Pongamos en blanco y negro la situación actual del grupo terrorista: controlan, junto con el narcotráfico, toda la extensa zona conocida como el VRAE, vale decir, el territorio formado por la confluencia de tres regiones es tierra liberada por estas fuerzas fácticas, donde no existe la menor posibilidad de que la autoridad estatal se imponga.
En el 2003 se tomó la decisión política de asignar al Ministerio de Defensa la responsabilidad de combatir a Sendero Luminoso, SL, en el VRAE; sin embargo, recién en el 2006 las Fuerzas Armadas inician las operaciones antiterroristas, con el principal objetivo de recuperar Vizcatán.
Tres años después de este intento, el saldo es absolutamente negativo: más de 40 soldados y policías muertos. Del lado del grupo terrorista no se conoce hasta ahora de ninguna caída o captura importante.
Recientemente SL pretendió tomar por asalto una base contrasubversiva de la Policía Nacional en Huanta, no cumplieron su cometido por la heroica resistencia policial.
Esta acción no puede ser considerada un ataque más por varios motivos: fue un asalto contra una instalación de fuerzas especiales, no era una comisaría encargada de la seguridad ciudadana.
Este aspecto debe ser adecuadamente analizado, porque es un mensaje directo para las fuerzas del orden y para el país: podemos enfrentar a lo mejor que tienen.
Adicionalmente, hay que precisar que la acción terrorista se produjo fuera del radio de operaciones del VRAE, esto indicaría que se están atreviendo a salir hacia las zonas altoandinas.
En mi lectura, lo más peligroso de SL del VRAE es que tiene una estructura política y militar bien montada. Vale decir, tienen mandos políticos que construyen un discurso dentro de la ideología maoísta, pero alejado del llamado “pensamiento Gonzalo”, a quien lo califican de traidor del Partido Comunista del Perú.
Tengo la impresión de que los cerebros de esta facción terrorista no se encuentran en el VRAE, sino más bien en alguna ciudad importante del país.
“José”, líder terrorista en el VRAE, es un personaje que conoce muy bien el escenario donde se desarrollan las escaramuzas y sin duda tiene conocimiento de estrategias militares; sin embargo, su talón de Aquiles es su escasa preparación ideopolítica. Cursó solo el primer año de Antropología en la Universidad de Huamanga, después se enrumbó a asesinar campesinos como en Lucanamarca.
Hace pocos meses atrás, este grupo terrorista distribuyó panfletos en el VRAE para anunciar el inicio de la “guerra de liberación nacional”. De acuerdo con el documento, su objetivo es enfrentar la supuesta presencia de fuerzas extranjeras, haciendo referencia a tropas norteamericanas que estuvieron en Ayacucho realizando labores humanitarias.
¿Qué estamos esperando que ocurra para tomar en serio esta advertencia terrorista?
Lamentablemente, pese a los antecedentes anotados, hay políticos que siguen pensando que SL no reviste mayor amenaza para la seguridad. Me pregunto, ¿el solo hecho de que existan territorios liberados por el grupo terrorista no lo convierte en una amenaza para la seguridad nacional?
Ya asesinaron a más de 40 miembros de las fuerzas del orden, ¿eso no es un indicativo de la gravedad del problema? ¿Cuántos más tienen que morir para que el gobierno, la clase política y las Fuerzas Armadas tomen en serio este delicado problema? ¿No se cansan de golpearse el pecho y dar minutos de silencio después de cada asesinato?
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