La Policía está aún más en entredicho que al iniciar esta serie de artículos. Tiene una complicación adicional para poder enfrentar los temas de seguridad ciudadana que está vinculada al hecho de que haberse involucrado en una crisis política de proporciones, que creo que no es una crisis policial, sino una crisis política en que la policía es una herramienta que se subordinó a un poder paralelo que llega muy arriba en el Estado.
Pero lo cierto es que esta aún más maltratada y se le hace más difícil avocarse a su labor principal. Difícil tarea a la que le toca al nuevo ministro del Interior Walter Albán, una persona correcta, pero que ha vivido los dos últimos años en los Estados Unidos como embajador y que no conoce el sector, ni los entretelones de lo que está ocurriendo; un ministro al cual el Presidente ya le dictó la respuesta de cuál es la naturaleza de la crisis, impidiéndole hacer una investigación más a fondo. Un ministro que va a entrar entonces en una tensión muy grande con los oficiales de la Policía que, independientemente de la conducta de muchos de sus miembros, esta vez tienen razones para estar o sentirse ninguneados por el poder.
Sigo, en ese contexto, con lo que creo que son medidas indispensables para fortalecer la Policía como herramienta principal en la lucha por la seguridad ciudadana. Ratificó lo dicho en casi todas las entregas, no pretendo ser ningún inventor de nada, todas las ideas o casi todas las que he mencionado son fruto discusiones entre mucha gente y muchas de ellas están escritas en blanco y negro. El tema con el que creo aportar algo ahora es ponerlas juntas de nuevo, contextualizadas en el nuevo momento político y de inseguridad que se vive.
Toca ahora lo que viene a ser el séptimo asunto de gran importancia que tiene que trabajarse, en paralelo con los anteriores, para construir las grandes reformas refundadores de la institución que se requieren.
7.- Dignificar la función policial
Sin negar todos los problemas que existen en la Policía hay un elemento adicional que es que la sociedad y el Estado no valoran lo suficiente la labor de la institución y de sus miembros, la que es importantísima y sacrificada.
Se necesita para tener una Policía adecuada a las demandas tan grandes que se le hacen tener policías bien tratados.
Aún en un país pobre como el nuestro hay maneras de que los policías, sobre todo los suboficiales que son la inmensa mayoría y los que sufren con más fuerza los maltratos fuera y dentro de la institución, puedan tener una vida más digna.
Mencionó rápidamente cosas que se pueden hacer si se tiene la voluntad política.
Mejorar la salud policial: siempre se necesitarán más recursos pero el problema fundamental es que hay una pésima gestión y una gran corrupción, que lleva a que los efectivos y sus familiares que se atienden en los hospitales de la Policía reciban una pésima atención y tengan que llevar hasta sus propios medicamentos; o que el grado defina la prioridad en la atención y no las urgencias o el simple orden de llegada, creando inmenso malestar. No entró en detalles por espacio, pero hay formas de cambiar completamente esa situación, si es que se le pone el cascabel al gato.
Mejorar la atención al personal interno en sus trámites: todos los policías saben que es una pesadilla tener que ir a hacer un trámite de cualquier tipo a recursos humanos. También hay corrupción y favoritismo, pero sobre todo hay niveles de ineficacia que rayan en lo increíble y que aluden a un profundo desinterés por los seres humanos policías que hacen esos trámites; una situación que se hace más incomprensible todavía, porque quienes los perjudican son sus propios compañeros de institución.
Mejorar la calidad de vida en el trabajo: es totalmente posible evitar que el rancho sea pésimo, que policías en misión fuera de su lugar duerman en el suelo y no se le den los viáticos; que las comisarías sean de cemento y no de cartón, que tengan protección judicial cuando son procesados etc. Hay que decirlo con claridad para eso ahora si hay recursos, lo que falta es voluntad y gestión.
Podría seguir con otros ámbitos, pero creo que el mensaje está trasmitido y sólo cabe decir que para proteger los derechos de los policías se creó una institución como la Defensoría del Policía que debía proteger a los más débiles dentro de la institución de los abusos, muy frecuentes, lamentablemente, de los jefes sobre ellos. La institución fue muy eficaz en su momento pero ahora ha desaparecido para todo fin práctico. Sigue en el organigrama y podría relanzarse con fuerza. De nuevo: voluntad política y mucho coraje.