En los últimos días, y con fundadas razones, hemos asistido y participado del entusiasmo que nos suscitó la captura del delincuente Florindo Flores Hala, conocido en el mundo del crimen como “Artemio”.
Qué duda cabe que se trata de un inmenso positivo atribuible exclusivamente a la policía, a pesar, que como no podía ser de otra forma, se subieron al crédito del éxito las fuerzas armadas, particularmente el Ejército, cuando queda totalmente esclarecido, que su actuación en el VRAE no ha sido todo lo auspiciosa que quisiéramos y se niegan a aceptar que lo suyo no es la persecución del delito.
Debemos igualmente resaltar la ponderación de los altos mandos policiales, al no evidenciar detalles de la captura ni la larga ruta que se siguió para capturar al esquivo líder de una de las facciones de Sendero Luminoso, que había derivado en un vulgar narcotraficante y sicario de las firmas dedicadas a esta ilícita actividad. Y entendemos la prudencia policial, pues todavía quedan algunas facciones que desarticular y capturar a su líderes, como son las que operan en el VRAE y que obviamente no resulta para nada inteligente, que en un exceso de entusiasmo y triunfalismos ligeros, componer epinicios, que alerten a los todavía activos delincuentes de lo que hace la policía para ponerlos a recaudo de la justicia.
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