Carmen Masías responde a pro-legalizadores de la marihuana

Varios líderes de opinión en el Perú, como el artista Fernando de Szyszlo, el escritor Mario Vargas Llosa, el abogado Enrique Ghersi, e incluso el exministro de Economía, Pedro Pablo Kusckyznski, han apoyado la idea de legalización de la marihuana como un camino para disminuir su consumo y enfrentar de manera alternativa su  comercialización. La presidenta ejecutiva de Devida, Carmen Masías Claux, enfrenta los argumentos que esgrimen “los notables” -como ella los llama- pro-legalización.

En entrevista exclusiva para LaMula.pe, Masías dijo que “Devida aboga por un análisis concienzudo de las evidencias científicas y empíricas. No por un discurso apasionado y sin propuesta (…) si los “pro-legalización” tuvieran la razón, en cuanto a que la política ha fracasado ¿qué razón esgrimen, basada en evidencias que la legalización va a resolver los problemas? Sería necesario un análisis sustentado”.

“Hoy no se habla de guerra contra las drogas, ni se apoya el enfoque de militarización. La “Estrategia Peruana” tiene una posición moderada y diferente y un enfoque integral que incluye control de oferta (erradicación, interdicción, decomiso de insumos químicos), desarrollo alternativo con inclusión y cuidado del medio ambiente y prevención, intervención temprana y tratamiento”, precisó. Además, “la política peruana y la mundial frente a las drogas forman parte de un proceso. No es posible tener resultados inmediatos. No por ello, se va a abandonar”, dijo.

La política relativa a la marihuana, a las drogas ilegales en general, no parece que vaya a tener cambios drásticos en metodología o procedimientos, ni en el inmediato y mediano plazo.

LEGALIZADA EN OTROS PAÍSES, COMBATIDA EN EL PERÚ

Quienes argumentan que la legalización de la marihuana, y su efecto positivo en la disminución del consumo y en el control del narcotráfico está comprobado en otros países -Holanda, Estados Unidos y Uruguay- ¿tienen en cuenta cabalmente la realidad de la producción, distribución y consumo drogas ilícitas en el Perú? Masías sugiere que no.

Respecto al caso de Uruguay, Masías afirma que las condiciones sociales, demográficas, económicas y políticas facilitarán “que el expendio de la droga que se pretende regular (marihuana) no ‘se salga de control’ y que tal vez se pueda evitar, en parte, el mercado negro (paralelo)”.

“Uruguay es un país de sólo 3 millones de habitantes. Tiene una base poblacional vieja (es el único país de Latinoamérica con esa condición). Posee un sistema de salud y un sistema de seguridad social muy avanzados. No se trata de un país que produzca drogas. La corrupción es muy débil y controlada”, afirmó.

“El caso del Perú es muy distinto al de Uruguay: nuestro país es productor de drogas, somos el primer país en hectáreas de hoja de coca, materia prima de las drogas cocaínicas -95% va a ello– y el primero como exportador de cocaína; carecemos de un sistema eficiente y suficiente de atención a dependientes, existe una corrupción significativa y gran informalidad y somos un país de 30 millones de habitantes con una población predominantemente joven” detalla Masías a LaMula.pe.

En Estados Unidos, la despenalización del consumo de marihuana funciona desde hace algunos años en algunos estados. Masías explica que en Colorado se lleva a cabo “una investigación a nivel federal, sobre los lazos que las organizaciones de la industria de la marihuana parecen tener con mercados ilegales. Los agentes-investigadores parecen estar prontos a probar que los cárteles colombianos usan ‘la fachada legal de la marihuana medicinal’ para hacer operaciones con el estado de Colorado”.

“En general, la marihuana es vendida, en los mercados paralelos, dos veces más que en mercados controlados», explica Masías, citando el estudio Rocky Mountain drug trafficking task force, de 2013. «La droga se expende ilegalmente en El Paso, Florida, Illinois, Kansas, Missouri, Nebraska, Texas y Wisconsin”, nos dice. Cabe resaltar que son solo dos estados, Colorado y Washington, los que han legalizado la venta controlada de la popular ‘droga blanda’ para uso recreativo, no necesariamente medicinal.

En el caso de Holanda, según Masías, «la tendencia es que cada vez van siendo menos los coffee-shops». Pese a lo que significa para el sector pro legalización el contexto holandés, la ex directora de Cedro señala que las evidencias, relativas a la salud pública en dicho país no son favorables.

«Ha habido un aumento de enfermedades de trasmisión sexual, así como un incremento de prostitución clandestina y, también ha subido el número de muertes por hepatitis C y hepatitis B y enfermedades relacionadas al uso de estupefacientes.

Asimismo se ha creado “el turismo de drogas” y alrededor de los coffee-shops; existen redes de venta ilegal de las mismas, lo que causa incidentes de violencia. Los disparos con armas crecieron 40%, los asaltos 69% y el robo de autos 62%», nos cuenta con un reticencia motivada por los datos que maneja.

