Maijunas versus jijunas

El sol quema cerca de los 30 grados. Y la primera advertencia para los “mestizos” que llegan de la ciudad es que se cuiden de la malaria. No será en vano. Los extremos de la ribera del río Yanayacu donde se erige el caserío de 12 casas le abren la entrada a la jungla amazónica.

El zumbido nocturno de insectos se acompaña de un ininterrumpido concierto de grillos. En más de un sentido, Puerto Huamán, a cuatro horas de en lancha desde Iquitos, es una localidad de frontera.

No hay luz ni señal telefónica.

Puerto Huamán es una de las cuatro comunidades en la que pervive la etnia maijuna, repartida por los afluentes de los río Napo y Putumayo. Las otras tres son San Pedro de Totoya, Nueva Vida y Sucusari-Orejones.

No quedan más de 200 nativos maijunas, de acuerdo a los puntillosos registros contabilizados por la Parroquia Santa Clotilde de Napo.

Los niños que se bañan calatos y despreocupados en medio de inocente jolgorio en las aguas mansas del río no solo son peruanos, sino también los últimos portadores de un dialecto que se resiste a desaparecer de la faz de la tierra. Son los ecos de la diminuta etnia amazónica que encara los desafíos del nuevo siglo con singular fortaleza e identidad.

El pasado 23 de junio, se congregaron en Puerto Huamán 12 de sus representantes para recibir a los representantes del viceministerio de Interculturalidad, la Defensoría del Pueblo y el Servicio de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) que se trasladaron al caserío a bordo de un deslizador. En el cielo, enormes volutas de nubes presagiaban una inminente tormenta tropical.

Y pasaron a la historia política del Perú como la primera comunidad nativa del país en celebrar la Consulta Previa en el marco del nuevo reglamento aprobado en abril de 2012.

Esta herramienta se suele asociar al visto bueno de las comunidades que deben recabar las empresas que explotan recursos naturales. Pero aquí se trata de un proceso emprendido desde el 2008, con la ayuda de funcionarios del gobierno regional de Loreto.

Los maijunas entregaron el 6 de julio un acta con la aprobación unánime de la comunidad para que la zona que habitan sea declarada como Área de Conservación Regional (ACR), donde se prohíba; en un área de 391 mil hectáreas, un vasto bosque que se extiende desde el río Napo hasta el río Putumayo; cualquier actividad que afecte irreversiblemente el precioso ecosistema.

Esta acta será entregada a Iván Vásquez, presidente regional de Iquitos, para que la firme y se adjunte al expediente técnico que será enviado al Ministerio del Ambiente que, a su vez, lo revisará y se lo entregará a la PCM para su correspondiente aprobación.

Tienen fama de amables, pacíficos y dedicados anfitriones. Pero desde los tiempos de la conquista también se han levantado contra cada fuerza patronal que buscó subyugarlos durante años, en una triste historia de abusos y baños de sangre. Los maijunas han sido piedras en las botas de los encomenderos españoles y los anglosajones caucheros.

No por nada eligieron al “Palo Duro”, árbol inquebrantable de la región, como símbolo de su causa.

También vivieron períodos de violencia fratricida. Durante la década de 1960 se mataron entre sí “por prestigio y por mujeres”, recordó uno de los nativos, bajo la lumbre del fogón.

‘‘Por años nos han llamado kotos, una especie de monos que vive por acá cerca, y eso lo consideramos como un insulto porque no somos monos. Somos personas’’, remarcó Romero Ríos, presidente de la Federación de Comunidades Nativas Maijunas (FECONAMAI), y profesor bilingüe en la escuela primaria de su comunidad.

DEL CAUCHO A LA TALA
‘‘Yo he visto cómo le pegaban a mi padre y le exigían transportar toneladas de caucho allá por el año 1945’’, recuerda David Tamayo, hijo mayor del hombre que inició el acercamiento entre las cuatro comunidades y fue el fundador de Puerto Huamán.

La explotación del caucho ya no es más que una pesadilla lejana, pero hoy otras son las “maldiciones” contra la etnia que se expande en los alrededores del Napo.

