Mujeres policías llevan a cabo valerosa lucha contra el narcotráfico

Maricel Solier Gavilán, la valerosa policía acribillada por el narcotráfico en una sangrienta emboscada en Ayacucho, se ha convertido en la primera mujer policía mártir de la lucha antidrogas y su coraje refleja el compromiso asumido por estas jóvenes muchachas en formarse y servir en la lucha contra el flagelo del narcotráfico.


 


Natural de Huanta, la suboficial de 25 años,  ingresó a la Escuela Técnica Superior de Ayacucho en Diciembre del 2005 y egresó en enero del 2007.


 


Destacó siempre en su etapa de formación en la Escuela de Ayacucho, a donde ingresó con alto puntaje y siendo ya profesora de Educación Primaria titulada.


 


Tras egresar de la Escuela, siguió el Curso Contrasubversivo en la Base Antidrogas de Mazamari en el primer semestre del 2007 y posteriormente fue asignada al Departamento de Operaciones Antidrogas 3, DEPOES 3, de Ayacucho, en donde servía hasta el momento de su prematura muerte.


 


Así como Maricel Solier, son cientos las jóvenes  procedentes de los valles cocaleros y de zonas de influencia del narcotráfico, que en los últimos años han abrazado la causa de luchar contra este flagelo, especializándose en la policía nacional,  en un afán altruista de servir a la comunidad de donde provienen y ayudar a librarla del narcotráfico.


 


Decisión de formar policías especializados


La participación de las mujeres policías en la lucha antidrogas en las zonas del Alto Huallaga y del VRAE no solo ha sido importante y muy valioso sino que responde a  una política del gobierno de impulsar la formación de policías nativos de la zona de operación, hombres y mujeres, especializados en la lucha antidrogas.


 


En los últimos años y ante el incremento del accionar de narcotráfico y la notoria ausencia de agentes del orden,  se tomó la decisión de formar policías especializados en los diferentes campos de la lucha contra el narcotráfico para operar en una zona agreste como es la amazonía peruana, y en ese marco se crearon las Escuelas de Suboficiales  en las zonas de operación de las mafias del narcotráfico.


 


Así, desde  el 2004  y con el decidido apoyo de la Oficina de Asuntos Antinarcóticos, NAS, de la Embajada de los Estados Unidos, se implementaron las Escuelas Técnicas Policiales en Santa Lucía en la región San Martín y de Mazamari en Junín.  Dos años después se abrió la Escuela de suboficiales en Huamanga, Ayacucho


 


A partir de entonces y tras un año de intensa preparación tanto física como de conocimientos, comenzaron a egresar policías hombres y mujeres, urbanos y nativos, formados para  trabajar en el campo y en diferentes especialidades como control de insumos, labores de inteligencia, patrullaje en selva, operativos de interdicción,  entre otros.


 


Igual formación, igual exigencia


Y desde la etapa formativa, la exigencia y la preparación es la misma tanto para hombres como para las damas que pretender egresar como policías antidrogas.  Incluso y a pesar de tener un menor cupo a la hora del ingreso, las mujeres policías logran destacar siempre en los primeros lugares al término de los meses académicos en sus respectivas Escuelas.


 


En la última ceremonia de graduación de la Escuela de suboficiales de Huamanga por ejemplo, en diciembre último, el presidente Alan García premió con orgullo a los dos primeros puestos del cuadro de honor tanto en la modalidad de egresados de secundaria como de titulados. 


 


Las dos eran mujeres. Rosario Álvarez de 18 años de edad y Norka Tapia de 22, recibieron  orgullosas la felicitación personal del jefe de estado y se hicieron acreedoras, por su esfuerzo, a  sendas becas de especialización en lucha contra el narcotráfico en los Estados Unidos, financiadas por la embajada de ese país.  En la graduación de suboficiales de la Escuela de Mazamari, en Junín el panorama fue el mismo.


 


La primera promoción de efectivos, egresados en el 2004, apenas contó con 100 efectivos, y con ellos se formó en mayo del año siguiente la División de Operaciones Especiales de la DIRANDRO, 


 


En los siguientes años, el número de egresados se fue incrementando paulatinamente, y con ello se mejoró el servicio, el patrullaje, los operativos de interdicción así como los de control de insumos químicos en las zonas del Alto Huallaga y el VRAE.


 


Uno de los objetivos básicos de las escuelas de formación, fue incrementar el número de policías antidrogas, pero además impulsar la participación de la mujer así como de los nativos quechua hablantes y de las etnias amazónicas ashaninka, nomatshigüenga y yanesha entre otras, para que se formen como policías especializados en la lucha contra el narcotráfico y laboren cerca de sus comunidades de origen.


 


Así, junto a su formación milenaria, los alumnos reciben una selecta formación en  tácticas policiales en ambiente selvático, inteligencia operativa, primeros auxilios, control terrestre, operativos de interdicción, búsqueda e identificación de insumos químicos, control de vehículos y paracaidismo de combate.


 


La labor que vienen cumpliendo las mujeres policías antidrogas, junto con sus pares provenientes de comunidades nativas y los varones de los diferentes poblados del Alto Huallaga y del VRAE; ha sido fundamental  para reforzar la seguridad en la zona y dar certeros golpes a las mafias del narcotráfico.  


 


Falta ahora un decidido apoyo del gobierno, que se traduzca en mayores recursos y  equipamiento, y que permita a estos valerosos policías, ver cumplidos sus anhelos de ganar la batalla a estas mafias que controlan y corrompen con su dinero ilícito, y ocasionan mas violencia y muerte.  


 


Maricel Solier Gavilán y todos los policías caídos en la lucha antidrogas bien lo merecen.