El pasado vuelve a moverle el piso a la excongresista cocalera y aliada del gobierno de Ollanta Humala, Nancy Obregón Peralta. El barullo por su incorporación como asesora del programa Gestores para el Desarrollo del Congreso, que promueve el presidente del Parlamento, Daniel Abugattas, se sumó a la comentada contratación de su hija de 19 años, Sheyla Chávez Obregón, como auxiliar de la Oficina de Prevención y Seguridad del Legislativo, en setiembre del año pasado.
Abugattas, sin embargo, defendió a Obregón y la mantuvo en el puesto hasta el martes último, cuando se anunció su sorpresiva separación del programa Gestores. En realidad, el presente de comidilla es apenas un inocente chacchado.
Su remoción no se explica en los últimos titulares sobre el Congreso. ¿No será acaso que el Gobierno tiene más información que la complica?
La semana pasada, el exministro del Interior, general PNP (r) Miguel Hidalgo, señaló que las investigaciones de la División de Investigaciones Especiales (Divinesp) de la Dirandro establecieron que existía una relación entre Obregón y “Artemio”, el senderista capturado cerca de la casa de la excongresista, en Santa Rosa de Mishollo, Tocache (CARETAS 2219).
Obregón se negó a responder sobre “Artemio” y se enfrentó a los periodistas que le preguntaron por el terrorista. “Mire señorita, ya estoy cansada de tanta huevada, no me venga con cojudeces, pues, carajo. Ya me tienen harta”, le espetó a una periodista del programa Cuarto Poder, el fin de semana. “¿Me ves cara de terruca?”, le increpó a otra reportera de Canal N.
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