Crimen imperfecto

El suboficial EP Gilmer Dávila viajó al Vraem para combatir a los terroristas, pero lo mataron en una calle de Quillabamba sin que se sepa hasta ahora quien o quienes fueron los autores. Aunque el Ejército reportó que fue víctima de un asalto no le robaron nada.

El comunicado del oficial del Ejército decía: “Lamentamos el fallecimiento del suboficial de primera Gilmer Dávila Chávez, quien había viajado a Quillabamba, Cusco, en apoyo a la Región Militar del Vraem. El deceso se produjo cuando el suboficial era evacuado hacia Lima desde el Cusco, producto de una fractura en la base del cráneo producida (sic) en circunstancias que son materia de investigación”. El comunicado no mencionó que Dávila murió a golpes, que lo asesinaron ante la presencia de un grupo de compañeros de armas, y que los hechos no se produjeron durante un combate contraterrorista sino a la salida de una discoteca.

Desde un principio no se ha dicho la verdad de lo que le pasó al comando Gilmer Dávila.

Incluso hasta hoy no se establecido quién, o quiénes, lo mataron, deshonrosamente, en una riña callejera. Sucesivas mentiras de sus jefes y de sus compañeros impiden establecer lo que sucedió la madrugada del domingo 23 de abril en Quillabamba, Cusco, hasta donde el suboficial Dávila viajó para participar en la “Operación Libertad”, diseñada para liberar a 36 trabajadores de Camisea plagiados por Sendero Luminoso.

Luego de participar en la operación de búsqueda de dos policías desaparecidos en la selva cusqueña, César Vilca Vega y Luis Astuquillca Vásquez, el suboficial Gilmer Dávila se trasladó al cuartel Pachcacútec, del Batallón de Infantería de Montaña Nº 65, en Quillabamba, el sábado 22 de abril. A las siete de la noche pidió permiso a su superior, el comandante EP Luis Lozano Castilla, para conocer la localidad.

VERSIONES ENCONTRADAS
Dávila regresó con el cráneo destrozado. Integraba la 18ª División Blindada y había llegado para luchar contra los terroristas. No terminaría sus días en el campo de batalla.

De acuerdo con documentos policiales y fiscales, y testimonios recogidos en Quillabamba, Gilmer Dávila salió del cuartel Pachacútec en compañía del suboficial de segunda Denis Chávez Rojas y del suboficial de tercera Alexander Morales Berrocal. Los tres se dirigieron a la discoteca “Divisa”.

Entre trago y trago, los militares tuvieron un altercado con un ciudadano con presuntos antecedentes policiales conocido como Miguel Blanco, o “Negro Miguel”. Superado el incidente, los tres efectivos salieron rumbo a otro local, “Number One”, para continuar divirtiéndose. En este punto, sin embargo, las versiones se contradicen.

El suboficial Denis Chávez Rojas ha declarado que Gilmer Dávila no ingresó a la discoteca “Number One”, que más bien se dirigió hacia el cuartel Pachacútec y que después nadie supo de él.

Pero testigos desmienten a Denis Chávez.

El “Negro Miguel” siguió a los tres militares y los alcanzó en la calle para cobrarse revancha por lo sucedido en la discoteca “La Divisa”. En medio de los golpes, Dávila cayó fuertemente y se golpeó el cráneo con severidad, sin que sus compañeros pudieran evitarlo.

Sonia Quispe, una vecina del lugar, lo vio todo.

Al escuchar los gritos salió al balcón de su casa y presenció la pelea entre los suboficiales y el “Negro Miguel”. Quispe dijo que Gilmer Dávila gritaba por auxilio, pero que sus compañeros siguieron trenzados con el atacante.

Al terminar la bronca, Dávila estaba tirado en el suelo, inconsciente. Denis Chávez y Alexander Berrocal buscaron una mototaxi, lo levantaron y se lo llevaron hacía el cuartel Pachacútec.

