El Comercio. Como general de la Policía Nacional del Perú a cargo de las operaciones policiales en el Alto Huallaga, tengo bajo mi responsabilidad la zona llamada de emergencia, que considera áreas geográficas cuyo control, en situaciones normales, debería depender de las direcciones territoriales de la PNP de Ucayali, Huánuco y San Martín.
Sabemos que los delincuentes de la zona disponen de inmensos recursos económicos provenientes de actividades ilícitas, siendo una de nuestras tareas la de contribuir a recortar las ‘mangueras abastecedoras’, el desvío de los insumos químicos y de productos fiscalizados empleados para la elaboración de drogas, así como de ‘dinero sucio’ en casos de lavado de activos.
Es de público conocimiento la recompensa por capturar al delincuente terrorista Flores Hala, alias ‘Artemio’ o ‘Viejo’, cuyo monto es de hasta US$5,5 millones, por un lado, y casi S/.1,5 millones, por otro, recompensa que se otorgará al o a los ciudadanos –no a las fuerzas del orden– que faciliten su ubicación y captura.
Pero también es cierto que este oscuro sujeto maneja cantidades superiores a esas cifras, producto de su nefasta alianza con los traficantes de drogas y demás actores ilegales.
Mi labor no es netamente administrativa; es fundamentalmente operativa, pues, considero que los policías peruanos que llevamos años en esta lucha sabemos que hay que atacar al peón, al alfil, al caballo, a la torre, etc., si buscamos una analogía con el juego de ajedrez, sin que ello signifique que le estemos dando la posición del rey al infame del cual hemos hecho referencia anteriormente.
Entendemos que para ganar este ‘juego’ debemos orientar nuestros esfuerzos a la cabeza de esta organización y desbaratarla como exige la ciudadanía.
Siempre pensamos en el respeto irrestricto de los derechos humanos. Creemos que no debe derramarse una gota más de sangre por cruel y reprochable que esta sea.
En ese orden de ideas, estimamos que el ‘Viejo Artemio’ debe entregarse pronto, pues su desquiciado proyecto de terror jamás tuvo razón de ser y mucho menos continuidad.
En el mundo civilizado, los proyectos basados en la muerte nunca tuvieron éxito.
Hoy el desalmado ‘Viejo Artemio’ podría encontrar una mano que, respetando sus derechos, le brindaría el trato que como ser humano merece, dándole la oportunidad para resarcirse de sus deudas con la humanidad y con el Perú que, sin duda, son muchas y muy grandes, purgando condena en una cárcel como manda la ley y no en el abandono de una fosa sin nombre perdida en la selva.
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