La ‘mafia’ del cacao, un aroma y sabor que cautiva al mundo entero

Es un producto mágico, una mazorca cuya almendra ha cambiado la vida de miles de agricultores de nuestra selva y que en los últimos años se ha convertido en uno de nuestros productos bandera. Su aroma y sabor cautiva los paladares más exigentes en exclusivos restaurantes y pastelerías en todo el mundo, un producto que alcanzó el 2011, las 57 mil toneladas exportadas generando ingresos superiores a los 300 millones de dólares. Esta es la ruta del cacao, una aventura por el maravilloso mundo del chocolate peruano, considerado como el mejor en nuestros cinco continentes.

Nuestro viaje se inicia en Tingo María en Huánuco, a 550 kilómetros de la capital de la República, en medio de la selva del Alto Huallaga. Un valle que en las décadas de 1980 y 1990 fue el principal productor de hoja de coca y cocaína en el Perú, una zona  donde la violencia social cobraba todos los días más de una vida y que se convirtió en un oscuro mercado del narcotráfico. “La coca y el narcotráfico, al final, fueron una maldición. Nos trajo ignorancia y muchos problemas”, advierte Ramón Aguilar. Aquí colombianos, mexicanos, peruanos y los terroristas se disputaban el control territorial para obtener la mejor droga. Hoy todo cambiado, aquí sí ocurrió el milagro de la gran transformación.

EL CAMBIO

Las historias de 30 mil agricultores peruanos dedicados a la siembra del cacao se inicia a mediados de los años 90’. Francisco Rodríguez, Ramón Aguilar y su hermano José son algunos de ellos. Viven en la comunidad Huayhuantillo, ubicada a una hora de camino de Tingo María donde 300 agricultores, antes de conocer esta extraordinaria mazorca, vivían sumergidos entre la violencia y el terror del narcotráfico. “Era un dinero fácil y rápido. Teníamos muchas cosas pero menos tranquilidad, había miedo y no avanzábamos”, señala José.

“No estábamos libres de los asaltos: las fuerzas del orden  venían como vulgares delincuentes. Nos robaban, no podíamos denunciar porque si no a dónde íbamos. Vivíamos en tensión, era horrible”, señala Francisco Rodríguez. En esa época su pueblo era visitado no solo por la Policía Antidrogas y el Ejército sino también por las huestes del entonces líder del Comité Regional Huallaga de Sendero Luminoso, el detenido Florindo Eleuterio Flores Hala, alias ‘Artemio’. “Llegaba y nos pedía alojamiento, alimentos, y encima dinero. Eran columnas de 80 a 100 hombres, todos fuertemente armados. No podíamos hacer absolutamente nada, un día nos cansamos y decidimos cambiar”, indica Ramón.

Hoy, cuando viajamos por la carretera que une Tingo María con Tarapoto sentimos un olor fuerte y particular cada vez que transitamos por zonas agrícolas. Es el cacao secándose en gigantescas alfombras color marrón chocolate. Existen más de cien mil hectáreas en producción en todo el país que están generando un cambio de aptitudes y actitudes en los agricultores cacaoteros gracias al asesoramiento y apoyo técnico de entidades cooperantes como las Naciones Unidas y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID/Perú). Son hombres y mujeres que no solo han obtenido beneficios económicos, sino también, un futuro para sus nuevas generaciones. “Antes nuestra profesión fue el narcotráfico, mi amigo Francisco también fue mafioso como yo. Pero ahora, después de mucho trabajo y sufrimiento, somos los mafiosos pero del cacao”, señala con orgullo Ramón Aguilar.

CHOCOLATE DE EXPORTACIÓN

Si antes el chocolate provenía de Francia, Suiza o Alemania, en la actualidad el mejor del mundo se produce en el Perú. Lo que los agricultores cacaoteros  califican como la ‘mafia’ del cacao, es una creciente industria que solo en Tingo María alcanzó a exportar cerca de  20 millones de dólares el año pasado y la meta para el 2012 es aumentar la cifra en un 60 por ciento. Para ello, más de 5 mil agricultores del Alto Huallaga y el Monzón se encuentran asociados en la Cooperativa Agraria Industrial Naranjillo (COOPAIN), la única en el Perú que procesa, transforma y da valor agregado al cacao.

