Se debe asegurar que las áreas naturales protegidas sean reconocidas como una importante contribución en las estrategias de adaptación y mitigación ante el cambio climático global para la diversidad y el bienestar humano.
La apertura de este artículo refleja el objetivo principal que la UICN en conjunto con las organizaciones asociadas, fijaron en el Proyecto PACT 2020 (Protected Areas and Climate Turnaround), sobre Áreas Protegidas y Cambio climático.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su informe define que, “El cambio climático, que se expresa, fundamentalmente, en el aumento de la temperatura media, la modificación de los patrones de precipitación, el alza del nivel del mar, la reducción de la superficie cubierta por nieves y glaciares, y la modificación de los patrones de los eventos extremos, representa uno de los grandes desafíos de la humanidad en este siglo”.
El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha identificado a las áreas protegidas como esenciales para la mitigación y la adaptación del cambio climático. Otros entes intergubernamentales han repetido este mensaje, particularmente la Convención de Diversidad Biológica (CDB).
Un número creciente de gobiernos están señalando a las áreas protegidas como herramientas para combatir el cambio climático, e incorporando a las mismas dentro de sus estrategias nacionales.
Áreas Protegidas
Un área natural protegida (ANP) es definida por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), como “un espacio geográfico claramente definido, reconocido, especializado, dedicado y manejado, a través de medios legales u otro tipo de medios eficaces, para lograr a largo plazo la conservación de la naturaleza y de sus servicios ecosistémicos y sus valores culturales”.
Las áreas protegidas son más eficaces cuando tienen una buena capacidad, una gestión eficiente, estructuras de gobernanza consensuadas y un apoyo sólido de las comunidades locales y residentes.
Las ANP ya cubren más del 13,9 por ciento de la superficie terrestre del planeta y una superficie no suficiente pero creciente, en áreas costeras y océanos.
Las áreas protegidas constituyen herramientas comprobadas para mantener los bienes y servicios naturales esenciales, que a su vez pueden ayudar a aumentar la resiliencia y reducir la vulnerabilidad del bienestar humano ante el cambio climático.
Mitigación y adaptación
Las áreas protegidas ya son beneficiosas en términos de mitigación y adaptación. Estas áreas pueden ayudar a la naturaleza y a la sociedad a mitigar el cambio climático por medio de la captura y el almacenamiento del carbono (CO2) en los ecosistemas naturales, y a adaptarse a los cambios climáticos actuales o pronosticados mediante la provisión de diferentes formas de servicios de los ecosistemas.
Las áreas protegidas pueden servir para ambas cosas: la mitigación y la adaptación al cambio climático. La mitigación se logra al guardar carbono que puede ser emitido de otra forma o retenido en la atmósfera, y la adaptación se logra a través del aprovisionamiento de un rango de bienes y servicios ambientales que tienen que ver directamente con algunos de los impactos del cambio climático en las personas.
Las áreas protegidas proveen medios prácticos y efectivos para tratar muchos aspectos de la adaptación, a través de enfoques basados en los ecosistemas.
La adaptación basada en los ecosistemas usa la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en una estrategia general de adaptación. Esta incluye el manejo sostenible, protección y restauración de los ecosistemas para mantener servicios que puedan ayudar a las personas a adaptarse a los efectos adversos del cambio climático.
Impactos de desastres naturales
El cambio climático tiene un impacto directo sobre muchos de los riesgos que pueden dar lugar a desastres. El clima es cada vez más variable y sujeto a condiciones climáticas extremas. Los especialistas en reducción de desastres enfatizan que los impactos del cambio climático necesitan ser evaluados junto a otros desastres naturales.
El papel más inmediato de las áreas protegidas en la reducción de desastres es el de aminorar los efectos de los peligros naturales. Las áreas protegidas pueden jugar un papel vital en el manejo de las amenazas existentes, reduciendo las presiones en general y al mismo tiempo proveyendo medidas activas de manejo para reducir los riesgos climáticos que amenazan la biodiversidad.
Conclusión
Los gobiernos nacional, provincial y municipal, deben incorporar el papel de los sistemas de áreas protegidas dentro de las estrategias y planes contra el cambio climático.
Se debe garantizar el manejo eficaz de las áreas protegidas para que las mismas provean beneficios a la biodiversidad, a la mitigación y a la adaptación al cambio climático.
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