Narcos tienen 36 pistas de vuelo en valle Pichis-Palcazu

Más de 700 efectivos antidrogas se han desplazado a las selvas de Huánuco y Pasco para asegurar la erradicación de 6 mil hectáreas de cocales y destruir las «narcopistas» desde donde se despacha droga hacia varias ciudades de Bolivia, Brasil y Paraguay.

Tzimeri, como se hace llamar un nativo asháninka de la comunidad de Yarina, en Pasco, lo ha visto todo.

«Ellos (los narcotraficantes) contratan por 60 dólares al día a los comuneros para acondicionar un sector de 600 metros de la playa del río de la comunidad para que sirva como  pista de aterrizaje. Trabajan 20 nativos durante cuatro días. Con el narcotráfico tenemos un mayor ingreso económico para nosotros», dice Tzimeri.

La Policía Antidrogas ha identificado al menos 36 pistas clandestinas de narcovuelos en el valle de los ríos Pichis-Palcazu. Las avionetas se dirigen preferentemente hacia Bolivia, Brasil, Argentina y Paraguay.

La presión de las fuerzas del orden en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) obligó a las organizaciones de narcotraficantes que producen cocaína en esa zona a buscar una nueva ruta para abastecer a sus compradores. Escogieron el valle de Pichis-Palcazu por su cercanía, pero sobre todo por la inexistencia de control aéreo.

«Aquí ingresan las avionetas a las playas que se forman  cuando baja el caudal de los ríos. Ellos (los narcotraficantes) vienen con sus carros, nos ofrecen trabajo y tenemos que ir porque necesitamos el dinero. Pagan 60 dólares por día,  cuando yo gano solo tres soles al día. Luego de que hacemos el trabajo, ellos desaparecen. No sabemos quiénes son ni de dónde vienen», explica el asháninka Tzimeri.

Por cada kilo de droga trasladado a su territorio, los bolivianos pagan entre 900 y 1,200 dólares, dependiendo de la oferta y la demanda.

El piloto recibe entre 15 mil y 20 mil dólares. Además, los narcotraficantes abonan 30 mil dólares a las comunidades nativas por su «colaboración», es decir, por su silencio. La paga se hace en dos partes, 15 mil antes de que la avioneta ingrese y otros 15 mil cuando  va a despegar. El desembolso obedece a que las pistas clandestinas se encuentran ubicadas dentro de las comunidades nativas o de las fincas de los colonos.

En verano las orillas de los ríos también son usadas como pistas, y esto se debe a que cuando baja el caudal de los ríos, se forman islas y playas extensas que son limpiadas por las comunidades  y quedan aptas para su uso. Este es el caso de las playas de las comunidades de Yarina, Puerto Mayro, San Carlos y Puerto Orellana.

Tzimeri también es testigo de los vuelos ilegales que se registran en otras comunidades: «Salen vuelos por aquí y por allá. Escuchamos que el avión  entra y sale pero no nos arriesgamos a averiguar, tenemos miedo», relata el asháninka.

BOOM DEL NARCOTRÁFICO
El valle de Pichis-Palcazu  es un corredor económico que abarca las provincias de Puerto Inca (Huánuco) y Oxapampa (Pasco). El «boom» del narcotráfico en la zona se inició hace dos años.

Al comienzo el trasiego de droga era por vía terrestre o fluvial, pero al endurecerse el control policial, las mafias aprovecharon la ausencia de la vigilancia aérea.

La cercanía de Pichis-Palcazu con los valles cocaleros del Huallaga y de los ríos Apurímac y Ene convirtió el lugar en un punto obligado para la exportación de cocaína.

La ciudad de Constitución, ubicada en Oxapampa, es el centro donde confluyen las mafias de la droga. El dinero del narcotráfico ha estimulado la construcción desordenada de hoteles, bares, discotecas, comercios. Abundan los vehículos sin placa, los hoteles sin registros y es notoria la prostitución femenina e infantil. También es evidente la presencia de extranjeros, que suelen ser los compradores de la droga o sicarios.

«Cuando los traficantes peruanos y bolivianos descubren que toda la zona estaba libre de radares y de la presencia del Estado toman posesión del lugar y comienzan a exportar por vía aérea. Para ellos es mucho más rentable mover la droga desde el Huallaga y el Vraem hacia Pichis-Palcazu porque  no  corren mucho riesgo», informó un oficial de la Policía Antidrogas en la zona.

Hasta el momento los agentes antinarcóticos han identificado y ubicado 36 pistas clandestinas, pero no descartan que existan otras más.

VUELOS FANTASMAS
«Podrían ser hasta cincuenta pistas porque se ha descubierto que existen pistas que  son camufladas con construcciones móviles, de modo que no son posibles detectarlas mediante la observación aérea», señaló el oficial de la Dirandro.

Desde Pichis-Palcazu los cargamentos de droga parten hacia Bolivia, Brasil, Argentina y Paraguay. La mayoría de alijos se dirigen hacia el departamento boliviano del Beni, una zona muy parecida al Pichis- Palcazu, donde  también abundan las pistas clandestinas.

El ingreso de las avionetas desde Bolivia es coordinado por radio y estas demoran cuatro horas en llegar a una pista peruana.

Dos horas antes de su arribo, los narcotraficantes sacan la droga de las «caletas» (escondites) ubicadas cerca de los ríos. La transportan por bote hasta la pista de aterrizaje, donde espera la narcoavioneta, generalmente un Cessna con capacidad para 300 o 400 kilos de pasta o cocaína. Todo depende de si es una máquina monomotor o bimotor.

«Es imposible dar una cifra exacta sobre la cantidad de pistas clandestinas por la falta de radares y la complicidad de los colonos y nativos de la zona que  no entregan información a las autoridades», dijeron fuentes de la Policía Antidrogas.

La mercancía que sale por las pistas de Pichis Palcazu proviene principalmente del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), así como del Huallaga.

Para la Policía Antidrogas, hasta las autoridades respaldan el narcotráfico azuzando a la población contra la erradicación de los cocales. Pero el alcalde de Constitución, Moisés Acuña Gómez, dijo que no es cierto. «Los policías provocan a una población que está enardecida. La población se amotina cuando vienen a erradicar. Es un problema de falta de comunicación», explicó.

El asháninka Tzimeri resumió así la situación: «Mientras (los narcos) paguen por nuestro trabajo, todos aquí estarán contentos».

LA POLICÍA TOMA CONSTITUCIÓN
Desde mediados de abril comenzaron a llegar paulatinamente a Ciudad Constitución contingentes de efectivos antidrogas hasta sumar en la actualidad 700, con el objetivo de resguardar el proceso de erradicación de cocales. Hay en el valle 6 mil hectáreas de cultivos de hoja de coca.

La lucha directa contra el narcotráfico está a cargo del coronel PNP Jorge Angulo Tejada. El ingreso policial al valle no fue fácil. El 31 de mayo pasado, el contingente policial de la Dirandro que ingresaba a Constitución para reforzar la base fue atacado por una turba de tres mil pobladores alentados por los narcotraficantes. Los efectivos fueron atacados con palos y piedras. Otro contingente que acudió en su ayuda también fue reducido.

EN CIFRAS
6,000 hectáreas de hoja de coca hay en Pichis-Palcazu. 160 toneladas es la producción potencial de cocaína en el valle al año. 1,200 kilos de droga ha incautado la Dirandro en abril y mayo. 700 efectivos de la Policía Antidrogas apoyarán erradicación de cultivos. (María Elena Hidalgo)

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