“Naranjillo tiene los mejores chocolates bitter, el mejor polvo y manteca de cacao del mundo. Exportamos a Alemania, Suiza, Francia, Canadá, Corea, Italia y Japón. Nuestra empresa cooperativa brinda muchos beneficios a nuestros asociados y con ello reciben más utilidades”, señala Rolando Herrera, presidente de los agricultores. Durante cuatro décadas estos campesinos han fortalecido su cooperativa convirtiéndola en la más importante del país; no solo exportan cacao orgánico sino también café especial. Su planta de transformación es la única en el país que cuenta con un sistema de energía ecológica. La cáscara de café les sirve de insumo para transformarla en energía eléctrica mediante un proceso de calderas y condensación. Esto le permite tener cero por ciento de emisión de carbono, además de certificaciones de cacao orgánico y precios más competitivos en el mercado internacional. Un valor agregado al ya suculento chocolate tíngalés.

“Entre el 70 a 80 por ciento de nuestro cacao  va al mercado europeo y norteamericano. Solo un 20 por ciento ingresa al mercado nacional”, cuenta el jefe de planta de la COOPAIN, ingeniero Juan Muguerza. El licor de cacao, el polvo de cacao y la manteca de cacao, sus productos semiterminados son exportados a Corea del Sur, Japón, Alemania, Canadá y los Estados Unidos. Otros productos como los chocolates con diversas concentraciones de cacao llegan a Suiza, Italia y al exigente mercado asiático.

EL CACAO PERUANO

Se estima que el crecimiento de la industria cacaotera alcance entre el 15 y 16 por ciento el 2012, un 90 por ciento de la producción se exporta gracias a un creciente precio en las bolsas de valores del mundo. La tonelada de semilla seleccionada sin procesar alcanzó los 3 mil dólares, mientras que cada barra de chocolate procesado con una concentración de 90 por ciento de cacao puede costar en París o Ginebra hasta 10 dólares americanos. Algo que incentiva a los agricultores a mejorar su productividad en sus campos de cultivo.

El agricultor Ramón Aguilar nos dice: “Estamos sacando entre 1800 y 2000 kilos por hectárea. Cada agricultor puede ganar hasta 10 mil soles por hectárea, si tenemos cinco ya es un negocio mediano. Antes con la coca era diferente, hoy vivimos tranquilos”.

El cacao de Tingo María ahora deslumbra en los salones y ferias del chocolate tanto a nivel nacional como internacional. Hace solo dos semanas la Cooperativa Agraria Industrial Naranjillo recibió la marca país, convirtiéndose en los embajadores del cacao y el chocolate peruano. Sus versiones Gran Inka y Mecsa Osha, que en idioma tulumayo significa Bella Durmiente, ya han dado la vuelta al mundo. “Para nosotros recibir la marca país es un gran logro, con ello vamos a incentivar a nuestros asociados (agricultores) a que continúen por esta senda del éxito y lo mejor de todo es que nos conocen en todo el mundo”, señala Rolando Herrera.

El cacao ahora endulza la vida de miles de familias de agricultores peruanos, hombres y mujeres de nuestra selva que dejaron atrás la hoja de coca, los fantasmas del narcotráfico y la violencia para dedicarse a una vida lícita como Francisco, Ramón y José, que producen el mejor cacao del mundo.

DATOS

• 30 mil agricultores del cacao producen más de 100 mil hectáreas de cacao orgánico en el Perú.

• 300 millones de dólares ingresaron a nuestro país por exportaciones de cacao el 2011.

•  Los cultivos alternativos a la hoja de coca como el cacao, café y la palma aceitera  exportaron cerca de 1,500 millones de dólares el 2011.

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