Un equipo de investigadores liderados por la profesora de la Universidad Autónoma de Chiapas de México, Martha Elena De Coss Flores, se ha dedicado a estudiar y desarrollar diversas formas de control biológico de ácaros como una alternativa al uso de elementos químicos en los cultivos de papaya.
“Actualmente, las plagas de ácaros son primarias y de gran preocupación para los productores, debido a que si el cultivo depende al 100% del uso de agroquímicos y plaguicidas, las plagas se hacen más resistentes y se destruyen los controladores y depredadores naturales. Lo que proponemos nosotros es utilizar medidas alternas de control biológico para disminuir el uso de agroquímicos y que el daño al medio ambiente sea en menor proporción”, señaló De Coss Flores.
Como precisó Indoagro a INFOREGIÓN, las técnicas van desde la utilización de microorganismos como el Beauveria Bassian (un hongo entomopatógeno que crece naturalmente en los suelos de todo el mundo) hasta el uso de “cultivos trampa” o de “plantas banco”.
De acuerdo a De Coss Flores, la utilización de microorganismos sería la más económica, considerando que cada bolsa costaría aproximadamente 4,5 dólares. “Basta con dos bolsas de 300 gramos para una hectárea, con una proporción de conidios adecuada, para combatir el ácaro Tetranycchus Urrticae y además se pueden combatir también las arañas rojas”, detalló.
El “cultivo trampa” que utiliza el frijol escumite, dado que atrae a los ácaros, es una planta que también puede ser considerada debido a que es preferente del ácaro. “Lo pueden utilizar como una planta trampa con excelentes resultados, disminuyendo hasta en un 75% las aplicaciones de acaricidas en invernadero”, detalla la profesora.
Finalmente, las “plantas banco” funcionan como “un banco de depredadores y parasitoides”, según De Coss Flores. “Si nosotros vamos a introducir un depredador podemos bajar las poblaciones del ácaro. De esta manera, conservaremos un depredador nativo como un agente de biocontrol”, agregó.
La investigadora señaló que el control biológico sería la mejor opción para los productores, pues el ácaro no es visible al ojo humano y solo quedan en evidencia cuando la planta ha perdido follaje. Por ende, hay que prevenir.
“El ácaro es tan pequeño que el agricultor se da cuenta de la afectación cuando ya se reduce el área foliar. De acuerdo a lo que hemos estudiado, la toxina del ácaro tropical hace que el área foliar se reduzca y esto no permite una fotosíntesis correcta. Por otro lado, hay aborto de frutos, alargamiento de los peciolos y cuando hay una reducción foliar, la penetración del sol quema el follaje”, precisó.
Cabe señalar, que los ácaros pueden permanecer hasta dos meses en la planta e incrementan cuando la humedad es más baja, por lo que los productores deben poner atención no solo a los factores climáticos donde se encuentra el cultivo, sino también al microclima de éste. Así, tener un mayor conocimiento sobre las plagas ayudaría a controlarlas, evitando la aplicación de elementos químicos.