El CADE del Vraem: Uno para todos

Cuando Jhoel Oré, 22, llevó por primera vez una mochila cargada de cocaína tenía solo 15 años. Expulsados por Sendero Luminoso de la localidad de Mejorada, él y su familia se instalaron en Sivia, entonces un distrito cocalero de menos de 10 mil habitantes ubicado al pie del río Apurímac, en el corazón del Vraem. Como era costumbre en la zona, su familia trabajaba cosechando hoja de coca. En una buena jornada, junto a su madre y dos hermanos, podían sacar hasta S/. 200. Hasta que entonces le ofrecieron más.

“Te van a pagar bien por llevar un equipaje a Puerto Maldonado”, le dijo un amigo del colegio.

Tras un día de caminata y otro más de viaje en bote, camioneta y moto, entregaron sendas mochilas a un ‘contacto’ que las revisó y sacó diez ladrillos de cocaína de cada una. Su amigo recibió S/. 1,800, él S/. 500. Igual le pareció un buen negocio.

Era el derecho de piso. En un segundo viaje, a Atalaya, le pagaron S/. 1,000.

Pero antes de hacer un tercer viaje, otro de sus amigos fue capturado y tuvo que enfrentar un juicio por el que fue condenado. Todavía no sale en libertad y forma parte de los casi mil jóvenes que cumplen condena en el penal de Yanamilla. El miedo a perder la libertad hizo que Oré se aleje del narcotráfico y la industria de la cocaína, aunque está tomó mayor fuerza en la última década y llevó al Vraem a producir la tercera parte de cocaína del Perú.

Hoy, Oré es parte de los casi 600 jóvenes que luchan por cambiar esta realidad, replicando los programas Proyéctate y Emprende en 11 distritos de un valle cocalero con casi 400 mil habitantes: desde Llochegua –donde cayeron los mandos Alipio y Gabriel- hasta Samugari, pasando por San Francisco y los distritos cusqueños de Pichari y Kimbiri, en la margen del Apurímac que pertenece a Cusco.

LÍDERES Y EMPRENDEDORES
El último fin de semana, el Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de Drogas (Cedro) juntó en Sivia a 180 jóvenes que forman parte de sus programas Proyéctate y Emprende, en el sexto encuentro interregional de jóvenes emprendedores.

Si el CADE de Paracas pone el énfasis en los jóvenes ejecutivos, en el Vraem, Cedro también apuesta por el futuro, responsabilidad de las nuevas generaciones.

Proyéctate apunta a los menores de edad, entre 13 y 18 años, que trabajan sus capacidades de liderazgo y difundan la cultura de legalidad que refuerza Cedro a través de planes de acción social. Desde el consumo de drogas al embarazo adolescente, cada participante se centra en los problemas que más de cerca le haya tocado.

“Yo le hablo a mis compañeros para que denuncien la violencia, los golpes en casa y las violaciones”, cuenta Abigail Lagos, de solo 13 años.

Su prima fue abusada por su padrastro durante largos meses sin que su madre le creyera. “Recién le hizo caso cuando el padrastro de mi prima le pegó un sartenazo porque quiso evitar que abuse también de su hermanita de cinco años”, cuenta Abigail con brutal sinceridad.

El caso la marcó y hoy se centra en la violencia doméstica, sin perder de vista la conexión que tiene ésta con el consumo de alcohol y drogas. De grande quiere ser alcalde, “para cambiar todo esto”.

El otro programa, Emprende, trabaja con los jóvenes de entre 18 y 35 años, que durante cuatro meses identifican ideas de negocio para luego concursar por fondos semillas de unos US$ 300 por persona. Anualmente capacitan a 300 jóvenes, de los cuales aproximadamente la mitad accede a los fondos. Proyéctate también llega a 300 niños al año, y ambos llevan seis años de ininterrumpido trabajo en Ayacucho, Apurímac y Cusco, gracias al financiamiento de la Sección de Asuntos Antinarcóticos y Aplicación de la Ley (SAAL, ex NAS), aunque la idea es que tenga interés suficiente para que sean continuados por los municipios distritales.

Un tercer proyecto, Yachachiq, capacita a maestros para que refuercen a lo largo del año escolar los valores y cultura de legalidad. Sumando las charlas que realiza, Laura Barrenechea, coordinadora regional, calcula que llegan a por lo menos seis mil personas al año.

En Sivia, los esfuerzos van dando frutos. Esta vez fue el alcalde Wilfredo Juárez quien presidió la inauguración del evento, quien junto al alcalde de Llochegua, Omer Sinchituyo, y al de Carmen Alto, Marcelino Páuccar, dieron un mensaje claro contra el narcotráfico.

La comuna de Sivia no solo financió la estadía de los 180 jóvenes, sino que además tiene a tres jóvenes que trabajan programas sociales que ofrezcan alternativas ante el narcotráfico.

Uno de ellos es el propio Jhoel Oré, que trabaja como “responsable de jóvenes” para el municipio distrital de Sivia, junto al promotor local de Cedro, Ahmed Bermudo.

“Esta es una zona difícil y no tenemos buena fama”, comenta, “pero queremos una buena vida en el distrito”. (Cortesía Caretas)