Masías Claux es suspicaz y guarda sus reservas sobre implementaciones legales y procedimentales en otros países. Esta actitud está en consonancia con la política del gobierno peruano de no incentivar el consumo de drogas ilícitas (mas «sí a tratar al consumidor», dice) por el efecto que puede recaer sobre la salud pública, pese a que poseer menos de 8 gramos de marihuana para consumo personal, en el Perú, no sea punible, y eso puede considerarse alguna forma contradictoria de libertad -ya que el cultivo y el tráfico sí son ilícitos-.

Más allá de lado ‘positivo’ de la recaudación de impuestos y el tipo de innovación política que significa enfrentar el problema de la marihuana como lo hacen Uruguay, Holanda y EE,UU, a través de la legalización, existe un problema crucial, que trasciende la perspectiva legalista, y está relacionado con los consumidores: la probabilidad de la drogodependencia, la incapacidad para controlar de manera individual el consumo de drogas, sean lícitas o no. Recordemos que para la Organización Mundial de Salud la adicción es considerada una enfermedad que deteriora, a grandes rasgos, la vida emocional y física de los dependientes de manera crónica.

SALUD MENTAL

La salud mental en el país es una realidad que ha sido bastante descuidada, y no solo para el caso de adicciones a las drogas, sino para el cuidado y tratamiento de enfermedades mentales en general. Recordemos que en el 2012, la doctora María Edith Baca, consultora en Promoción de Salud Mental de la Organización Panamericana de la Salud, sostuvo que el Perú padecía la escasez de especialistas y sistemas de atención adecuados para atender y tratar a los pacientes con problemas de salud mental.

“Durante décadas la Salud Mental, incluyendo el tratamiento a dependientes, ha sido postergada recibiendo muy poco presupuesto y llevando políticas y programas con un enfoque muy ortodoxo, médico y hegemónico (se ha considerado que la salud mental y el tratamiento a dependientes es patrimonio sólo o necesariamente de los psiquiatras). Incluso, dentro de la mayoría de psiquiatras se ha considerado un tratamiento de corte hospitalario. Aún hay voces, incluso desde el sector oficial, muy represivas que enfocan y denomina a la dependencia como ‘un vicio'», explica Masías.

“El diagnóstico hecho por Devida, respecto a la atención a dependientes ha arrojado una situación dramática: se encontró que desde el estado existen sólo 700 camas para personas dependientes. Ninguna para mujeres, con la condición de dependientes. Si consideramos que hay en el Perú (estudios epidemiológicos de Devida y Cedro, 2011, 2012) aproximadamente 100,000 adictos, sólo a drogas cocaínicas, vemos lo precario que es el sistema de atención”, detalla Masías sobre algunos de los indicios que prueban cómo el Gobierno ha descuidado sistemáticamente este aspecto de la salud pública.

ALTERNATIVAS EN LA PENALIZACIÓN

De los lineamientos que Devida implementa en conjunto con el gobierno central a favor de la prevención y rehabilitación del consumidor, y que pueden verse al detalle en su página web, llama la atención una propuesta que puede aliviar del peso jurídico no solo a los infractores, sino a las mismas autoridades: los Tribunales (o Cortes) de Drogas.

Masías explica que esta instancia «atiende a personas que han cometido delitos menores, con el objetivo de evitar que ingresen al sistema carcelario, o de paliar las penas. Este programa se da la mano con el enfoque de Justicia Restaurativa que tiene como objetivo “restaurar” desde la víctima y la persona agresora, con penas alternativas no carcelarias. Ambos, programa y enfoque, han tenido éxito en países como los Estados Unidos de América, Chile, Panamá, Costa Rica y otros».

Otra iniciativa gubernamental pretende que la dura criminalización no sea la única cara de la política contra el tráfico de drogas. Respecto a la situación del VRAEM, donde jóvenes de familias de bajos ingresos son captados como «mochileros», Masías comenta que DEVIDA, «ha iniciado un programa en los centros tecnológicos de la zona al haber identificado que estos jóvenes en un 90% fueron captados mientras se encontraban realizando estudios en estos institutos. Asimismo, se ha iniciado un programa comunicacional dentro de las cárceles del VRAEM. DEVIDA aboga por un sistema de penas alternativas».

DATOS

La presidenta ejecutiva de Devida resalta los siguientes datos clave:

«La marihuana es la droga ilegal más consumida en el mundo. Según estudios epidemiológicos de Devida y Cedro, es la droga ilegal más consumida en el Perú».

«La percepción que sobre todo la población joven tiene de la marihuana, es que se trata de una droga inocua».

«La edad de inicio del consumo de la marihuana desciende cada vez más. Hoy en promedio son los 15 años».

«El grupo etario más afectado es el de los y las adolescentes y jóvenes. La carencia de establecimientos de atención a dependientes, desde el estado, hace que las familias deban recurrir a instalaciones privadas, donde parte de su presupuesto se desvía para tratar al familiar con un uso problemático de consumo».

«En la casuística se encuentran tanto varones como mujeres jóvenes que hacen abandono de sus estudios escolares o universitarios, por un consumo sostenido de marihuana y un síndrome amotivacional. (Lugar de Escucha Cedro, estadísticas 2012 -2013)».