INFOS. Cristina y Paola, de 14 y 17 años, viajaron de Iquitos a Huancayo para trabajar como meseras en un tragamonedas. Alguien les prometió a sus padres que les pagarían un buen sueldo. Cuando llegaron a Huancayo encontraron una realidad distinta, serían trabajadoras sexuales en un night club.
No había marcha atrás, Cristina y Paola estaban “endeudadas” con sus empleadores y tenían que, por lo menos, devolverles la “inversión” de su pasaje y alimentación. Eran, en la práctica, esclavas sexuales.
A la esclavitud moderna se le llama “trata”. En el Perú, miles —sí, miles— de personas de toda edad son desarraigadas, retenidas y explotadas, sexual o laboralmente.
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