36 comunidades de Llochegua quedaron incomunicadas tras desborde del río Tinkuy

Tras el desborde del río Tinkuy por el incremento de su caudal, las autoridades y pobladores aseguraron que son 36 las comunidades de 11 centros poblados del distrito de Llochegua, en el valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE), las que se encuentran aisladas, por lo que urge la intervención de maquinaria pesada en la zona.

La información se supo tras la llegada del alcalde provincial de Huanta, Carlos Rúa, a las zonas afectadas por la crecida del río Tinkuy, el mismo que ha generado la interrupción del pase vehicular de transporte público y de carga pesada entre la capital de Llochegua y sus 11 centros poblados.

Pobladores hacen arriesgadas maniobras para cruzar los puentes y accesos sobre el río

En conversación para INFOREGION, Carlos Rúa, indicó que a través de la región se viene gestionando la adquisición de cables acerados, combustible y maquinaria para la limpieza de las vías colapsadas.

“Me he apersonado para constatar desde el lugar las necesidades urgentes que requieren los pobladores de Llochegua, a partir de ello se está gestionando la adquisición de maquinarias, mil metros de cables acerado y 2 mil galones de combustible”, detalló la autoridad.

Rúa indicó que las comunidades más afectadas son Canayre, Mayapo, Villa Mejorada, Unión Mantaro, al encontrarse desde el pasado jueves incomunicadas.

Puente peatonal Tacora también se encuentra a punto de colapsar

“Estamos procurando que el apoyo llegue de la forma más rápida, vamos a formular un perfil para la construcción de un puente peatonal para trasladar a los escolares que estudian en la institución educativa Pedro Ruiz Gallo, asimismo víveres y entre otras necesidades básicas”, manifestó la autoridad.

A punto de colapsar

Al respecto, Omer Sinchitullo, alcalde de Llochegua, advirtió que de no atender los pedidos para el descolmatado y encauzamiento del río Tinkuy, éste podría deteriorar las bases del puente peatonal Tacora, que por el momento es la única vía de acceso sólo de personas.

Fue Epólita Curo Quispe, de 52 años, quien con lágrimas en los ojos narró los precisos instantes en los que la crecida del río amenazaba con destruir todo a su paso, “Gracias a Dios me salve de milagro, vi como a media noche el río -Tinkuy- se llevaba las pertenencias de mis hijos y las mías, ¡es un milagro!”, exclamó.

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