¿‘Onstá’ la derecha liberal?

EL COMERCIO

Lo confirmé en la Biblioteca de San Isidro, junto a “La chalina de la esperanza” que Paola Ugaz, Morgana Vargas Llosa y Marina García Burgos han tenido que mudar a otra parte: No hay en el Perú una derecha liberal que dé igual importancia al crecimiento económico y a los derechos humanos.

Fuerzas como Renovación (partido de Antonio Meier, el alcalde responsable de la censura), pero también el PPC, el fujimorismo, medio aprismo y los evangélicos de Lay no toleran que se hurgue en la muerte de las víctimas de la violencia política ni que se hable de derechos sexuales u otras libertades humanas. Su alianza con la religión y el militarismo, ‘la cruz y la espada’, les impide ponerse al día y colaborar con la reforma del Estado.

Mario Vargas Llosa, el peruano más universal, se quedó sin frente local que encarne su pensamiento. Roger Casement, su celta soñador, gay anticolonialista, defensor de los explotados por el ‘boom’ cauchero del Perú y del Congo y fanático nacionalista en el último tramo de su vida, es un héroe incomprensible para una derecha lastrada de intolerancias. Con razón, la izquierda que fue su enemiga obsesa en 1990 (al punto que votó irresponsablemente por Fujimori)lo lee hoy con mayor entusiasmo.

Susana Villarán, que no es gran polemista como lo demostró al ser avasallada por Lourdes Flores en el debate municipal, hizo su declaración más provocadora cuando la prensa le pidió su reacción sobre el Premio Nobel: “Yo me identifico con el liberalismo de Vargas Llosa. En cambio, falta una derecha liberal que encarne su pensamiento”. No me gustó cuando se le ocurrió apoyar al gurú paternalista Nano Guerra García, pero ese día Susana sí estuvo inspirada.

No será PPK, compartido por evangélicos y socialcristianos, el candidato liberal íntegro, ni Mercedes Aráoz cargando con los pasivos del aprismo, ni Keiko Fujimori ni el puntero Luis Castañeda, sino tal vez Alejandro Toledo quien no tema aparecer como el menos confesional y más liberal de los postulantes.

Para quienes lo apoyaron en 1990 Vargas Llosa ya no es profeta en su tierra. Algunos viejos correligionarios boicotean la comisión del Lugar de la Memoria que presidió para ayudar a conciliar al Apra con los estándares internacionales de respeto a los derechos humanos (hoy lo hace Fernando de Szyszlo) y hasta censuran una muestra donde participa su hija Morgana. Por cierto, Rafael Rey es dirigente de Renovación y vecino de San Isidro, mi viejo distrito que nunca ha estado más lejos de Estocolmo.