El Comercio. El 13 de marzo del 2009 el Comando Conjunto de las FF.AA., en el marco de las operaciones que había iniciado siete meses antes para combatir a la facción renegada de Sendero Luminoso en el valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE), logró conquistar a sangre y fuego las alturas del estratégico cerro Judas en Vizcatán, la última trinchera de las huestes subversivas en la frontera entre Huanta y Satipo.
Desde entonces, las restantes bases contraterroristas creadas a lo largo y ancho de este corredor de la droga, y por cuya existencia fueron abatidos unos 60 militares desde agosto del 2008, enfrentaron el constante hostigamiento de los francotiradores subversivos.
Las bases y puestos de vigilancia que aquí se instalaron entre el 2008 y el 2009 –Vizcatán I, Vizcatán II, Vizcatán III, cerro Tincuya y cerro Judas– se convirtieron en el símbolo inédito de la presencia del Estado en el VRAE, y sirvieron para bloquear el trasiego de la droga que salía por la sierra de Huancavelica y como plataforma para las operaciones en la selva de Junín.
A tres años de la ocupación militar en el epicentro subversivo, fuentes confidenciales revelaron a El Comercio que dichas bases ya no existen. En el lugar solo quedan trozos de madera desperdigados de las casamatas, calaminas desmanteladas y trincheras abandonadas, mientras que la vegetación ha vuelto a enseñorearse donde antes hubo puestos militares a pocos metros del Mantaro. Ahora son bases fantasmas.
¿Qué ocurrió para que el bastión que justificaba la presencia de las FF.AA. en el VRAE fuera desactivado de la noche a la mañana y en estricto secreto? ¿Qué pasó con los cientos de soldados que habitaban en las bases de los cerros Vizcatán, Tincuya y Judas? Este Diario confirmó el éxodo militar hasta hoy desconocido.
La historia de aquel repliegue, eufemismo que utilizan los sectores castrenses en situaciones similares, comenzó el pasado 16 de octubre último luego de que los terroristas abatieran al sargento EP Moisés Vásquez mientras este se desplazaba junto a su patrulla por la zona. Las fuentes revelaron que días después del atentado, el general EP Víctor Montes, jefe del Comando Especial VRAE en el cuartel de Pichari (Cusco), ordenó que los helicópteros M-17 recogieran a las tropas y los pertrechos militares de las bases en Vizcatán.
La orden, que provocó caras largas, frustración y hasta sensación de derrota entre el personal subalterno y altos oficiales, se concretó entre fines de octubre e inicios de noviembre. La versión, que corrió como reguero de pólvora desde el cuartel en Pichari hasta el hospital del Ejército en Lima (en donde se recuperan algunos de los efectivos heridos en combate), fue que ya no se podía garantizar la seguridad de los efectivos en Vizcatán porque “nos estaban dando como carne de cañón”.
Además, porque cada vez era más difícil el abastecimiento de agua, que era transportada en algunas ocasiones en los helicópteros M-17 hasta las bases, ya que los soldados no bajaban a recogerla directamente del río Mantaro por temor a ser emboscados por los francotiradores escondidos.
El peso de Villafuerte
Hasta ahora se desconoce los motivos oficiales del abandono de las bases de Vizcatán. Sin embargo, se sabe que cuatro días después de la muerte del sargento Vásquez, el 21 de octubre pasado, el asesor presidencial coronel EP (r) Adrián Villafuerte viajó hasta el cuartel general de Pichari a bordo de un avión Antonov junto con un alto mando del Comando Conjunto de las FF.AA. para reunirse con el general EP Víctor Montes.
Las fuentes consultadas dijeron que el asesor del jefe del Estado conversó con el jefe del Comando Especial VRAE sobre la nueva baja que se reportaba durante los tres primeros meses de la gestión del presidente Ollanta Humala (la tercera, después de la muerte en setiembre de dos pilotos de un helicóptero M-17 en Satipo) .
Villafuerte habría sido influyente en la toma de esta decisión con el argumento de que las bajas en la coyuntura política actual no eran convenientes para un gobierno recién estrenado, dijeron las fuentes. La opción sugerida para evitar mayores muertes o el derribo de un segundo helicóptero fue desactivar las cinco bases de la zona más caliente del VRAE: Vizcatán.
Sin imaginar las consecuencias de este plan –autorizado en última instancia por el jefe del CC.FF.AA., Luis Howell Ballena–, se procedió a desalojar estas posiciones dejando solo dos solitarias bases a merced de la subversión, que todo lo sabe y ve en el monte: Mazángaro y Unión Mantaro, la misma que fue atacada días después del citado repliegue, el 21 de noviembre, y en donde murió un teniente del Ejército.
Por el momento queda claro que los generales Montes y Howell no tomaron en cuenta el costo de vidas e ingentes recursos económicos que se necesitaron para conquistar estas posiciones entre los años 2008 y el 2009. El período más sangriento y doloroso para los tres institutos armados ocurrió en la gestión del general EP Ricardo Moncada Novoa, como jefe del Comando VRAE en el 2009.
Aquel año murieron 25 efectivos (13 de ellos en una emboscada), mientras que un helicóptero M-17 fue derribado por los subversivos. Un año después, el 2010, se registró el menor número de bajas en la zona, cinco muertos en la misión del general EP Benigno Cabrera Pino como jefe de las tropas en Pichari. Desde entonces, la iniciativa de las FF.AA. repuntó en el valle cocalero. Sin embargo, nada de eso importó. Hoy, un mes después de entregar este territorio a la facción de ‘José’, los altos mandos militares siguen guardando el secreto bajo cuatro llaves.
En puntos
Confirman repliegue, pero niegan influencia de asesor
El Comerció conversó con el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, Luis Howell, quien confirmó el repliegue de las cinco bases que estaban en Vizcatán.
El general justificó esta decisión argumentando que esas bases eran móviles y que no podían estar ubicadas en una región sin población.
Afirmó, además, que la decisión del repliegue fue sugerida por una unidad menor, luego avalada por el Comando Especial VRAE y finalmente autorizada por el CC.FF.AA.
Howell rechazó la versión según la cual en la decisión de abandonar las bases hubiera intervenido el consejero Adrián Villafuerte.
Este Diario también se comunicó con el jefe del Comando Especial VRAE, Víctor Montes, quien reconoció haber propuesto el repliegue de las bases, pero negó haberlo hecho a pedido de Villafuerte, a quien dijo no conocer.
Los comentarios están cerrados.