“La erradicación es política de Estado y la vamos a cumplir”

La República. Después de su decisión de paralizar la erradicación de los cultivos de hoja de coca destinados al narcotráfico, lo que motivó la preocupación de los países cooperantes en la lucha contra el narcotráfico, el nuevo titular de Devida, Ricardo Soberón, se desplazó al valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE) para conversar  directamente con los cocaleros sobre la nueva estrategia antidrogas.

Según Soberón, entrevistado en San Francisco, Ayacucho, su posición se ajusta a la política del gobierno de Ollanta Humala.

Usted es señalado por algunos sectores como una amenaza para la lucha contra las drogas por su cercanía con los dirigentes de la Confederación Nacional de las Cuencas Cocaleras del Perú (Conpaccp).  ¿Qué tipo de relación tiene con esta organización?

Hay una profunda desinformación al respecto. Trabajo sobre políticas relacionadas con las drogas desde hace 20 años y no solo sobre los cultivos de hoja de coca. He trabajado con las Naciones Unidas y hace cuatro años formé una organización no gubernamental que trabaja en la reforma legal. Nunca he tenido una asesoría formal, aunque he sido consultado por productores  en varias  oportunidades, así como por embajadas y agencias de cooperación internacional. De modo que encasillarme como “asesor cocalero” es muy sesgado.

Sin embargo, usted asesoró a las dirigentes cocaleras Nancy Obregón y Elsa Malpartida.

Con Nancy Obregón tuve un trabajo de cuatro meses, de agosto a diciembre del 2006, y de allí nunca más. Con Elsa Malpartida estuve tres meses en el 2010 para un caso  medioambiental. Nada más.

¿La designación como presidente de Devida de alguien vinculado al sector cocalero no es contraproducente para la búsqueda de apoyo de los países cooperantes en la lucha contra el narcotráfico?

Como presidente ejecutivo de Devida desarrollo negociaciones con toda la cooperación internacional con muy buenos  resultados.

No hay elementos  para pensar que habrá molestias, y eso se confirma con la reciente declaración conjunta del presidente  Humala con el secretario de Estado norteamericano William Burns, en la que se señala que la propuesta antidrogas del Perú es compartida por Estados Unidos: integralidad, control de insumos, mejora  en la investigación de lavado de activos, interdicción y erradicación.

¿Ha tenido un acercamiento con la embajadora de los EEUU?

Estoy en muy buenas migas con la  embajadora (Rose Likins) y también con el NAS (oficina de asuntos antinarcóticos) y el Usaid (agencia norteamericana de desarrollo internacional). La próxima semana concluimos las negociaciones  con muy buen ánimo. Se reconocen como socios del nuevo gobierno del Perú con el propósito de hacer de la lucha contra el narcotráfico un instrumento mucho más eficaz que en los 10 años que pasaron.

Por cada día que no se erradican los cultivos de hoja de coca, el narcotráfico cuenta con 33 mil kilos para la elaboración de droga. ¿Con qué criterio resolvió detener la erradicación?

Normalmente en todos los planes nacionales de control de cultivos se producen pausas. Cada dos meses se detiene por una serie de factores.

Si es  tan común la paralización, ¿por qué esta vez estalló un alboroto?

Devida se encuentra en un pleno proceso de reingeniería institucional y paralelamente estamos en  proceso de negociación con los cooperantes. Es justo  detenernos y ver qué estamos  haciendo bien o mal. Con mucha mayor razón si tenemos en cuenta las cifras de las Naciones Unidas de los Estados Unidos que demuestran que la erradicación no tiene el impacto deseado sobre la tendencia al crecimiento en las áreas sometidas a la erradicación de cultivo de hoja de coca.

Pero, ¿fue usted personalmente quien tomó la decisión de paralizar la erradicación en el Alto Huallaga?

Devida es el ente rector en materia de políticas sobre drogas, y debo dar algunas líneas  para la  estrategia del control de drogas.

Yo no digo qué hace cada sector, pero sí puedo  granjear las  mejores formas de cumplir los resultados. A la luz  de lo que  se prometió en la estrategia del 2007 -2011, y a la tendencia al alza de los últimos cinco años

–Pasamos de 42 mil a 70 mil hectáreas–, obviamente no estamos cumpliendo. Y debo asegurarme como  presidente de Devida de que la estrategia esté encaminada a que la reducción de cultivos sea un acto sostenible en el tiempo y en el territorio. La reducción de cultivos es  parte de la política del Estado y yo debo de acatarla, pero lo que debemos lograr es que la hectárea erradicada no sea reemplazada un kilómetro más adelante.

¿Qué lo motivó a enviar un correo a los dirigentes de la Conapaccp explicándoles su posición frente a la erradicación?

Reconozco que fue un exceso de mi parte. Fue un proceso de  transición entre el académico analista  que tenía la permanente autonomía para decir las cosas como las piensa con el funcionario que iba a ser. Pero con toda certeza, no tenía  ninguna intención de provocar  problemas  ni a la institución ni al gobierno si no evidenciar los cuellos de botella que  pueden dificultar  eficacia de control del crimen organizado alrededor del narcotráfico.

