Un grupo de científicos constató, en las comunidades loretanas de Saramuro y Santa Rita de Castilla, que residuos de petróleo se han extendido río abajo. Son 42 comunidades nativas afectadas y la mayoría pertenece a la etnia Cocama. Según el informe publicado hoy por el diario El Comercio, Pluspetrol no informó oportunamente a todos los pobladores perjudicados.
El Comercio. En Saramuro y Santa Rita de Castilla (Loreto), a casi 10 horas (dos en auto y ocho en deslizador) de Iquitos, llueve torrencialmente. Los niños chapotean en los charcos. Las mujeres sacan sus bateas a la calle y comienzan a juntar las gotas que golpean con fuerza. En estas y otras comunidades de la etnia Cocama ubicadas en las riberas del inquieto río Marañón, la lluvia no había sido tan celebrada como ahora después del derrame de petróleo ocurrido hace tres semanas. Desde ese día no consumen agua de río. Y como los bidones que les entrega la empresa propietaria del crudo derramado (Pluspetrol Norte) no les alcanza, ellos juntan las gotas de lluvia.
El sábado 19 de junio, en Saramuro, exactamente en la bahía llamada Tiwinza, la base de una barcaza de petróleo que prestaba servicios para Pluspetrol Norte se quebró y liberó al río —según la misma empresa— 302 barriles de crudo. Ese sábado a las 3:30 p.m., después de almorzar, un grupo de pobladores de Saramurillo, la comunidad vecina, se acercó a la orilla y vio cómo una espesa mancha tornasolada cubría parte del río.
Aguas abajo, al día siguiente, el domingo 20 de junio, a las 6:30 de la mañana, dos pobladores de San José de Parinari, iban en peque peque hacia su chacra para cargar plátanos cuando vieron que el agua extrañamente brillaba. Se acercaron, la tocaron, la olieron. Esa sustancia viscosa era petróleo. Ya la habían visto antes, cuando el 2000, unos 5.500 barriles de petróleo terminaron en el mismo río luego de que una barcaza con crudo —también de Pluspetrol Norte— se hundiera.
Conforme las manchas de petróleo iban avanzando arrastradas por el Marañón, las comunidades se fueron enterando del derrame. “Ni ese sábado, ni el domingo ni siquiera el lunes nos comunicaron del accidente. Fueron las mismas comunidades las que decidieron por su cuenta dejar de consumir el agua y los peces del río”, dice la hermana Nancy Roca, misionera del Sagrado Corazón de Jesús que hace más de 25 años trabaja en la comunidad de Santa Rita de Castilla, la sede administrativa del distrito de Parinari, adonde pertenecen las comunidades afectadas.
Dieciocho días después
La travesía por el torrentoso Marañón se inició el último miércoles en Nauta. Acompañamos a un equipo contratado por la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS) para analizar el impacto del derrame sobre el ecosistema del río. Los biólogos Pedro Carrillo y Percy Gallegos estudiarán la calidad del agua, los sedimentos del río y elaborarán un análisis hidrobiológico. Ellos recogieron muestras de agua, lodo y peces de 10 comunidades del Marañón. Las manchas del petróleo alcanzaron hasta 100 kilómetros aguas abajo de la zona del derrame.
En las comunidades visitadas (ver infografía) continúan los trabajos de limpieza del crudo acumulado en las orillas y en las palizadas. La empresa Pluspetrol Norte ha contratado a pobladores —a los que paga 30 soles— para que recojan los restos de petróleo que todavía persisten en la vegetación de las orillas. Solo el último jueves, en la comunidad de San José de Parinari, un grupo de pobladores juntó nueve costales, un día antes habían sido once, dice Roger Cunayapa, dirigente comunal. “Nos metemos al río, y así (muestra sus manos libres) vamos recogiendo las plantas negras y grasosas”.
Sigue leyendo la nota publicada por el diario El Comercio en: http://elcomercio.pe/impresa/notas/100-km-maranon-afectados-derrame/20100711/508903