Pero Denis Chávez y Alexander Morales han relatado otra historia al Ministerio Público de Quillabamba. Manifestaron que nunca participaron de ninguna pelea callejera y que encontraron a Gilmer Dávila abandonado y sin sentido cuando retornaban al cuartel.

Al declarar ante el Ministerio Público la oficial de guardia en el cuartel Pachacútec, la madrugada en que Denis Chávez y Alexander Morales llevaron a Gilmer Dávila, la suboficial de tercera Marleni Sullca Grabiel declaró que Morales le dijo que el efectivo herido había sufrido una caída. “No des cuenta al Comando, tú no has visto nada”, le dijo Morales a Sullca, según el testimonio de la suboficial.

Marleni Sullca también dijo que el enfermero del cuartel, el suboficial Deyvi Viera Gómez, revisó a Gilmer Dávila, y que al comprobar su estado de gravedad, ella recomendó que lo enviaran al hospital de Quillabamba.

“Pude observar que el suboficial Dávila presentaba una herida punzo cortante a nivel de la ceja izquierda. También presentaba escoriaciones en la cara. Tenía hinchado el rostro. Observé hematomas en ambos ojos, estaban hinchados como bombillas de color negro. Y presentaba aliento a alcohol. Al tratar de limpiarle las heridas, no se dejaba. Se movía al mínimo tocamiento. Estaba grave y requería de atención médica. De inmediato dispuse que sea evacuado al hospital. Se quedó a cargo del suboficial enfermero Deyvis Viera Gómez”, declaró Sullca ante la fiscalía.

EL MUERTO HABLA
Todos los militares coinciden en afirmar que Gilmer Dávila Chávez llegó y se fue del cuartel Pachacútec en estado inconsciente. Sin embargo, el perito médico Willy Huacac Abarca reportó al Ministerio Público que en la historia clínica del paciente se consignan sus declaraciones sobre lo sucedido.

“Paciente adulto a la vista médica (…), refiere agresión física por una persona varón desconocido el día 23 de abril del 2012, a proximadamente a las tres de la mañana, ocurrido en las inmediaciones de la carretera hacia el cuartel (Pachacútec), en el sector Macamango (…). (El) adulto refiere (que) cuando transitaba en ese momento le golpeó una persona varon desconocido y luego no recuerda. Somnoliento no podía caminar, resultando con sangrado en la cara, por lo que fue atendido en emergencia del Hospital de Quillabamba”, señala el perito en el Certificado Médico Legal Nº 001185-L-O.

En ninguna parte se menciona que Gilmer Dávila declaró que había sido auxiliado por sus compañeros Alexander Morales y Denis Chávez.

Hay otros indicios de intentos de ocultar lo que le sucedió al suboficial Dávila.

La policía de Quillabamba reportó que cuando Dávila se encontraba en Emergencia del hospital se presentó una persona que dijo llamarse David Viva Gómez y que deseaba saber cómo se encontraba el paciente, ya que él lo había rencontrado cerca del puente Chuyapi. La policía descubrió que David Viva Gómez era una identidad falsa y que en realidad se trataba del suboficial enfermero Deyvi Viera Gómez.

En el comunicado del 25 de junio, el día que murió Gilmer Dávila cuando era trasladado a Lima por avión, el Ejército sostiene que Dávila “fue presuntamente víctima de un asalto”. Pero el suboficial al momento de ser encontrado, guardaba todas sus pertenencias.

Ninguno de los militares involucrados fue autorizado a hablar con la prensa.
La Dirección de Informaciones del Ejército (Dinfe) respondió que mientras no concluyan las investigaciones, no se pronunciará sobre el caso. Y se limitaron a referirse al comunicado oficial que publicaron.
Los padres de la víctima, Gabriel Dávila y Nora Chávez, esperaban despedir a su hijo en medio de los honores que recibe un hombre caído en combate. Nunca se imaginaron que Gilmer Dávila perdería la vida no durante una batalla sino en una gresca callejera. (Mayra Albán)

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