Un equipo del programa dominical Punto Final llegó hasta el Valle del Monzón para indagar, en esta tierra afectada por la plaga de narcotraficantes y terroristas, sobre un nuevo pero paradójico y ‘ancestral mal’: el pishtaco. Como es público, un destape de la Policía habría dado con una banda de pishtacos, asesinos que extraen la grasa de las víctimas para venderlas en el extranjero.
El primer detenido fue Segundo Castillejos, quien confesó que le vendía a US$ 4 mil la botella de grasa a Hilario Cudeñas Simón, cabeza de la organización de pishtacos. El decano del Colegio Médico duda de la veracidad sobre el valor comercial de la grasa humana.
Vea aquí la segunda parte de este reportaje.