rápidamente. ¿Cómo fue ese proceso?, ¿era algo así como una reivindicación?

Por supuesto. Yo conversé con él y me pidió su reincorporación y yo le dije que por su puesto, lo podía reincorporar de inmediato, pero puso como condición ponerse a nivel de sus compañeros de promoción, es decir, dos grados, porque en el tiempo que estuvo fuera había perdido la posibilidad de ascender. Esa era una cosa inédita en la policía, pero entendí que él lo merecía y fue ascendido dos grados por méritos extraordinarios. Fue ascendido a Coronel, el grado en que terminó su carrera.

¿Cuánta falta hace Briceño en la política actual, dentro de todo el tema constante que tratan los medios sobre la inseguridad ciudadana?

Muchísima, porque era un policía conocedor del trabajo de la calle y diario de la policía. A la vez, un intelectual, un hombre honesto y honrado a carta cabal y que amaba a la Policía. Era una persona que amaba a su institución y que luego trabajó con el Serenazgo de Miraflores, convirtiéndolo en uno de los mejores de Lima. Realmente, policías como él son muy escasos y hace una gran falta. Lamentablemente, partió muy temprano cuando todavía tenía mucho que dar (INFOREGIÓN).