En defensa del Tipnis amazónico

El Comercio. Tipnis es la abreviación de Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Securé, un pedazo importante de la Amazonía boliviana que, por orden del gobierno de Evo Morales, deberá ser cortado por una carretera brasileña, a pesar de la enconada oposición de los indígenas que lo habitan.

Hace un mes los indígenas iniciaron una larga marcha de protesta –varones, mujeres y niños– desde la selva hasta la ciudad de La Paz, seguros de convencer al ‘hermano Evo’ de cumplir con los postulados ideológicos de su gobierno.

Él había asegurado en la cumbre climática de Cancún que la ecología era devastada por el capitalismo, que los bonos de carbono eran nimiedades y propuso crear un Tribunal de Justicia Ecológica para la preservación del planeta.

Él no permitiría que las transnacionales brasileñas destruyeran el bosque; aunque con una broma degradante Morales le aconsejó a los colonos cocaleros que “enamoraran a las indígenas Tipnis”, dando a entender que así conseguirían que los maridos depongan su actitud contraria a la carretera.

Estos colonos cocaleros, trasladados sistemáticamente y por miles a los departamentos Beni y de Pando desde que comenzó el actual gobierno, se apostaron en el camino para detener la marcha no por la seducción aconsejada sino amenazando con la violencia.

Como los guardianes del bosque siguieron su marcha, fueron tildados de agentes imperialistas, pagados por la oposición. ¡Qué paradoja! Cuando apoyaban al Gobierno eran la reserva moral de la humanidad, ahora discordes resultan ser un engendro diabólico, manipulado.

Bajo la mirada cómplice de la policía boliviana, en la población de Yucumo, paso obligado de la marcha, los colonizadores cocaleros retuvieron las camionetas que llevaban agua y alimento a los indígenas. Debilitada la marcha, fue violentamente reprimida. Apresaron dirigentes, otros huyeron al monte, cargaron a los marchistas en buses, golpearon a muchos, gasificaron y un bebe murió por asfixia.

Inmediatamente, la ministra de Defensa renunció y acusó al presidente de ser el causante. El ministro del Interior y el viceministro también renunciaron pero como fusibles.

La comunidad internacional, normalmente complaciente con Morales, condenó las acciones.

El presidente boliviano, para recuperar simpatías, ha pedido que un referéndum resuelva el asunto, donde los treinta mil colonos trasladados le darán el triunfo.

También pide una comisión internacional que analice el tema, así como internacional fue la comisión que, a pesar de las pruebas, exculpó al gobierno de la masacre de Porvenir (2008). O quizá sea solo una figura retórica como el Tribunal de Justicia Ecológica que lo hizo aparecer como custodio de la Madre Tierra. A pesar del desprestigio, la estabilidad del gobierno no peligra, pues no hay una oposición organizada que capitalice los desaciertos.

El calentamiento global, los desequilibrios climáticos y ecológicos ciertamente obligan a preservar la Amazonía.

Los del Tipnis saben que en ello se va la supervivencia del planeta. Por eso, y a pesar de las dificultades, han reanudado su pequeña marcha de unos cientos de personas pobrísimas, una marcha que marcha por todos nosotros, por todos los seres vivos del planeta. Este es el tamaño de su heroísmo.