El Comercio. Los políticos que buscan el poder literalmente matan por ser electos, pero no saben ser gobierno y terminan queriendo ser cualquier cosa.
Estas son premisas que se basan en la verdad de que la carrera por ganar una elección dura menos que la carrera por gobernar bien. Apenas un año frente a cinco años. Sin embargo todas las destrezas están volcadas a la primera antes que a la segunda, donde parece no ser importante la preparación que se tenga.
Los partidos políticos han puesto la carreta delante de los caballos. Su objetivo es ganar una elección, no importa qué medios justifican qué fines. Ya después verán qué hacen en el gobierno y en el Congreso.
La pregunta de cuánta relación podría existir entre el narcotráfico y algunos miembros del Partido Nacionalista, a raíz de la acusación fiscal en contra de algunos miembros de la familia de la congresista Nancy Obregón, trae consigo el compromiso no declarado de los partidos de ser corresponsables de los actos y omisiones de sus dirigentes y militantes.
Que el Partido Nacionalista se sume al Apra en el pedido de investigación de los vínculos aparentemente no casuales de Obregón con el narcotráfico revela su propósito de curarse en salud ante la posibilidad no descartada de que la sospecha fundada de ahora se convierta mañana en certidumbre irrebatible.
Esta es la mayor alerta que hoy se ha encendido alrededor del riesgo que corren los partidos y el sistema político e institucional en general por no ejercer mayor rigor y control en las hojas de vida de sus militantes, candidatos y funcionarios.
Imaginemos el estrepitoso derrumbe que significaría para la opción presidencial de Ollanta Humala si los cabos sueltos alrededor de la señora Obregón calzaran en dirección de la acusación fiscal. Lo primero que haría Humala sería mirar al interior de su dirigencia y reclamar por qué hubo en esta tanta vista gorda y tanta negligencia.
Los partidos políticos tienen que esforzarse más por honrar la demanda ciudadana de un buen gobierno municipal, regional o nacional antes que por una buena elección, que no siempre es garantía de un buen gobierno.
Pero lo que más tienen que evitar los partidos, en función de un buen gobierno, son las infiltraciones mafiosas, como la del narcotráfico, ahora asociado al terrorismo.
Cuidado entonces con vendarse los ojos y creer que no pasa nada ahí donde puede estar a punto de explotar cualquier sólida columna, entre las pocas que podemos exhibir, de nuestra aún incipiente democracia.
Quizás Humala nada tenga que deslindar directamente con Obregón. No obstante, su silencio en el tema tampoco es saludable.