Alturas de Goliat

A 4,100 metros el campo ferial Nueva Versalles en la provincia de Espinar, Cusco, bulle en actividad. El aire es puro, el cielo intensamente azul.

El fulgor de las calaminas y ventanas heridas por el sol perfila el perímetro de la ciudad de Yauri desplegada sobre la ondulante puna. Negros nubarrones en el horizonte anuncian el retiro del frente tormentoso.

Es la jornada definitiva de la Feria Ganadera de Reyes, acaso la más importante del sur del país. Más de tres mil cabezas de ganado, entre vacuno, ovino y camélido, concursan desde hace 48 horas por ser las mejores en su categoría.

Un penetrante olor a cuero y bosta marca el ring de juzgamiento. Las vallas blanquísimas marcan el cerco. Los vibrantes colores de las polleras y los sombreros pueblan las graderías. Cinco robustas vacas desfilan frente a nuestras narices.

El juez en el centro del ruedo las observa con ojo clínico y cierto desparpajo. Desde las tribunas se sigue el evento en expectante silencio. En cuestión de minutos dará su veredicto.

El juez toma un micrófono. Se llama Daniel Galbardi y es tan italiano como el queso parmesano. Sus argumentos son simples y contundentes.

“Me alegro de ver esta calidad de animales”, resuena la voz latina y rotunda, “con tan buenas ubres y pezones tan bien posesionados”.

Galbardi avanza decidido sobre las reses, y, en gesto teatral, palmea sonoramente el lomo de la vaca ganadora. Una sonrisa radiante ilumina el rostro de su criador y hasta podría decirse que de la propia vaca.

Por los parlantes truena el nombre de la soberana, campeona entre campeonas: ¡La número 031, Jenny Cleopatra Madonna! ¡De propiedad de Alberta Mayta Hualla, de Calapaja, Lampa, Puno!

Tan cerca del cielo, tan lejos de Lima, la mayúscula Feria Ganadera de Reyes funciona como un reloj suizo.

PACTO SOCIAL
En mayo del año pasado Espinar fue sacudida por violentos disturbios contrarios a la actividad minera liderados por el alcalde provincial Oscar Mollohuanca, y en la que murieron dos manifestantes.

En Espinar se explota desde 1980 el yacimiento cuprífero de Tintaya, y acaba de entrar en producción la mina, también de cobre, de Antapaccay.

El brote de violencia fue paradójico, puesto que la relación entre la minera Xstrata –propietaria de ambos yacimientos– con la comunidad era de alguna manera ejemplar, según analistas independientes.

Desde el año 2004, Xstrata destina 3% de sus utilidades, al margen de los recursos del canon minero, para financiar el llamado Acuerdo Marco.

En ese periodo, el desembolso suma S/. 194 millones, poco menos de la mitad han servido para financiar proyectos de desarrollo agropecuario en la zona.

El último eslabón en la cadena productiva fue la instalación de la planta lechera de Espinar donde se producen quesos, yogures y manjar blanco.

“Todos los días acopiamos la leche en un radio de 20 kilómetros de la planta, y pagamos el mejor precio del mercado: S/. 1 por litro”, describe María del Pilar Alvarado, 30, ingeniera industrial limeña, chaposa ya.

 IMPACTO SOCIAL
“La feria es un termómetro de la situación en el campo”, explica Julio Flores Contreras, arequipeño, comisario de la feria ganadera de este año y reconocido experto en ganado vacuno.

Desde hace 35 años centenares de comunidades campesinas se congregan en Yauri en la tradicional feria que coincide con la Bajada de Reyes.

Pero en el último lustro la feria ha ganado relevancia y prestigio desde que Xstrata, la multinacional suiza que explota la mina cuprífera de Tintaya – Antopaccay en la zona, tomó el toro por las astas, afinando su organización y multiplicando los premios.

En una pampa colindante refulgen bajo el sol los premios: camiones, camionetas, motos y mallas para el campo.

Dedicarse a la ganadería en las alturas es una tarea de titanes. El crédito bancario y el respaldo técnico es tan raro como una pepita de oro.

Sin embargo, en el área de influencia de la minera Xstrata se experimenta una genuina revolución productiva.

En la cuenca de Huisa Ccollana, donde se han focalizado las labores de capacitación y financiamiento agropecuario, la producción láctea en solo tres años se ha multiplicado de 1,800 a 8,100 litros diarios, y es la principal fuente de abastecimiento de la planta láctea de Espinar. El soberano de esos pastizales mejorados consagrado en la feria de Reyes fue “Hugo” de propiedad de José Luis Quispe (ver foto).

En las alturas de Espinar se estima que hay más de 10,000 cabezas de ganado. El Acuerdo Marco beneficia a por el momento a sólo 300 familias.

El nuevo pacto social entre la minera y las comunidades de Espinar se cocina en las mesas de diálogo, que se encuentran en su fase final. Basta de rumiar: “Hugo” y “Cleopatra Madonna” marcan el derrotero a seguir.

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