“La Policía debe subordinarse a las FF.AA. en el VRAE”, plantea el ex presidente del Comando Conjunto, el almirante Jorge Montoya. Pero no se queda allí, propone también que la Policía Nacional pase al Ministerio de Defensa. (El Comercio, 9 y 10 de agosto).
En sus respuestas, el almirante no oculta sus añoranzas por el fujimorismo, pero habría que empezar recordando que ni siquiera durante esa dictadura, en donde los militares tuvieron el poder que tuvieron, esa barbaridad estuvo en agenda.
En el kindergarten se aprende que una de las divisiones elementales en materia de seguridad es que las Fuerzas Armadas se encargan de la defensa nacional frente a las amenazas externas y las policiales protegen a los ciudadanos de las amenazas internas. Solo en circunstancias de emergencia, excepcionales y temporales, se requiere de las Fuerzas Armadas como apoyo.
La razón es simple y conocida: la doctrina, la formación, el entrenamiento y el armamento que se necesitan para la guerra son radicalmente distintos de los que se requieren para enfrentar el delito.
Estamos ante dos profesiones diferentes y, cuando los soldados hacen de policías, causan graves problemas; pero, además, si de tanto intentarlo empiezan a actuar como policías, los soldados pierden la especialización en lo que les es propio: la guerra. Peor todavía, mezclar en el mismo ministerio a la Policía y a las Fuerzas Armadas solo puede tener el objetivo de subordinar a la Policía y controlar sus recursos.
La propuesta es conceptualmente errada, pero lo que la hace aún más incongruente es que se haga justo cuando los avances en la lucha contra Sendero están viniendo de la Policía y no de los militares.
Las Fuerzas Armadas, a cargo del VRAE, vienen sufriendo lamentables bajas, sin que se perciba avances en el control de los subversivos que dirige ‘José’. Más bien, el reciente ataque a la Diroes en San José de Secce daría cuenta de que están más fuertes que antes y que su movilidad es mayor. (Dicho sea de paso, allí, la Policía los enfrentó valerosamente, impidiendo los objetivos de los senderistas).
En cambio, en el Alto Huallaga, donde la Policía al mando del general Valencia Hirano está a cargo de la tarea, viene dándole a Sendero duros golpes (y sin hacer tanto aspaviento ni reclamar todos los días por más plata). Hace poco estuvieron a punto de capturar al propio ‘Artemio’ y acaban de detener al ‘Mono’, uno de sus lugartenientes.
A diferencia del VRAE, el fin de la columna senderista del Huallaga podría estar cerca, por acción de la Policía, usando métodos policiales. Es verdad que el VRAE es más difícil y la Policía tiene también sus graves problemas, pero plantear que los policías se subsuman dentro del aparato de la defensa no se condice con la realidad.
* Carlos Basombrío, analista político y ex ministro del Interior