Sin erradicación de cocales ilegales no hay política antidrogas

El Gobierno ha ratificado como presidente de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas, Devida, al abogado Ricardo Soberón. Se trata de un conocido asesor de cocaleros, proclive a la legalización de las drogas y cuyas primeras acciones tras su nombramiento han generado controversia. Primero detuvo súbitamente la erradicación de cocales ilegales y, anteayer, declaró que el delito de narcotráfico “empieza en la poza de maceración”, soslayando que tal delito tiene su génesis en el cocalero ilegal que abastece de materia prima, justamente, a esas pozas de maceración. ¿O cree el señor Soberón, presidente de Devida, que las hojas allí procesadas aparecen de la nada?

La mafia criminal del narcotráfico debe estar celebrando la noticia de la ratificación de quien no cree en la erradicación de los campos donde se cultiva el insumo principal de la droga.

Todo esto, lamentablemente, subraya las contradicciones respecto de lo que debe ser una firme y coherente política integral antidrogas, que empieza con la erradicación de los cocales ilegales y sigue con la interdicción, el control de insumos y la sustitución de cultivos, mayor vigilancia financiera para el control de lavado de activos, castigo a los narcotraficantes, entre otras cosas.

¿Cómo se piensa romper la cadena del narcotráfico sin tocar su primer eslabón, que es la producción ilegal de coca, insumo insustituible para drogas tan nocivas como la pasta básica y el clorhidrato de cocaína? ¿No sabe el señor Soberón que más del 90% de la hoja se destina al narcotráfico, es decir que termina en esas pozas donde, según él, empieza el delito?

Aquí no satanizamos el cultivo tradicional y milenario de la coca, parte de la cultura andina y cuyos cultivadores merecen respeto, muy diferente al caso de aquellos que, a sabiendas, abastecen a las mafias criminales.

Está claro que el presidente de Devida tiene una agenda personal en el tema y que sus intereses han confluido con la necesidad de mantener a raya a los grupos que apoyaron la candidatura nacionalista, y ese parece ser el papel que está cumpliendo a cabalidad. A los cocaleros les dice que se dejará de lado la erradicación y la “erradicación compulsiva”; mientras que el Congreso y las autoridades, ante la opinión pública y los gobiernos extranjeros, subrayan que se continuará con la erradicación. Antes que después los erráticos mensajes generarán un conflicto de magnitud.

La experiencia colombiana, a la que hay que mirar, demuestra que es imposible avanzar en la política antidrogas si no se reducen los cultivos ilegales dentro de una política integral, como la que se impulsaba en nuestro país.

De allí que es riesgosa la flexibilización propuesta por Soberón para las acciones de erradicación que ejecuta el Corah y resulta una burla sostener que Enaco comprará toda la producción. Esto, aparte de generar un enorme gasto al Estado, incrementaría la demanda y los campos de coca proliferarían. ¿Qué haría el Estado, además, con esas miles de toneladas de hoja?

El Gobierno debe concentrar esfuerzos en la sustitución de cultivos: cacao, té, frutas amazónicas, entre otros, y facilitar el ingreso a los mercados locales e internacionales de estos productos legales y saludables.

La ciudadanía, en suma, sigue a la espera de que el jefe del Gabinete y el Ministerio del Interior hagan los deslindes respectivos y planteen, en blanco y negro, los principios, criterios, bases, asesorías y apoyos logísticos y de otro tipo de la política antidrogas del Perú. El enemigo que enfrentamos, el narcotráfico aliado al terrorismo, es muy poderoso, invasivo y corruptor, y cuenta con medios económicos y hasta políticos suficientes como para jaquear al Estado.

El Perú no puede darse el lujo de más titubeos ni debilidad en este tema. Compete al presidente de la República encauzar el discurso y accionar del presidente de Devida dentro del marco de lo que prometió el 28 de julio, cuando asumió el cargo. Lo que hace y dice Soberón no se parece en nada a lo que escuchó el Perú de boca de su presidente aquel día.

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