Acercándome ya al final de esta serie, abordo dos temas claves vinculados a la eficiencia de la Policía.
8.- Desmilitarizar y profesionalizar la lógica de mando y asignación de funciones en la Policía: la Policía Nacional copia a las Fuerzas Armadas un su esquema de mando. Tiene un director general que en la práctica se percibe a sí mismo y es tratado como un comandante general. Incluso durante la gestión del tan cuestionado director Salazar, esto se profundizó simbólicamente y copiaron a los militares dándole a los generales PNP un bastón de mando como los que tienen los generales del Ejército.
Asimismo se mantiene una estructura de Estado Mayor que corresponde a una lógica estrictamente militar y la antigüedad es el criterio para la asignación de cargos y la permanencia en la institución.
Hay que cambiar todo eso radicalmente.
No tiene ningún sentido, por ejemplo, que oficiales muy aptos para una función tengan que dejarla porque ascienden para ocupar otra en la cual no van a servir. El cargo no debe estar ligado directamente al grado o la antigüedad. No se deben perder tampoco oficiales porque sean más antiguos que otros que ejercen una función “superior”. El criterio fundamental de asignación de responsabilidades debe ser la idoneidad. Lo mismo para la permanencia en la institución.
Hay que eliminar el Estado Mayor y contar con dirección de planificación estratégica. Hay que tener estrictamente los generales y coroneles que se necesitan para las funciones que se necesitan. Acabemos con el absurdo de que haya más coroneles que tenientes. Recordemos que no solamente es una irracionalidad en la gestión, sino que los grados más altos conllevan una serie de privilegios que hacen mucho más burocrática la institución.
Ahora bien, el cambio más importante y que requiere una nueva ley orgánica de Policía es la de contar con un director general que sea civil (o expolicía). Debe ser una persona que esté fuera del escalafón policial, como ocurre en muchas policías del mundo con bastante éxito. Se le debe nombrar por un periodo de tres años renovables una vez y solamente ser removido por causas previamente tipificadas y graves.
La carrera policial acabaría así con el grado de teniente general (mientras no adecuemos los nombres y uniformes a funciones policiales y no militares) y estos deben ocupar puestos no en una lógica piramidal de cargos jerarquizados sino, insisto, en función de la capacidad para el encargo específico.
9.- Gestión profesional de los recursos institucionales: hoy en día un buen policía que está haciendo un magnífico trabajo -digamos, en narcotráfico- es trasladado el año siguiente a ejercer funciones gerenciales en, digamos, la dirección de logística. Doble perjuicio para la institución y para el país: un oficial que servía para una cosa es sacado de su función y puesto a ejercer otra que no conoce por un tiempo breve, por lo que lo poco que aprenda se pierde.
Propongo que todas las funciones gerenciales en relación a los recursos humanos y materiales, cadena de abastecimiento, salud y otros servicios, adquisiciones, etc., queden a cargo de gerentes civiles previamente seleccionados en concurso por su capacidad y experiencia para el tipo de función que se requiere. Servir podría ser a la vez una cantera y un lugar de entrenamiento de profesionales para esta función específica.