El trabajo infantil en las cuencas cocaleras, no solo vulnera los derechos humanos de los niños, sino ultraja su situación humana, al ser utilizados por los traficantes como trabajadores en las pozas de maceración de la droga ilegal.
De esta manera, la situación de una multitud de niños en las zonas cocaleras como el Alto Huallaga y el valle de los ríos Apurímac y Ene (Vrae), queda exceptuada de los diferentes debates cuando se aborda el problema de la coca y el narcotráfico en el Perú, así como también el ejercicio de sus derechos consagrados en la Convención de los Derechos del Niño.
A esto se suma que los hijos de los cocaleros, desde los dos años son empleados en la cosecha de coca al lado de sus padres. La justificación es que es que “ganan plata”, por lo que prefieren trabajar antes que estudiar, como ocurre en la zona cocalera del Valle del Monzón, en la margen derecha del río Huallaga, provincia de Huamalíes, en la región Huanuco.
Esta trágica situación de los niños del valle de Monzón se inicia entre las cinco o seis de la mañana, extendiéndose hasta las seis de la tarde y de lunes a sábado, como el caso de la pequeña Martha, una niña que a pesar de sus tres cortos años, ya sabe lo que es trabajar de sol a sol para ganar la mísera suma entre 50 a 60 céntimos por cada kilo de coca que cosecha.
Los cocaleros alegan entregar toda la producción cosechada a la Empresa Nacional de la Coca (Enaco), sin embargo el jefe del Frente Huallaga, Withman Rios, corrige la plana e indica que el 90 de la producción de hoja de coca del Valle del Monzón es captado por los narcotraficantes de la zona. Lugar donde también opera el grupo armado Sendero Luminoso, al mando del camarada “Artemio”.
Mientras según la estudiosa en el tema de niños y socióloga María del Pilar Mejia Fritsch, “los niños que trabajan en las pozas de maceración, son potenciales narcotraficantes”, además las zonas donde viven presentan hasta el 92% de niveles de pobreza, como ocurre en la zona cocalera del Apurimac y el Ene.
Además los servicios básicos como agua, desagüe, salud y educación, son muy limitados. Lo más preocupante es que los pobladores utilizan el agua de los ríos, a sabiendas que están contaminados con relaves producto de la elaboración de cocaína y de pasta básica de cocaína (metales pesados como plomo, cadmio y Arsénico), hecho que afecta directamente las defensas de los niños que se encuentran en pleno desarrollo.
En el Perú, según el INEI – 2009 existen 2 millones 115 mil niños, niñas y adolescentes que trabajan entre 6 y 17 años de edad.
Tanto el Vrae, como el Monzón, son cuencas de producción de extensiones de hoja de coca ilegal, en cuyo sembrío se utilizan enormes cantidades de agroquímicos, que afectan directamente el medio ambiente y la salud de las personas dedicadas al chaccheo (picchado) de la coca, y donde según las Naciones Unidas, el 90% de los niños y adolescentes son la mano de obra barata del narcotráfico, como demuestra el siguiente vídeo del programa Buenos Días Perú (Pedro Yaranga).
FUENTE: Crónica Viva
VER VIDEO: http://www.youtube.com/watch?v=ZD7yHtbJxtA
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