Como sabemos, la actual Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas tiene tres componentes que formalmente se han venido aplicando desde el 2007, vale decir, a lo largo del actual gobierno. De modo que, para responder a nuestra pregunta inicial, tendríamos que analizar y realizar un balance de cada uno de estos ejes.
El primer componente es la prevención. Definitivamente el problema del consumo de drogas ha cambiado en los últimos años en el país, ahora hay nuevas sustancias sintéticas, ha crecido el consumo de las drogas legales y ha disminuido la edad de inicio del consumo.
Tengo la percepción de que en esta parte de la estrategia se avanzó principalmente en realizar estudios y diagnósticos de los niveles de consumo, pero sigue desatendido el objetivo principal de toda acción preventiva: reducir el número de personas que se inician en el consumo y brindar el tratamiento profesional, más allá de los centros de escucha, de los drogodependientes.
El segundo eje de la estrategia son los trabajos de interdicción. Empecemos por los insumos químicos. El 2004 se aprobó la Ley N°28305 que en teoría pondría fin al desvío de los insumos químicos hacia las pozas de maceración de pasta básica, sin embargo, han pasado más de cinco años y hasta la fecha este marco legal no se aplica por la desidia de un conjunto de burócratas del Gobierno Central.
Mientas esto se corrige, la Policía Nacional viene realizando algunas acciones de interdicción que son absolutamente insuficientes. De las 35 mil toneladas métricas de insumos químicos que utiliza el narcotráfico anualmente se incautan apenas 480 toneladas.
Adicionalmente, hay que recordar que el Gobierno Central decidió prohibir el transporte y la comercialización del kerosene en todo el VRAE, sin embargo, esta medida también resultó ineficaz, porque la corrupción en los puestos de control sigue caminando de la mano del narcotraficante.
El decomiso de drogas, especialmente de la cocaína, sigue siendo un tema pendiente. Según las estadísticas oficiales, en el 2009 se incautaron un poco más de 11 toneladas, vale decir, apenas el 4% de la producción total. Probablemente esta baja producción se deba a la escasez de recursos y al poco compromiso del gobierno con la labor policial. Me pregunto ¿cuáles serían los resultados si no habría apoyo de la cooperación internacional hacia la policía?
Otro aspecto aún sin resultados importantes es la desarticulación de las organizaciones que se encuentran detrás de las pozas de maceración y de los cargamentos de cocaína. Las oficinas de inteligencia saben quiénes son los cabecillas que operan en las cuencas cocaleras, la pregunta es ¿qué esperan para capturarlos?
El único componente de la estrategia antidroga que viene cumpliendo año a año con sus metas programadas es la reducción de los cultivos de coca ilegal. Para el 2009 se propusieron erradicar 8 mil hectáreas y, con el mismo presupuesto, se erradicó un poco más de diez mil.
Esto merece un doble reconocimiento porque esta actividad se realiza soportando no solamente las pedradas lanzadas por los dirigentes cocaleros que defienden la coca ilegal, sino también los disparos de los francotiradores y las minas antipersonales enterrados en los cultivos por el grupo terrorista sendero luminoso.
Por razones de espacio y porque seguimos en pañales no voy a referirme en esta ocasión al lavado de activos. Me referiré de manera muy breve al Programa de Desarrollo Alternativo, PDA, que se viene aplicando en el Alto Huallaga.
A pesar de sus detractores, definitivamente el PDA viene mostrando, cada vez con mayor nitidez, el éxito de sus intervenciones. Los ejemplos en la región San Martín, especialmente relacionados al café y al cacao, nos devuelven la fe y el optimismo de que sí se puede enfrentar al narcotráfico cuando las autoridades regionales y locales se ponen la camiseta del Perú y asumen su rol promotor.
Finalmente, hay que seguir lamentando que en el VRAE la pesada cruz que significa luchar contra las drogas sigue en los hombros sólo de la policía nacional. No existe ni por asomo una estrategia integral. Las acciones de desarrollo que se vienen realizando en el marco del Plan VRAE siguen desarticuladas.
En conclusión, el manejo de la seguridad interna, especialmente de la lucha contra el narcotráfico, va camino a convertirse en uno de los mayores fracasos del actual gobierno. La única manera de revertir esta situación crítica es ampliando los programas de reducción de cultivos y los programas de desarrollo alternativo a todas las cuencas cocaleras. Y convirtiendo al control de insumos químicos en la herramienta fundamental que desincentive el crecimiento de nuevas parcelas de coca.