Tras reunirse en Palacio de Gobierno con el Consejo de Seguridad Nacional para tratar la existencia de una red de espionaje en la que participaban suboficiales de la FAP y que habría actuado en coordinación con contactos militares chilenos, el presidente Alan García exigió una explicación al gobierno de Santiago por lo que consideró un “acto repulsivo” y una “ofensa” a la soberanía peruana que “deja muy mal a Chile ante el mundo”.
En otro momento, señaló que el origen de estas operaciones clandestinas es el despegue económico de nuestro país.
“El Perú ve en este acto de espionaje el temor de quienes así actúan, de quienes ven con temor el crecimiento del Perú. Si este avance genera temor y complejo, y origina este tipo de comportamientos, propio de una republiqueta, lo lamentamos. Sólo el débil apela a esas armas. Sólo espía el que se siente menos”, subrayó.
Para García Pérez, la operación de espionaje habría sido montada por sectores “que todavía conservan costumbres dictatoriales y pinochetistas”. Además, puso en duda que la presidenta chilena, Michelle Bachelet, o sus ministros sean responsables directos del espionaje.
Cabe precisar que la propia Bachelet le dijo a Alan García, en el breve diálogo que entablaron en Singapur, que ella no estaba involucrada en el mencionado caso.
Antes de concluir con su pronunciamiento, el jefe de Estado lamentó que su propuesta para reducir la compra de armas en la región recibiera en Chile una “respuesta destemplada y descortés” que confirmaría que existen grupos sureños que “hacen caso omiso a la voluntad pacífica del pueblo”.