Aún hay niños intoxicados por plomo en La Oroya. Los niveles han disminuido si los comparamos con el estudio de plomo en sangre que se hizo el 2008, antes de que el Estado ordenara, en junio del 2009, la paralización de las operaciones del Complejo Metalúrgico operado por Doe Run Perú (DRP). Sin embargo, un último estudio realizado el 2011, comprueba que aún persiste la presencia del plomo en la sangre de los niños, gestantes y recién nacidos de La Oroya.
Según el estudio de la Dirección Regional de Salud de Junín fueron evaluados 726 niños y 77 gestantes de los distritos La Oroya, Santa Rosa de Sacco, Huaynacancha y Paccha en Junín. De los 726 niños, el 45% presentó niveles de plomo entre los 10 y 19 microgramos por decilitro (µg/dl). Niveles por encima de los 10 µg/dl indicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), como índice máximo de exposición biológica.
Un análisis particular de cada distrito arrojó que en la ciudad de La Oroya, el 52% de los niños muestreados, tienen niveles altos de intoxicación por encima de lo fijado por la OMS, los mismos datos se registraron en Santa Rosa de Sacco y Huaynacancha, con un 46%. Es preocupante también, el 20% del total de los niños muestreados que tienen niveles alarmantes de intoxicación por plomo entre los 20 y 44.9 µg/dl. Estos niños tendrán más probabilidades de contraer cáncer según señala un estudio del científico norteamericano Mark Chernaik.
El médico Hugo Villa trabajó durante 29 años en La Oroya. En el 2004, realizó un estudio con 93 recién nacidos en el hospital de EsSalud. De este grupo, el 30% tenía altos niveles de plomo. “Está comprobado que el plomo contamina a la madre gestante y pasa por la placenta afectando al nonato. La presencia del plomo en el cerebro de un prenatal implicaría una disminución del coeficiente intelectual”, dice el médico.
Desde 1999 al 2006 se han realizado 9 estudios sobre el plomo en La Oroya. En el de 1999 se reportó una cifra escandalosa: más de 90% de los niños examinados presentaban altos niveles de plomo en la sangre (el nivel máximo llegó a 79,9). “La alta intoxicación por plomo origina daños irreversibles en el desarrollo del sistema nervioso, el sistema psicomotor se ve afectado, se originan problemas de déficit de atención e hiperactividad. Los niveles de inteligencia disminuyen y el desarrollo psicológico también se ve comprometido. Hay estudios científicos que mencionan que el niño puede desarrollar conductas agresivas y hasta criminales. Definitivamente, es un problema de salud pública”, dice Villa.
Según los rankings del Instituto Blacksmith, La Oroya está considerada entre las 10 ciudades más contaminadas del planeta. “Además del plomo, la gran chimenea de la fundición de DRP arrojaba gases altamente tóxicos como arsénico, cadmio y dióxido de azufre”, añade el médico. “Se ha demostrado que este último provoca enfermedades respiratorias crónicas que pueden degenerar en problemas neoplásicos. Por otro lado, el cadmio es un metal que puede producir cáncer, y el arsénico es un metaloide que comprometerían gravemente los riñones y la piel”.
Si bien, el hecho de que la fundición no funcione y deje de emanar gases implica que el organismo de los niños absorba menos plomo, se sabe que el plomo se queda en el organismo durante 20 a 30 años. Será en la edad adulta cuando los niños contaminados por Doe Run Perú, verán las verdaderas repercusiones que tuvo el hecho de vivir expuestos a los tóxicos de la función. “Es impredecible lo que pueda ocurrir en el organismo, hígado o pulmones pueden verse comprometidos”, dijo Villa.
El médico reconoce que sería un crimen dejar que la fundición reinicie sus actividades en las mismas condiciones. Y valora que es necesario que la minera cumpla con la construcción de la planta de ácido sulfúrico establecida en el PAMA. La función de esta planta sería captar los gases de dióxido de azufre los cuales provocan daños respiratorios. Recordó además los intentos absurdos del Ministerio de Salud y la empresa minera por solucionar los gravísimos problemas de salud que originó la contaminación en los niños. “Se realizó una campaña en la que llevaban a los niños a un lugar alejado de La Oroya, les daban buena alimentación y claro, regresaban menos contaminados, pero sólo por un día”, finalizó.
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