Resulta sorprendente que el 70% de la diversidad biológica de nuestro planeta se encuentre reunida en el 25% de la superficie terrestre. Ante este dato, nos preguntamos, ¿qué tiene de especial esta parte del planeta para contener tremenda riqueza? La respuesta es simple: está cubierta de bosques tropicales. Sin embargo, la simplicidad de esta respuesta no coincide con la complejidad y la importancia de estos bosques, los cuales nos brindan una fuente significativa de recursos que han servido y siguen sirviendo a la humanidad para habitar, alimentarse, vestirse, curarse y recrearse.
En las últimas décadas, los bosques han sufrido una masiva pérdida y degradación, resultando alrededor de 20 millones de hectáreas taladas o dañadas cada año en el mundo. En vista del terrible riesgo que vienen sufriendo nuestros bosques, en 1999, el Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), WWF (la Organización Mundial de Conservación) y el Programa Hidrológico de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), establecieron el 26 de junio como el Día Internacional de los Bosques Tropicales. Ello, con el propósito de crear conciencia en los gobiernos y la ciudadanía sobre la importancia de la conservación de los recursos y, con ello, poder fomentar acciones sostenibles y armónicas con el ambiente mediante su adecuado manejo.
Los peruanos debemos sentirnos afortunados de ser el cuarto país de importancia a nivel mundial por poseer bosques tropicales. Este hecho constituye un reto de especial importancia para la actual gestión: generar políticas públicas que nos garanticen su conservación. Únicamente de esta manera se podrá trabajar en revertir la inminente pérdida de especies existentes en la Amazonía y contrarrestar los cambios ambientales globales que, de la mano con el desarrollo sostenible, nos brindarán una mejora en la calidad de vida.
Dependemos de los bosques, claro que sí, cuando una madre asháninka necesita medicina para sanar las enfermedades de su familia, cuando un joven oxapampino trabaja todos los días como guía turístico en la Parque Nacional Yanachaga Chemillen; pero también cuando una industria necesita que su maquinaria funcione todo el día, cuando bebemos un vaso de agua o escribimos una carta. Son infinitos los productos y servicios que -día a día- sostienen nuestra vida y que provienen de este ecosistema, al que le debemos tanto. Sin duda alguna, nuestro presente y futuro depende de los bosques.