El Día Mundial del Medio Ambiente que se observa cada 5 de junio encuentra a las Naciones Unidas en vísperas de la cumbre Río+20, donde la «economía verde» dividirá aguas entre las potencias desarrolladas y los países en desarrollo.
La jornada ambientalista del 5 de junio fue establecida por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1972, cuando se dio inicio a la primera cumbre ambiental, la Conferencia de Estocolmo.
«La transición hacia la economía verde creará nuevos empleos que, con el tiempo, rebasarán las pérdidas en los puestos de trabajo en la `economía contaminadora`, en particular en los sectores de la agricultura, la construcción, la energía, la silvicultura y el transporte», dice Naciones Unidas en la página oficial de Río+20.
El contenido causa preocupación en gobiernos de países en desarrollo, como Argentina, que consideran que los súper desarrollados impondrán una certificación de mercancías producidas con bajo impacto ambiental, con una eventual restricción al comercio.
Pero también es cuestionado por los ambientalistas, que sostienen que la ONU se apropió del color ligado al cuidado ambiental, para «enverdecer» la misma economía que establece desigualdad social y depreda los recursos naturales en favor de un sistema consumista.
Es que, unido con “Economía Verde”, está la categoría de `Gobernanza Ambiental`, ya que evidentemente se necesitaría una agencia ambiental global que fiscalice qué país cumple o no con esos parámetros», consideró en diálogo con Télam Silvia Révora, subsecretaria de Planificación y Política Ambiental.
En contraposición, “Argentina y otros países creen que se debe fortalecer la Asamblea de Naciones Unidas a través de un Consejo de desarrollo sustentable, que dependa directamente de los 193 países y sea un foro de debate político para ir logrando consenso”, contó la funcionaria.
Révora, quien viajará a Río de Janeiro para la cumbre que se desarrollará entre los próximos 20 y 22, afirmó que “el órgano ambiental PNUMA sostiene que los países están susceptibles”, por lo cual realizó una reunión en Costa Rica para explicar qué es la Economía Verde, cuando “el problema pasa por imposiciones que se traducen en barreras arancelarias a nivel del comercio”.
Otros enfoques se expresarán a través de países como Ecuador, que tiene previsto proponer “el establecimiento de un nuevo orden económico internacional y una nueva arquitectura financiera”, según declaraciones al matutino ecuatoriano El Diario, de la ministra coordinadora de Patrimonio, María Fernanda Espinosa.
La funcionaria afirmó que Ecuador pretende impulsar en Río+20 la declaración universal de los derechos de la naturaleza, tal como consta en la Constitución ecuatoriana, y que consagra el derecho a existir, a garantizar los ciclos ecológicos de mantenimiento y reproducción, y la reparación de los años ambientales.
Ecuador impulsa la aplicación de impuestos a las transacciones financieras internacionales y pide que las economías desarrolladas paguen una carga por la compra de petróleo, además de que se dé una compensación económica a las naciones que reduzcan emisiones de dióxido de carbono, que producen el calentamiento global.
El concepto de «economía verde» enfrenta críticas también por parte de integrantes de la sociedad civil que intervendrán en la Cumbre de los Pueblos, que se realizará en Río de Janeiro entre el 15 y el 23 de junio.
En un texto, los organizadores del encuentro afirman que las propuestas en negociación sobre el cambio del modelo de desarrollo -como la sustitución de los combustibles fósiles por fuentes de energía renovables- sencillamente alimentan «el mito de que es posible el crecimiento económico infinito».
«Proponer una nueva forma de vivir, en solidaridad, contra la mercantilización de la naturaleza y en defensa de los bienes comunes» es el objetivo, según el Comité Facilitador de la Sociedad Civil Brasileña para Río+20, que organiza este encuentro en el que no participarán funcionarios.
La conciencia social acerca de la necesidad de una cultura de la “sobriedad” opuesta al consumismo de los recursos naturales parece ser el principal capital ambiental en este Día Mundial del Ambiente.
Esa “sociedad civil” tendrá como única posibilidad de interacción con la cumbre ambiental el envío de correos electrónicos, según anunció el coordinador de Río+20, el embajador brasileño Luis Figueiredo.
«Hemos creado una plataforma planetaria en internet, a través de la cual cualquier ciudadano del mundo podrá presentar sus comentarios, sus sugerencias y sus recomendaciones”, contó el funcionario.