Hasta hace poco agentes de la DEA recorrían el Napo siguiendo las nuevas rutas del narcotráfico. Además, el valioso árbol de cedro abunda en la zona. La tala ilegal es organizada por empresas ilegales que, en su mayoría colombianas, continúan internándose en búsqueda del recurso.

“Yo me he enfrentado a dos colombianos que manejan la zona aledaña a San Pedro de Totoya de donde provengo’’, cuenta César Ríos, uno de los traductores. Ríos los identifica como “Ricardo” y “Javier” y señala que mandaron a matar a varios comuneros.

En años anteriores era común observar que los taladores actuaran con complicidad de algunos comuneros, recompensados con motores y generadores de electricidad.

Desde la década de 1990, el botánico norteamericano Michael Gilmore asesora a los nativos a tomar conciencia del valioso patrimonio en su territorio. Desde entonces, el esfuerzo para que el Estado peruano proclame el área de conservación fue ganando impulso.

El domingo 23 de junio, la etapa de información de la consulta previa se desarrolló formalmente al interior de la casa comunal, hecha toda de madera. Unos 60 nativos, hombres y mujeres, incluidos los 12 representantes de las 4 comunidades enfundados en sus cushmas, escucharon la exposición de los representantes del Estado y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Cuando el área de conservación sea oficialmente aprobada, la caza y la tala serán reducidas al mínimo, para cubrir las necesidades personales de sus habitantes.

“Tampoco vamos a ser mezquinos”, salva Walter López, maijuna de Nueva Vida. “Nosotros permitiremos que las comunidades campesinas vecinas aprovechen el recurso en menor escala pidiéndonos permiso”.

DICCIONARIO MAIJUNA
La sostenibilidad de la etnia no pasa solo por salvaguardar su territorio.

Según la Unesco, la maijuna es una de las 62 lenguas que se encuentran en peligro de extinción en el Perú.

Esto se hace más patente al comprobar que casi ninguno de los nativos menores de 20 años conversa en el idioma nativo, salido del tronco lingüístico del tucano occidental o macrotucano.

El profesor Romero explica que se encuentra capacitando a 6 lingüistas de las comunidades para ayudar a la ONG californiana Cabeceras en su tarea de realizar un nuevo diccionario Maijuna.

El último fue culminado hace 50 años por el padre Daniel Bellier. Ahora se modificarán unas cinco mil palabras, se incorporará la letra R y se reemplazará la C por la K. También saldrá la U y la W se intercambiará por la UE. Se prepara la publicación para 2016. La idea es que la educación bilingüe para los más pequeños sea ampliada a las cuatro comunidades.

Los capacitados también tienen la misión de recolectar los mitos y leyendas entre los más ancianos. Aunque fueron evangelizados desde las misiones jesuitas del siglo XVII, persiste el respeto místico al sol y, sobre todo, a la luna.

Y también tienen figuras algo más terrenales. Sabino Gonzales Flores, apu de la comunidad San Pablo de Totoya, narra que los bosques de la zona están resguardados por el “yashingo”, un hombre de la selva invisible que se encarga de proteger los recursos y que tiene las chacras mejor cuidadas de la región.

El nombre de una de las comunidades –“Orejones”– recuerda la progresiva extinción de estos grupos humanos. Julio Ríos Ochoa, el más anciano de Puerto Huamán, explica en su idioma que perdieron la costumbre de engarzarse enormes semillas en las orejas con fines ornamentales. Lo tienen marcado en el calendario: el último orejón murió en 1982 y se llevó a la tumba la costumbre ridiculizada por una selva que ya se occidentalizaba.

Hoy, el mayor miedo del fiscal de la Feconamai, Eloy López, es que los jóvenes se perviertan con la tala masiva y el negocio de la droga. ‘‘Ellos no saben qué es el narcotráfico y la prostitución’’ expresa el experimentado líder.

En el viaje de retorno a Iquitos, dos enormes embarcaciones acoderadas en el Napo cargadas de enormes troncos fueron una escalofriante constatación de la magnitud de la tala ilegal en la zona y la urgencia de que la voz de los maijunas, expuesta ordenada y civilizadamente en la primera consulta previa jamás desarrollada en el país, llegue a buen puerto. (Ricardo Velazco)