Desde hace un tiempo, la región San Martín presenta un buen desempeño económico, lo que le ha permitido crecer por encima del promedio nacional, pero en términos per cápita, es decir el ingreso de los pobladores, aún se encuentra por debajo del promedio peruano.
En ese contexto, este estudio financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo analiza las restricciones fundamentales que enfrenta la región para acelerar su crecimiento. Teniendo en cuenta los problemas de acceso a información, se concluye que hay fuertes restricciones que no permiten un mayor crecimiento regional.
Tierras de cultivo
La atomización agrícola dificulta la planificación de nuevas inversiones privadas dado que no permite el diálogo entre los inversionistas y los propietarios de las tierras, que en muchos casos no cuentan con títulos de propiedad. Esto se observa en el cultivo del piñón, producto con enorme potencial dentro del mercado de biocombustibles y que requiere ser sembrado en extensas áreas para obtener mayores rentabilidades.
En esa línea, una de las iniciativas del Gobierno Regional de San Martín para formalizar a los pequeños productores y adecuar aquellos cultivos que no cuentan con una cadena organizada entre productores, intermediarios y distribuidores finales fue la creación de mesas técnicas de trabajo. Lamentablemente, estas no han tenido el empuje necesario debido a la concentración de intereses, la poca coherencia de las propuestas, las fallas en la asociatividad y las grandes descoordinaciones entre los pequeños y medianos empresarios con los principales formuladores de políticas de la región.
Transporte y energía
Los elevados costos del transporte incrementan el tiempo de acceso a los mercados de la costa e impiden penetrar al mercado brasileño. Los precios son poco competitivos pese a la alta concentración de empresas de transporte, las que deben enfrentar los incrementos constantes del petróleo y las enormes distancias entre los pueblos de la región. En tanto, los costos energéticos son altos debido a su matriz energética obsoleta y dependiente de la generación térmica (petróleo), ya que no está interconectada con el sistema nacional energético.
Esta es una barrera para la entrada de nuevas y grandes empresas, que además obliga a las industrias afincadas a paralizar sus inversiones de expansión regional. Por poner un ejemplo, la entrada de una gran empresa lechera podría consumir casi 4 MW de los 30 MW (promedio) que en total se producen en la región.
Bajo capital humano
En el largo plazo, este indicador puede afectar seriamente el crecimiento de la región. Aún persiste una política educativa que no permite observar una mayor reducción del analfabetismo, la deserción y el atraso escolar, factores que impactarán fuertemente en el mayor ingreso de los pobladores y que si no son revertidos condenarán la competitividad de la región. Pese a los enormes esfuerzos en la ejecución del gasto regional en este sector, como el incremento de la tecnología y la mayor infraestructura. Estos indicadores no tienen el mismo impacto significativo que sí tendrían los estrechamente relacionados con la educación. Además, persisten las altas tasas de desnutrición infantil.
Perspectivas
Mirando hacia el futuro, hay efectos positivos pero también grandes riesgos. El lado positivo es que la región ha experimentado una mejora sustancial en las condiciones de su infraestructura y los planes de inversión en el futuro inmediato son ambiciosos. Así, la culminación de las obras de la carretera Interoceánica, que unirá Paita con Yurimaguas, complementada más adelante con la concesión de este último puerto y planes de navegabilidad de los ríos, creará las condiciones básicas para conectar a la región con los mercados del Brasil y desarrollar la capacidad de los servicios comerciales y logísticos. Por otro lado, se espera la culminación de un tramo de 130 kilómetros de la carretera Fernando Belaunde, que unirá la región con los mercados nacionales de la costa. Hay que resaltar el cambio en la fiscalidad de la región, que garantiza un flujo de recursos predecibles en el largo plazo y permitirá seguir reduciendo la brecha de infraestructura existentes.
En lo que respecta a los riesgos, existen dos. Uno es el flagelo del narcotráfico y el resurgimiento del terrorismo, que si bien es cierto fue controlado en los noventa, impedir su retorno requiere una acción conjunta y permanente de diversos actores del gobierno nacional y regional. Pero quizá el mayor riesgo es la deforestación y destrucción del ecosistema. La falta de institucionalidad que controle efectivamente la explotación del recurso forestal puede producir en el largo plazo daños irreparables al medio ambiente, afectando a la región y el país. (Luis Carranza/Renzo Vidal)
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