Espacio Compartido. Leyendo lo escrito por el saliente ministro del Interior en un diario de circulación nacional, no me queda duda alguna que Miguel Hidalgo ha adelantado todos los esfuerzos para hacerse del título de “rey de los caras duras”, entendiendo que se necesita de una inmensa dosis de caradurismo para escribir sobre lo que él considera: grandes logros en seguridad ciudadana durante la administración anterior.
Nos referiremos a algunos de los datos que con absoluto desparpajo refiere como logros:
Presuntos actos de corrupción.- se refiere al Baguazo y al Moqueguazo como excepciones a la reglas, cuando en realidad los fracasos en la atención de casos de orden público han sido no sólo estos dos, o se olvidó lo del bosque de Pomac y todos los demás donde se perdieron vidas, tanto de la población como de propios policías.
Pretende esconder el exministro, la gravedad de la corrupción en la policía que resulta transversal a toda su actuación funcional.
Menciona sólo anecdóticamente lo sucedido con adquisiciones cuestionadas, de patrulleros, portatropas y otros equipos, cuando en realidad estos hechos son los que se conocieron por la acuciosidad de la investigación periodística, pero que las mismas no pueden acceder a todas las demás adquisiciones.
26981 nuevos policías.- Vuelve a perder la perspectiva, o esconde perversamente lo que ha significado poner en las calles a este número de policías formados ( o deformados ) precariamente en una diáspora de escuelas improvisadas en muchas regiones del país, sin que se les dote de las condiciones mínimas de funcionamiento y menos aún de profesores e instructores que garanticen una correcta formación profesional.
No se necesita ser muy exhaustivo para comprobar que los oficiales de las jurisdicciones en las cuáles se han improvisado estas escuelas y que son nombrados como instructores, no sólo acusan una preocupante desactualización, también evaden sus obligaciones docentes, encargando en muchos casos a personal de suboficiales bajo su mando para que acudan en su reemplazo a las aulas y se limiten a leer los reglamentos.
Si pudiese existir alguna duda de lo que en estas líneas se expresa, baste con evaluar a los policías egresados de las escuelas durante la administración que culminó, para darse cuenta que se han incorporado al servicio policías sin la preparación adecuada para cumplir las funciones que competen a la institución y lo que es más grave, esta situación de precariedad en la actuación, se extenderá por los próximos treinta años que es el tiempo que permanecen los policías en el servicio activo.
Se trataba, como parece ser la línea de la administración saliente, de mostrar metas cuantitativas sin importar la calidad.
34 millones de soles para mejorar comisarías.- Correspondió aproximadamente treinta mil soles a cada comisaría, de los cuales no todos se han utilizado en las mejoras, un porcentaje ha quedado en las rutas de la corrupción, entonces no se trata sólo de asignar recursos, se trata también de fiscalizar su utilización
873 planes de seguridad formulados por la secretaría del Conasec.- En estos datos no se consigna cuántos de estos planes se han ejecutado y cuál ha sido el resultado y el ministro insiste en una verdad relativa, es cierto que los gobiernos regionales y locales tienen responsabilidad en cuanto a seguridad ciudadana, pero no es menos cierto que esta actuación está orientada a la determinación de las demandas de seguridad y corresponde a la institución estatal costituìda para mantener la indemnidad de las personas, en sus vidas, bienes y ejercicio de libertades y derechos, en este caso la Policía Nacional, ofertar los servicios que respondan a la demanda.
No se puede escamotear entonces, la responsabilidad de la policía, como organización central e indispensable en todo diseño de seguridad. Cuando se refiere al reconocimiento del 80% de comités regionales de seguridad ciudadana, no se dice cuantos están funcionando como tales y cuantos solo se reconocieron para la foto de estilo, pues de estar en pleno ejercicio, se hubiesen resuelto los temas de inseguridad y las mediciones de opinión no serían tan dramáticas.
Comercialización del kerosene.- Es cierto que se dieron las normas para prohibir en las cuencas cocaleras la comercialización del kerosene, pero ello no ha significado que no se haga. Sigue ingresando kerosene, aprovechando la larga cadena de la corrupción, e inclusive, algunas versiones dicen que en una estación de servicios a poca distancia de la base antidrogas de Palmapampa, se expende ilícitamente kerosene a precios sumamente elevados.
135 toneladas de droga incautadas.- Si comparamos esta cantidad con la cantidad de droga producida en el período, probablemente las incautaciones no representen ni siquiera el 10%, y a ello obedece que en el período que terminó, en el que buena parte de la conducción de la unidad especializada en perseguir el tráfico ilícito de drogas, la Dirandro, estuvo en manos del ministro Hidalgo y cuando fue promovido a otras responsabilidades se preocupó en designar generales fantoches, a través de los cuáles seguía manteniendo el control de esta crucial unidad, y de esta manera cautelar también las investigaciones que se le encargó vinculadas al caso de los Petroaudios.
En cuanto a los insumos, se necesita verdaderamente ser caradura para decir como logro las 2900 toneladas incautadas en el período de cinco años, cuando en un sólo año y para producir las casi 300 toneladas de clorhidrato de cocaína que se han calculado como producción anual, se requeriría 30,000 toneladas de insumos, por lo que las 580 toneladas promedio de incautación anual, resultan irrisorias.
El ministro Hidalgo debió aprovechar la circunstancia de dejar el cargo para quedarse totalmente callado, virtud que parece no haber desarrollado y si debió hablar y con firmeza cuando se le presentó la inmejorable oportunidad de mejorar su imagen, con ocasión de los proyectos de ley que el ejecutivo remitió al legislativo y que atentan contra los sistemas remunerativos y pensionarios de militares y policías, en ese escenario si debió pronunciarse, negarse a firmar los proyectos, y en un rapto de grandeza (estamos recurriendo a la ficción pues serìa pedirle demasiado), renunciar al cargo diciendo las razones de tal decisión.
Cuando nos encontramos con este tipo de funcionarios, “caras duras”, es que pensamos en lo que manifestaba el genial Borges que son “personas equipadas para parecer alguien y así no se den cuenta que en realidad no son nadie”.