Desde 2008, el comité central del grupo terrorista que opera en el Vraem estaba formado por seis miembros, de los cuales han muerto, por acción de las fuerzas del orden, tres. Primero fue ‘William’ (setiembre de 2012) y ahora los conocidos como ‘Alipio’ y ‘Gabriel’.
Los tres tenían un perfil muy parecido. Se enrolaron a Sendero Luminoso cuando eran adolescentes. Rápidamente se convirtieron en mandos militares que encabezaron las más sonadas acciones terroristas: los dos secuestros (2003 y 2012) de los trabajadores del gas de Camisea, la emboscada en Sanabamba donde murieron 14 militares, el ataque al aeropuerto de Kiteni y, más recientemente, la incursión en Tutumbaru (Huanta) al campamento del Consorcio Vial Quinua, empresa que asfaltaba la carretera al Vraem.
El terrorismo ha perdido a sus más importantes mandos operativos con los que controlaba territorios que van desde La Convención (Cusco), pasando por La Mar y Huanta (Ayacucho) y llegando hasta Satipo (Junín) y Pampas Tayacaja (Huancavelica), casi todo el extenso Vraem. ¿Esto significa que la presencia terrorista se acabó en estas zonas? Definitivamente, no.
Lo que podría venirse es, quizá, una respuesta terrorista en la parte del río Ene, donde se registran frecuentes incursiones y desplazamientos desde el último mes de abril. Inmediatamente después se replegarán para analizar qué pasó para que se conviertan, esta vez, en las presas emboscadas. Pensarán que fueron infiltrados o ubicados a través de sus comunicaciones. Necesitarán mucho tiempo para responder estas preguntas y, principalmente, para recomponer, lo que ellos llaman, la dirección del partido.
Se conoce que tienen una extensa cantera de mandos intermedios. Probablemente asciendan al comité central los terroristas conocidos como ‘Olga’ y ‘Renán’ (este último a cargo de las acciones en el río Ene). En las ‘bandas’ que dirigían los occisos, los segundos en la lista se convertirían en los nuevos rostros del terror. Así pasó cuando cayó ‘William’.
Entonces, tenemos que en el grupo que encabezaba ‘Alipio’, lo reemplazaría ‘Ornar’. En el grupo manejado por Gabriel, subiría ‘Fernando’ o ‘Yuri’.
Sin embargo, ninguno de estos recambios alcanza, ni por asomo, al conocimiento del terreno y experiencia en guerra no convencional que tenían los terroristas caídos.
Parece que, finalmente, el Gobierno y las Fuerzas Armadas entendieron que la estrategia contra el terrorismo debe fundamentarse en la inteligencia humana y electrónica, exactamente igual como se hizo en el Huallaga.