Para salvar el planeta

Estábamos destruyendo el planeta y pocos lo advertían. Fue en 1992, cuando el mundo abrió los ojos y se comprometió a dar importantes pasos para proteger el ambiente. Sucedió en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, conocida como Cumbre para la Tierra o Río 92 porque se realizó en Río de Janeiro, Brasil. Este mes, en la misma ciudad, el mundo buscará nuevos acuerdos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, también llamada Río+20.

Del 20 al 22 de junio, los dirigentes del planeta y miles de participantes del sector privado, las organizaciones no gubernamentales y otros grupos interesados, se reunirán para descifrar nuestro futuro. Los debates oficiales se centrarán en dos temas: cómo construir una economía verde para lograr el desarrollo sostenible y liberar a la población de la pobreza, y cómo mejorar la coordinación internacional con miras al desarrollo sostenible.

Este importante evento internacional será una oportunidad histórica para definir patrones de consumo y producción sostenibles y lograr un mundo más seguro, equitativo, limpio, verde y próspero para todos, según destaca la Organización de las Naciones Unidas. “Ese acontecimiento nos exigirá una visión clara: una economía verde sostenible que proteja la salud del medio ambiente y que, simultáneamente, apoye la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio mediante el crecimiento del ingreso, el trabajo digno y la erradicación de la pobreza”, ha dicho Ban Ki-moon, secretario general de la ONU.

Asimismo, se revisará lo avanzado desde Río 92, hito histórico en la odisea ambiental. En esa cumbre, 172 gobiernos aprobaron tres grandes acuerdos: la Agenda 21, plan mundial para promover el desarrollo sostenible; la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, con principios que definían los derechos civiles y las obligaciones de los Estados; y una declaración de principios sobre bosques para orientar su ordenación más sostenible.

Además, abrió a la firma dos instrumentos jurídicos obligatorios: la Convención Marco sobre el Cambio Climático y el Convenio sobre la Diversidad Biológica. Al mismo tiempo, concibió una convención de lucha contra la desertificación, que entró en vigencia a finales de 1996.

Preparando el ambiente

Entendiendo a Río+20 como una oportunidad propicia para dialogar sobre los principales desafíos y las posibilidades que la actual crisis ambiental plantea al Perú, la Católica, a través del Instituto de Ciencias de la Naturaleza, Territorio y Energías Renovables (INTE-PUCP), y la Universidad Ruiz de Montoya organizaron el foro “Río+20: Desafíos y Perspectivas”, que se llevó a cabo del 23 al 25 de mayo en el Centro Cultural de la PUCP. De esta forma, más de 40 académicos, incluidos los ministros de Ambiente, Manuel Pulgar Vidal, y de Cultura, Luis Peirano, se unieron para hablar sobre la problemática peruana en torno al desarrollo sostenible y la participación de nuestro país en la conferencia de las Naciones Unidas.

Antes de Río 92, el ambiente preocupaba a pocos. Según Antonio Brack, ex ministro de Ambiente, esta cumbre “generó una conciencia global sobre el tema ambiental y el cambio climático”. “La prensa entró en esto. Ahora, la sociedad civil se organiza más para participar en esta agenda”, afirma.

Para muestra, algunos cambios en el Perú. “En 1992 teníamos 14 millones de hectáreas de áreas protegidas, ahora tenemos 22 millones. No teníamos Ministerio del Ambiente ni política nacional del ambiente, ahora tenemos ambas. Hay 15 universidades que forman profesionales en áreas ambientales, lo que repercutirá en cinco o diez años”, resalta Brack.

Sin embargo, señala que se ha fallado en la política. “Los políticos siguen siendo miopes, no ven más allá de la punta de su nariz, y para comprender estos temas ambientales, como cambio climático, hay que tener una mirada a largo plazo”, sostiene. También advierte la urgencia de discutir el crecimiento poblacional porque incrementa el consumo de recursos.

“El principal cambio de Río 92 fue la consolidación del concepto de desarrollo sostenible. Hoy todos tienen presente que el desarrollo sostenible debe tener tres pilares: económico, social y ambiental. Sin embargo, en 20 años el pilar social no ha sido considerado tanto como lo económico. Aún es un desafío lograr un desarrollo que sea social y ambientalmente sostenible”, dice César Bonamigo, primer secretario de la Embajada de Brasil en el Perú.

Aunque Río +20 retomará lo andado, las expectativas no son tan grandes. Para el ministro del Ambiente, Manuel Pulgar Vidal, no repetirá el impacto que tuvo la cumbre de 1992, porque el contexto actual es muy distinto. Para Brack, en tanto, “será una linda declaración, si es que llegan a firmar una, pero no va a tener mayor repercusión”. De todos modos, el Perú se hará notar.

El Ministerio del Ambiente ha desarrollado un Informe País, que recopila nuestros principales logros, avances y limitaciones respecto a los compromisos asumidos en Río 92 y nuestros retos futuros. Presenta tres temas: Economía verde en el contexto del desarrollo sostenible y erradicación de la pobreza; marco institucional para el desarrollo sostenible y prioridades abordadas en la Agenda 21.

Para salvar el planeta se requiere la participación de todos, desde cada persona hasta los líderes mundiales. Río+20 será ocasión para que estos últimos lleven nuestra voz. (David Pereda).

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