Realmente es un error garrafal cancelar de improviso la labor del Corah y la erradicación de los cultivos de coca. Más aún sin siquiera informar a los gobiernos extranjeros que nos han venido financiando.
Incluso, la excusa de que esta “pausa indefinida” tiene como objeto “evaluar el resultado que la erradicación ha logrado” y que se mantendrá hasta que se “afine un nuevo plan” parece poco sólida, ya que la evaluación sería más completa si se realizara con los erradicadores aún trabajando. Más bien, por la explicación, nos da la impresión de que se ha dado un paso improvisado.
No podemos explicar de otra manera cómo el mismo día que se anuncia una medida tan trascendental recién se publican en El Peruano los nombramientos de los representes de los ministros de Agricultura y de Transportes al Consejo Directivo de Devida. Por lo que el encargado de esa entidad –que aún no tiene siquiera su directorio conformado– se ha tomado en serio el apelativo de ‘Zar’ y ha decidido que la institución debe efectuar un cambio de giro realmente radical.
En todo caso, al margen de la precariedad institucional, la realidad es que, por donde se vea, es una pésima señal. Nuestro país ya es el principal productor de coca a nivel mundial. Por tanto, en la actualidad estamos en observación por parte de la comunidad internacional.
Por otro lado, si bien el fracaso de los últimos 10 años –que ha permitido que la producción de coca se haya doblado– debería de llevar a un replanteamiento de las políticas que se han adoptado, ese cambio debe ser cuidadosamente analizado. Si vemos, por ejemplo, el éxito de los colombianos, la experiencia apuntaría no hacia la suspensión, sino hacia una intensificación de la erradicación.
Lo que sí es claro es que el Gobierno tiene compromisos políticos con los cocaleros, pero estos no son más que una fachada de apoyo al narcotráfico. No existe cuenca cocalera en donde los compradores no sean narcos, Enaco no adquiere ni el 5% de la producción. Por lo que los dirigentes y sus bases son abastecedores directos de materia prima para la droga y su ilegal comercialización. El apoyarlos arriesga convertirnos en parias a nivel internacional.
Así que una cosa es buscar votos durante la campaña electoral y otra, muy distinta, gobernar. No tenemos duda de que sería desastroso para la inmensa mayoría de peruanos que acabáramos convertidos en un narco-Estado.
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