En dicho correo usted hace referencia a la “posición  histórica”  que tiene con  respecto a la erradicación. ¿A qué se refiere?

A nivel global, la erradicación en sus diferentes formas –control biológico, erradicación manual, erradicación consensuada, mecánica, forzada– no ha tenido un impacto definitivo en el desenvolvimiento de cultivos ilícitos de coca, marihuana o amapola en el mundo. Hay muchos informes de organizaciones como Rand Corporation, Wola y Naciones Unidas que así lo indican. Esa es mi “posición histórica”.

¿La erradicación de los cultivos ilegales no es un instrumento efectivo?

El peso que tiene la reducción de cultivo  sobre  otros  instrumentos que pueden dañar más a otros eslabones del narcotráfico. Ese es el punto. El circuito del narcotráfico comprende  productores, consumidores y en el centro está el crimen organizado. Y yo como penalista debo atacar el eslabón que más daño causa al narcotráfico.

La historia  indica que  la erradicación no hace un daño significativo al narcotráfico. En los treinta años de acción en el Perú, el único momento fue el periodo 1995-2000.

En dichos años se produjo una diferencia que se debió a otros factores: puente aéreo, cambios en el mercado colombiano, expansión de los cultivos en el VRAE y presencia de los carteles mexicanos. Fueron esos factores los que generaron el cambio. Ahora mi gobierno tiene políticas de reducción de cultivos y yo debo garantizar  que sean permanentes: lograr bajar la tendencia  al crecimiento que hemos recibido de la administración anterior.

Si no será solo la erradicación, ¿qué otras herramientas más eficaces usará para la lucha contra el narcotráfico?

Serán a nivel policial en tres ejes fundamentales: cortar los circuitos financieros de las organizaciones criminales, así como inteligencia policial creciente para detectar y desmantelar las estructuras criminales asentadas en la costa y ciudades intermedias. Y un tercer eje será activar el sistema de control, seguimiento y verificación del destino de los  27 insumos químicos de los cuales solo cinco se producen en el Perú.

Usted tiene una mala relación con el jefe del Proyecto Especial Corah, el general PNP en retiro Juan Zárate, quien está a cargo de la erradicación de coca. ¿Por qué esa animadversión?

Es una diferencia de visión sobre la prioridad y el cómo se deben ejecutar las acciones de erradicación de cultivos. De allí viene la diferencia entre erradicación y reducción. La erradicación desde mi perspectiva es arrancar la planta sin importar lo que pase después, para mí la reducción es arrancarla para siempre y  para eso se debe alentar el desarrollo rural. Yo he conversado varias veces con el señor Zárate en su oficina  sobre la diferencia de erradicar para cumplir metas y el acto de reducción para cumplir objetivos.

Si Juan Zárate no tiene la misma visión que usted, ¿pedirá su retiro del cargo?

No. Lo que  puede ocurrir es que encontremos los protocolos necesarios para que los planes  futuros de reducción de cultivo cuenten con el consenso  de ambas partes.

“ No funcionó el Plan Vrae I ni el Plan Vrae II”

¿Qué ineficiencias ha encontrado en la anterior gestión de Devida?

He encontrado un archipiélago, con unidades esparcidas, con  poca claridad sobre la visión política  de cómo un ente rector debe luchar contra el narcotráfico. Tiene buenos recursos humanos, pero faltó liderazgo y el necesario  equilibrio entre prevención, desarrollo e interdicción.

También encontramos una preocupante  reducción en la cooperación internacional. No se estimuló a la cooperación internacional  para que bajo el  principio de la responsabilidad compartida ponga más dinero sobre la mesa.  El Perú  está poniendo  de la suya, de 97 millones se ha incrementado  a 120 millones de soles”.

¿Considera que el Plan VRAE, para la lucha contra el narcoterrorismo, ha fracasado?

No funcionó ni el Plan VRAE  I ni el Plan VRAE II. Y pasó lo mismo con muchos otros aspectos relacionados con  la estrategia antinarcóticos realizados por la gestión anterior que solo fueron puros power-point.

¿Habrá  mayor presencia del estado en el VRAE?  ¿Cuáles son las propuestas para el desarrollo de la zona?

Queremos promover en el interior del Estado la visión de un nuevo VRAE, sin el catalejo  militar o policial, sino que se tenga en cuenta que se trata de una región en la que confluyen todos los grupos étnicos del Perú.

Debemos darle prioridad al VRAE para reducir la influencia de una  economía ilícita que viene  de afuera y que llega  dejando  pobreza, violencia y degradación de sus suelos. El presupuesto para el  VRAE se ha incrementado de 17 a 20 millones de soles. No es mucho pero crearemos las sinergias para que el sol que gastemos se gaste bien.

¿Cuáles son sus metas para los próximos cinco años?

Queremos lograr un aumento del 50 % en el desmantelamiento  de organizaciones dedicadas al tráfico de drogas.